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¿Qué le espera al gobierno de Pedro Castillo?

Entender, que lo que se tendrá que aplicar en un próximo gobierno de izquierda debe ser en base a un programa mínimo de transformaciones políticas y económicas posibles de realizar, eliminando de por medio ideas y propuestas absurdas, descabelladas y anarquizantes.

POR: CELSO VERA SUÁREZ    

A pocas horas de que el JNE proclame a Pedro Castillo Terrones como presidente de la República, algo podríamos adelantar acerca de lo que le espera como primer gobierno nacional de izquierda. Veamos.

Conocido el resultado de la primera vuelta, la derecha arremete con todo a Pedro Castillo, centrando sus baterías en el Programa Político que Vladimir Cerrón, dueño del partido, presentó al JNE, enfocándose en su contenido Marxista-Leninista, para atacarlo. Sus objetivos eran dos. 1°, meter miedo al electorado con el cuco del comunismo, artimaña que EE.UU. impuso en Latinoamérica, a todo nivel, después de la 2da. Guerra Mundial, miedo sin sustento pero que todavía está arraigado en el consciente de la gente. 2°, separar a Cerrón de Castillo, el que, en calidad de invitado, se vio sorprendido al alcanzar el primer lugar en la primera vuelta.

La derecha logró el primer objetivo, aunque no con el resultado contundente que esperaba para ganar. La mitad del electorado, temeroso del terruqueo y el comunismo, votó por Keiko; la otra mitad, por el cambio. De allí la mínima diferencia. El segundo objetivo lo logró jaqueando inmisericordemente a Pedro Castillo, al extremo que éste se vio obligado a declarar, una y otra vez, que no compartía el ideario de Cerrón y que era él quien mandaría en su gobierno. Hoy, se puede apreciar el divisionismo entre los seguidores de Pedro Castillo, que cuenta básicamente con las bases magisteriales, y Vladimir Cerrón, con la mínima estructura partidaria bajo su control.

Los otros partidos de izquierda, Juntos por el Perú, Frente Amplio y Nuevo Perú, no tienen aún la fortaleza suficiente en cuanto a organicidad, estructura partidaria y unidad. En esto último, tiene razón la derecha cuando afirma que el peor enemigo de la izquierda es la misma izquierda. En los tres últimos procesos electorales: 2016, congresales 2020 y presidenciales 2021, no fueron capaces de forjar la esperada unidad, al extremo de casi desaparecer del escenario político, Juntos por el Perú se salvó por un pelo.

¿Cuál es el escenario que se presenta post segunda vuelta? Vimos, y los seguimos viendo, cómo reacciona la derecha, aún antes de que Pedro Castillo asuma el gobierno. No es difícil imaginar, por tanto, de cómo lo hará después que Castillo sea ungido. La derecha reaccionará, sin duda alguna, de manera visceral y frontal para traerse abajo un gobierno de izquierda, al cual verá como el advenimiento del apocalipsis para traerse abajo el paraíso privilegiado del que gozaron, y apelará a todas las formas de la que ha hecho gala antes, durante y después de la campaña electoral y, aún más, apelará a una guerra sin cuartel multiplicada por diez ante el menor atisbo de cambio; y, peor aún, si dentro del Plan de Gobierno de Perú Libre se contempla, como prioridad, el reemplazo de la actual constitución, que es el origen  y matriz de todas las gollerías y usufructos perpetrados por los grupos de poder económico en los últimos 30 años. Recordemos, además, que, en el Perú, tenemos a la DBA más reaccionaria y recalcitrante de Latinoamérica.

Lo vertiginoso e inesperado de la asunción de Pedro Castillo en el proceso electoral, ha hecho que, sobre la marcha, y a nivel nacional, asuman cargos directivos en Perú Libre gente sin experiencia en los avatares políticos, sin formación partidaria. La mayoría de ellos provienen de las canteras del magisterio y, a lo más, sólo tienen formación sindical. Situación tal que no les permite avizorar de cómo reaccionará la derecha ante un gobierno de izquierda y qué hay que hacer para contrarrestarla, de allí el conformismo, la pasividad y la reticencia ante el llamado de unidad de las otras fuerzas de izquierda.

