Mujercitas

POR: TERESA PÉREZ TORRES

Quiero dedicar unas palabras de reconocimiento a una mujer moqueguana nacida en la segunda mitad del siglo XIX. Juana Mercedes Cabello Llosa, más conocida como Mercedes Cabello de Carbonera, quien se destacó como la primera novelista y periodista del Perú. Su relevancia en la literatura y en la historia del feminismo es innegable. En una época en la que las mujeres estaban relegadas a la esfera doméstica y socialmente marginadas, su ascenso es un testimonio de determinación y talento.

Reflexionar sobre el pasado nos permite apreciar las dificultades que enfrentaron las mujeres para incursionar en el arte. Sin embargo, es importante destacar que algunas, aunque olvidadas en su tiempo, lograron vivir de su arte, aunque su reconocimiento llegara mucho después. Muchas temían ser menospreciadas o incluso cuestionadas en su identidad, optando por firmar bajo seudónimos masculinos o incluso dejando sus obras sin firma, lo que nos hace preguntarnos cuántas obras anónimas fueron realmente creadas por mujeres.

Es cierto que la historia del arte está marcada por una notable disparidad entre artistas masculinos y femeninos. Las mujeres, a menudo relegadas al papel de musas o consideradas aficionadas, lucharon contra estas percepciones limitantes. A menudo, solo se recuerda a los nombres masculinos prominentes, mientras que las contribuciones femeninas quedan en la sombra.

Tomemos el ejemplo de Juana Pacheco, una pintora nacida en Sevilla, España, conocida principalmente por ser esposa de Diego Velázquez, uno de los máximos exponentes de la pintura barroca, e hija de Francisco Pacheco, mentor de Velázquez. Aunque se sabe que Juana pintaba en el taller de su padre y su esposo, su obra ha quedado en el anonimato, lo que plantea la posibilidad de que sus trabajos hayan sido atribuidos erróneamente a su padre o esposo.

A lo largo de la historia, las mujeres han enfrentado numerosos obstáculos. Incluso en la actualidad, persisten prejuicios editoriales que sugieren que los libros escritos por mujeres pueden tener menos atractivo comercial. J.K. Rowling, autora de Harry Potter, reveló en una entrevista con la BBC que le aconsejaron no revelar su identidad femenina para aumentar las ventas, lo que demuestra que estos desafíos aún están presentes.

Sin embargo, a pesar de estas barreras, muchas mujeres han dejado una marca indeleble en la historia de la literatura. Louisa May Alcott escribió «Mujercitas», Mary Shelley creó «Frankenstein» y Emily Brontë nos regaló «Cumbres Borrascosas». Sus obras trascienden el tiempo y el género, recordándonos el papel fundamental que las mujeres han desempeñado a lo largo de la historia del arte y la literatura. Es hora de reconocer y celebrar estas contribuciones, brindando el lugar que merecen en el canon cultural.

Además de estas figuras prominentes, numerosas mujeres anónimas contribuyeron en gran medida al desarrollo cultural y artístico. Desde escritoras cuyos nombres fueron olvidados por la historia hasta pintoras que trabajaron en el anonimato, su legado perdura en obras que, aunque desprovistas de firma, siguen siendo parte integral de nuestro patrimonio cultural. Es esencial que reconozcamos y valoricemos estas contribuciones para tener una comprensión completa de la historia del arte y la cultura.

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