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Homenaje a Nieto

El ejemplo de su trayectoria proba y honesta, debe perpetuarse a lo largo del malecón Mariscal Nieto, y la estatua ecuestre a la que se comprometió el Municipio por acuerdo municipal de hace una década, a erigirse en la plaza de San Antonio, escenario de su última batalla.

POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS     

El domingo se ha develado la placa que da el nombre Mariscal Nieto al salón consistorial, de este modo se cumple un decreto municipal emitido hace seis años.

Sencilla ceremonia que ha tenido una connotación muy especial. Se conmemora 180 años de su fallecimiento, en el que se ha denominado Año del Bicentenario de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho. En ellas Nieto tuvo destacada participación. Recordemos que hace cinco años, desde el Archivo Departamental, designamos al mariscal Domingo Nieto el símbolo de Moquegua para este Bicentenario.

La persistencia en este homenaje es la ofrenda que nos dicta la gratitud a la trayectoria ejemplar de toda una vida; el reconocimiento a nuestro paisano que dedicó su existencia a luchar por la independencia y luego a consolidar la república. Es también la reafirmación de la lealtad que el pueblo de Moquegua, su pueblo, tuvo siempre con él durante estas jornadas, confianza depositada en quien era su líder, su guía, de quien aprendieron una lección inolvidable, que debía trasmitirse como un legado a las siguientes generaciones, como una manera de tener presente, siempre, las lecciones de civismo que nos dio.

Lección imperdurable que dio Nieto durante nuestra iniciación republicana. Él fue el principal defensor de los gobiernos legalmente constituidos; entendió que la patria no era posible sin el respeto a la voluntad popular y a la Constitución. Su trayectoria militar está señalada por una larga e insobornable lucha contra los usurpadores del gobierno legítimamente elegido, y en cada ocasión con el riesgo de perder la vida. Ello le significó deportaciones y hasta el retiro del escalafón militar por un tiempo; se reintegra cuando la patria se vio amenazada.

Por esa permanente lucha se le conoció como el Quijote de la Ley. Suya es la frase “Todo con el pueblo y para el pueblo”. Ese sería su destino, esa fue su conducta a lo largo de su vida, combatir en defensa el gobierno legítimo, enfrentarse al trasgresor de la ley, luchar por la integridad de la patria, sacrificarse por la prosperidad de la nación, porque era consciente que la única garantía para lograrlo es por medio del orden, el que emana del respeto a la ley.

Por eso el pueblo de Moquegua le dio su apoyo en concurrido cabildo abierto, sus paisanos justificaban su adhesión “porque nuestro hermano Nieto siempre estuvo al lado de la ley y demás libertades”.

Nieto murió sin fortuna, un 17 de febrero de 1844. Las únicas propiedades que deja a sus hijos son las escasas que heredó de sus padres. Quien llegó a manejar los presupuestos del ejército durante innumerables campañas, quien fue jefe en el norte y jefe en el sur, presidente del Gobierno provisorio, nos deja el ejemplo de un manejo pulcro de los recursos públicos que se le confiaron. Fue un hombre íntegro.

El ejemplo de su trayectoria proba y honesta, debe perpetuarse a lo largo del malecón Mariscal Nieto, y la estatua ecuestre a la que se comprometió el Municipio por acuerdo municipal de hace una década, a erigirse en la plaza de San Antonio, escenario de su última batalla.

Es allí, en este santuario cívico, donde debe plasmarse el homenaje del pueblo de Moquegua a su hijo más ilustre, la ofrenda, la gratitud, el reconocimiento de un ejemplo en el que los ciudadanos de todos los rincones, los jóvenes, sobre todo los jóvenes, vean que palpita, como un mando imperativo desde el malecón Mariscal Nieto, que nos llega desde la estatua ecuestre, la honradez que los niños deben cultivar en la escuela, la probidad con la que los jóvenes deben actuar en la universidad, la moralidad con la que, día a día, los ciudadanos debemos comportarnos en todos los cargos que el pueblo nos confíe.

Allí está el ejemplo de Nieto. Hacerlos realidad, como empezamos con este auspicioso gesto, que nos lleva a felicitar a las autoridades responsables, es la tarea que confiamos continuará con el malecón Nieto y la estatua ecuestre. Es el más significativo y permanente homenaje, que no debe postergarse más.

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