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Moquegua en las tradiciones peruanas 

POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS

Palma en diez de sus Tradiciones menciona Moquegua. En tres de ellas se ocupa de nuestra ciudad con cierta amplitud.

En Una frase salvadora relata la derrota de las fuerzas patriotas en Torata el 19 de enero de 1823 y el descalabro que dos días después sufrieron en las puertas de nuestra ciudad. La desesperada huida de la infantería rumbo a Ilo era protegida por la disminuida caballería que con esfuerzo contenía a la realista, superior en número. En el momento crítico, cuando todo parecía perdido, el jinete Serafín Melvares exclama exasperado, a modo de reproche y como quien pide auxilio, —¡un Necochea aquí!, clamando por alguien que se pareciera al aguerrido y ejemplar granadero argentino. El jefe patriota Juan Lavalle, “ese león desencadenado”, escucha el reto y acicateado por el grito, que lo toma como un desafío, da la orden de enfrentarse al enemigo. Atacan con tal ardor que cesa la persecución, pero a costa de numerosas bajas, entre ellas la de Melvares, el de la frase salvadora. Palma cuenta que de joven oyó la historia “a un viejo veterano de la Independencia” sobreviviente de la campaña.

Cuando el tradicionista fue designado director de la Biblioteca Nacional, encargado de rehacerla de la nada luego que fue destruida durante la guerra de 1879, entre las numerosas obras que adquirió estuvo el manuscrito Noticia de Moquegua, nuestro primer libro de historia de Montenegro y Ubaldi. El manejo de esta obra llevó a Palma a conocer algunos sucesos de nuestra ciudad. No hay duda que de aquí sacó tema para un par de sabrosas tradiciones como Barchilón, donde hace alusión al vicario Luis Fernández Barchilón afincado en Moquegua en 1600, cura que “apremiaba con censuras a los vecinos y los dejaba sin misas los días festivos si no le pagaban 300 pesos», hecho este que motivó un delicioso comentario de Palma que aderezó la frase y termina por contarnos que el cura amenazó a sus feligreses con la excomunión si no le costeaban los cigarros, el café y el chocolate, además de pagarle los diezmos y primicias.

En la amena tradición ¡A la cárcel todo Cristo! menciona la frase «más gangas que el testamento del moqueguano». Hace referencia al testamento que en 1616 hizo Cristóbal Pérez Cugate, vecino que en sus últimos días testó y dotó magníficamente a su mujer con la condición de que se case pronto apenas enviude, como consta en este documento que se resguarda en nuestro archivo. No se podían ofrecer mejores gangas y la traviesa pluma de Palma, siempre al acecho, no deja pasar la ocasión, la aprovecha, la sazona con su traviesa e inimitable socarronería y termina por convertirla en refrán.

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