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Zenón Cuevas + incapacidad + miopía histórica = ¡Fracaso total! (3)

POR: CESAR A. CARO JIMENEZ   

Al iniciar el anterior artículo sobre el actuar de don Zenón Cueva como “político” y como “autoridad”, escribía que esperaba que sería el último en cuanto su actuar público. ¡Craso error! No considere que su personalidad, su incapacidad y su miopía histórica abonaran su proceder y sus “decisiones” hasta el último día de su mandato, como por ejemplo ha ocurrido en el caso del cese como director del Archivo Departamental de Moquegua del Ing. Gustavo Valcárcel Salas.

Y si bien es cierto que nadie es imprescindible, también no deja de ser verdad que aun prima a lo largo y ancho del país, –como bien lo destacará González Prada en su tiempo–, en el campo de la burocracia y la política la “conglutinación de vientres famélicos: no se alían cerebros con cerebros, se juntan panzas con panzas”.

Por ello no interesa la capacidad, los logros y la meritocracia. Valen más la cercanía al poder, el arribismo y la sumisión. Por ello el cese de Valcárcel y su reemplazo por un colega de don Cuevas, que responde al nombre de Cipriano, quien exhibe como mayor mérito el haber sido personero político del movimiento que lo llevó al poder, pero del cual no espero mayores logros en razón, –no a sus buenas intenciones, que no discuto–, sino a que dudo que tenga los conocimientos, experiencia y capacidad intelectual que se necesitan para ejercer adecuadamente el cargo, atreviéndome a pensar que en el fondo ello, poco o nada les interesa, salvo medrar hasta el último día del periodo para el cual fueron elegidos.

Y para ello, cuentan con el silencio cómplice, bien por desidia o intereses subalternos de la mayoría de los colegios profesionales, partidos y movimientos, periodistas, políticos e instituciones de la sociedad civil, que evitan pronunciarse aprobando o rechazando hechos en voz alta, contentándose con los chismes o protestas entre cuatro paredes  y a quien bien cabe recordarles aquellos pensamientos atribuidos a Bertolt Brecht: “Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero, tampoco me importó.

Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde”.

Frases últimas, a las que agrego: ¡Y perdimos otros cuatro años y no nos importó!

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