Por: Enrique Rivera Salas (Periodista Colegiado)
Con motivo del nuevo aniversario de Mollendo, me voy a permitir relatarles los pormenores de este pequeñísimo lugar denominado el “parque más pequeño del mundo”, llamado también parque “Olaya” o simplemente parque de los “Porotos” o “Porotitos”. Puede decirse que su historia es más grande que su extensión.
A mediados de los años 60’ en el barrio Olaya, antes que se construyera el parque, se pretendió dar este terreno a otra utilidad, razón por la que pobladores se acercaron al alcalde Carlos Cuba Valdivia para solicitarle que se haga una zona recreativa quien accedió al requerimiento y con la amplia colaboración de Alberto “Pinichi” Pastor en los trámites, los pobladores se pusieron de inmediato a trabajar.
Se realizaron parrilladas y cevichadas lo que permitió recaudar dinero que sirvió para la adquisición de cemento y otros materiales, interviniendo en su construcción todo el barrio, sin dejar de lado el menor detalle para que la obra se vea efectivamente como un parque, aunque fuera pequeño.
Así se gestionaron tres bancas ante la municipalidad, recibiendo únicamente las partes laterales, por lo que, a fin de ponerlas operativas, los hermanos Victoriano, Juan y Pedro Núñez Chávez, asumieron el compromiso de armarlas añadiéndoles los listones de madera.
A ello se sumó una asta metálica que la empresa Pesca Perú donó y se colocó un enrejado de madera en todo el perímetro de su área verde y un molle en el centro, por el significado que tiene ese árbol para Mollendo. El parque tiene 60 metros cuadrados en terreno irregular.
Podemos decir que la familia Núñez Chávez siempre está encargada de su mantenimiento y cuidado, y en fiestas especiales como Navidad y aniversario de Mollendo, el “parque más pequeño del mundo” es decorado con luces de colores y arreglos especiales.