Su inexperiencia no les permite advertir que la derecha complotará y urdirá intrigas que irán, desde fomentar el divisionismo de la izquierda, hasta promover y planificar un golpe desde el parlamento o bien tocar las puertas de los cuarteles. Perú Libre debe entender, además, que de los 8 millones que votaron por Pedro Castillo en la 2da vuelta, sus militantes son un ínfimo porcentaje, y que el triunfo se alcanzó también con el aporte importante de Juntos por el Perú y el Frente Amplio en menor medida, además del masivo porcentaje que no tiene filiación partidaria, pero que está hastiado por tanta corrupción y entreguismo, y por eso votó por el cambio. Frente a todo esto, ¿qué deberían hacer Perú Libre y los partidos de izquierda? A nuestro entender:

1°) Buscar la unidad y fortalecimiento de los partidos de izquierda, cuanto antes, sin cortapisas ni reticencias de ningún tipo, e ir procurándose, en ese afán, de una base ideológica y organizativa que permita enfrentar con relativo éxito las arremetidas de la derecha y, a la vez, ir aplicando el Plan de Gobierno en favor del pueblo, en sus pasos iniciales.

2°) Forjar la unidad más amplia en el campo popular con todos los sectores susceptibles de ser unidos, comenzando por la izquierda, progresistas, nacionalistas, independientes, demócratas, ciudadanos honestos, todos en torno al Frente Nacional por la Democracia y la Gobernabilidad, incluyendo a Perú Libre, Frente que no es iniciativa de la izquierda, sino de los colectivos ciudadanos. El pueblo quiere la unidad. Unidad que hay que forjarla en base a tres acciones: 1) Concientización (educación) de los militantes, simpatizantes y sectores proclives al cambio, para dotarlos de una base ideológica y doctrinaria. 2) Organización. 3) Unificación. Desterrar el sectarismo, el anarquismo y el divisionismo, defectos tan comunes en la izquierda de los últimos tiempos. El pueblo reclama y exige la unidad. Y, en el entendido, además, que éste será el primer gobierno de izquierda, y que bien puede ser el último, hasta dentro de 30 o 40 años, si no se aprovecha la oportunidad con sabiduría, claridad y predisposición de hacer las cosas bien.

No caer en el extremismo de querer cambiarlo todo de la noche a la mañana, o en algunos meses, o en un año. Los cambios que se vayan realizando deben ir acorde a las condiciones objetivas del momento. La izquierda aún es débil, está desunida y poco organizada.

Entender, que lo que se tendrá que aplicar en un próximo gobierno de izquierda debe ser en base a un programa mínimo de transformaciones políticas y económicas posibles de realizar, eliminando de por medio ideas y propuestas absurdas, descabelladas y anarquizantes; si se logra aplicar ese programa mínimo, se irá ganando la simpatía de la población, tomando en cuenta siempre que el desarrollo que se vaya logrando en el transcurso del gobierno, así como el nivel de conciencia, harán posible que, poco a poco se vayan rompiendo las ataduras de un neoliberalismo que en 30 años echó mano a una combinación perversa de asistencialismo, corrupción, autoritarismo e intensa labor mediática; instrumentos eficaces para enajenar a importantes sectores populares, quienes se constituyen, todavía, en importantes bases sociales del Fujimorismo y de la derecha; de otra manera no se podrá explicar cómo un gran sector de la ciudadanía haya votado por  Keiko y la sigan en sus manifestaciones.

No de otra manera podemos explicar, además, que, después de todo el latrocinio y los crímenes de ese régimen, Keiko Fujimori se haya convertido en la jefa de la corrupción y juegue un rol protagónico en la política peruana, al extremo de haber disputado la presidencia por tercera vez.

En el estado mental de mucha gente todavía predominan los antivalores cultivados por el neoliberalismo; así, sentencias repetidas a cada momento como “no importa que robe con tal que haga obras”, los tarjetazos, los diezmos para conseguir contratos, etc. sean digeridos como algo normal y natural por gran parte de la gente.

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