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Dejé de defenderme cuando entendí que Dios es mi abogado

…hubo otro episodio en Palacio de Gobierno, nunca lo he podido olvidar, un viaje a la ciudad de Apurímac, procedían a retornar, y la gente siempre los despedía con regalos y muchas veces con comida.

POR: KAREM ROCA LUQUE   

La vida es un viaje maravilloso, estamos en constante cambio. Todo tiene un principio y un final, y las cosas que ayer estaban, mañana puede que se esfumen de nuestro presente. Aceptar que la vida es un cambio nos permite vivir el aquí y ahora más tranquilamente, disfrutar de lo que tenemos entre manos, sin preocuparnos de si lo perderemos o no.

Es importantísimo aprender a cerrar etapas, capítulos o historias de nuestra vida porque precisamente eso es vivir: cambiar, renovarse y no permanecer en la dichosa y ya famosa zona de confort más tiempo del necesario. No quieras permanecer donde ya no hay que estar por miedo a la incertidumbre.

Quizás hoy sufras por haber cerrado un capítulo doloroso en la vida, como haber sufrido bullying mediático y cibernético, pero recuerda que mañana te alegrarás y volverás a abrir otro, y lo más seguro es que sea mucho mejor. Será mejor porque tú lo harás mejor, habrás aprendido de las anteriores etapas, habrás sacado conclusiones y madurado como persona, sobre todo siempre tratando de ser un mejor ser humano cada día.

¿Alguna vez te has preguntado por qué existe gente mala?

Señalar quién es una persona mala es bastante difícil. Podríamos decir que las malas personas son aquellas con malas intenciones, es decir, aquellas que actúan para hacer el mal de manera consciente y sin remordimientos. No soy una moralista, nadie es totalmente bueno. Todos hemos mentido, todos hemos sido egoístas en algún momento, pero, eventualmente, hay personas cuyas conductas, puestas en una balanza, terminan pesando más por nocivas y mentirosas que por nobles.

La energía de una mala persona se percibe de inmediato, aunque se pongan una máscara para poder encajar en la sociedad. De hecho, es probable que se les desenmascare en poco tiempo y que se descubra esa doble personalidad que tienen hacia los otros o hacia uno mismo. Sus conductas frecuentes son la manipulación, la crítica y la mentira como forma de obtener control y que las cosas sean como ellos quieren.

Las personas más peligrosas son las que tienen la habilidad de esconder ese estilo, porque si se dan a descubrir en su actuar cotidiano, la gente terminará alejándose de ellos como forma de seguridad. Sin embargo, si ocultan estos rasgos de alguna manera, tratarán de manipular. Por ejemplo, poniendo a los que hay a su alrededor en contra de alguien. Cuanto más delicados son, más difícil puede resultar detectar sus maniobras, pero siempre se nota que algo pasa.

Me viene a la mente un claro ejemplo de maldad

En plena pandemia, mientras morían poco a poco miles de peruanos, Martín Vizcarra junto a su equipo más cercano de tres personas brindaban con un vino de su habitual preferencia. Vizcarra no tenía idea cómo se conseguía, solo quería ese vino en la mesa de la sala Grau. En oportunidades tuve que poner de mi bolsillo, en otras se lo pedía a la subsecretaria de palacio de gobierno, la señora Aguirre para que lo consiguiera.

Los edecanes de turno, técnicos de orden, mayordomos y mi persona pensábamos lo mismo. ¿Cómo podía tener sangre fría y pensar en un vino, mientras la gente moría afuera? Lógicamente nunca le decíamos nada, por el respeto y admiración que le teníamos hasta ese momento, además era el presidente de la República.

Asimismo, hubo otro episodio en Palacio de Gobierno, nunca lo he podido olvidar, un viaje a la ciudad de Apurímac, procedían a retornar, y la gente siempre los despedía con regalos y muchas veces con comida.

Vizcarra siempre viajaba con un edecán, el general jefe de Casa Militar, un personal PNP encargado de su seguridad y técnicos de orden. Aquel día le regalaron tostado y queso en cuadritos, sabíamos que era el manjar favorito del presidente. Vizcarra subió con una fuente grande al avión presidencial, y le entregó al edecán la fuente indicándole: “Que coman todos”.

El edecán empieza a repartir la fuente a todos, pero no se percató de que en esa repartija se acabó todo. Aterrizaron en Lima con la fuente vacía. Vizcarra llegó a Palacio y subió de frente a la casa presidencial, pasó una hora y todo el personal subalterno nos encontrábamos arreglando las cosas que habían traído, entonces sonó el teléfono de cocina y recibimos la llamada del presidente, indicando que le pasen la llamada al edecán, y gritando como nunca antes lo habíamos escuchado, dijo: ¿Dónde está mi cancha? El edecán Walter Vela dijo: se repartió todo en el avión señor presidente, y gritando nuevamente Vizcarra le dijo: “Si no tienes para comer no es mi problema, pero no te comas lo que es mío”, gritó tan fuerte que todos pudimos oírlo, vimos el rostro desencajado del edecán. Solo atiné a decirle: no lo tomes personal, seguro ha tenido un mal momento, por favor no pienses mal de él, sigamos comando de acero, te pido disculpas en nombre del presidente.

Hay capítulos en la vida que no se pueden borrar de la memoria. En este caso, muchas personas afectadas por la inconciencia de Martín Vizcarra no logran perdonarlo. Me pasa también, pero como siempre he dicho: “Si tan solo se pusiera una mano al pecho y pensara realmente el daño causado para muchas familias”, pero es iluso pensar en ello. Vizcarra solo piensa en volver a ser presidente y seguir mintiendo. Le resulta más fácil victimizarse.

Cuesta soltar el resentimiento, el enfado o la rabia que sientes. Soltar duele, pero sostener lo insostenible duele mucho más, incluso sabiendo quién es el traidor y este mismo acusando a todos de su irresponsabilidad y sus mentiras, solo para salvarse de las consecuencias de sus actos.

Ya no me canso de la vida, respondiendo a las cuentas falsas que apoyan a Martín Vizcarra, tampoco sabiendo que hay personas que prefieren seguir ocultando la verdad ante la fiscalía a cambio de un puesto de trabajo. He aprendido a no defenderme más, porque comprendí que mi mejor abogado es Dios.

Amables lectores, nos vemos la próxima semana. Ante tanta lucha por abrirle paso a la verdad y que Vizcarra siempre quiere ocultar. “Seguiré siendo la roca en su camino, una Roca que va de la mano con su mejor abogado, Dios”.

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