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Las malas intenciones de un lagarto con poder

POR: KAREM ROCA LUQUE

Después de conocer todas las denuncias que existen en contra de MV, en diferentes casos, en diferentes momentos, con diferentes testigos, se puede vislumbrar que el único destino final que tiene, es la cárcel.

Es comprensible el esfuerzo que realiza para sostener constantemente que estas denuncias por corrupción son una persecución política, pero ni Rosa M. P., una de sus más fervientes defensoras, le cree y lo destroza públicamente en una reciente entrevista, recordándole que no puede ser un perseguido político debido a su inhabilitación para ejercer cualquier cargo público, incluso liderar su propio partido.

¿Cuál es la necesidad, casi patológica, de postular a la presidencia, al Congreso o al menos de que su partido obtenga una o más curules en el Congreso, o algún gobierno regional o municipal?

No creo que sea por patriotismo. No creo que los peruanos sean lo más importante para alguien que, aprovechando su poder, se vacunó a escondidas; alguien que tuvo el peor manejo de la pandemia; alguien que en su gobierno compró pruebas rápidas en lugar de moleculares; alguien que tuvo la mayor cantidad de muertos por millón de habitantes en todo el mundo, además de la enorme cantidad de denuncias por corrupción en su contra.

Este personaje alcanzó un pico de popularidad al cerrar el tan desacreditado Congreso, pero en lugar de dedicarse a trabajar por el país, se embriagó de poder y se enfocó en su beneficio personal.

El poder por sí mismo resulta ser el opio que necesita quien lo ha ejercido, sobre todo para alguien que se ha aprovechado de cada uno de los beneficios de manera vulgar y delincuencial. Pero en este caso, además, parece ser que la obtención del poder absoluto o una pizca de este serían lo que necesita para eludir sus responsabilidades penales.

Siendo la cárcel la meta más probable en esta triste carrera, es comprensible entonces que la estrategia para evitarlo sea hacer lo imposible por obtener alguna cuota de poder que lo pueda ayudar a eludir esta inminente cita con un penal.

Esta estrategia incluye el hacer el ridículo constantemente en TikTok. Sabemos que le importa un pepino y cuatro tomates lo que la gente piense de él.

Al señor lagarto le importa más lo que piense la gente de extrema pobreza de los conos en Lima, gente de lugares alejados donde para llegar se debe caminar bastante, porque es ahí donde va a contar la triste historia de su vida, que ya todos los peruanos conocemos. Es el colmo que utilice como recurso una situación donde siempre buscará ser la víctima, aprovechándose de la gente vulnerable, aquella que no tiene agua ni luz. Por eso decide visitarlas para hacer campaña política, haciéndoles creer que es el salvador del país.

Todo lo que sale en su contra siempre será mentira. Siempre dirá que es puro odio en su contra, odio de su empleada y ex asistente. Le resulta cómodo decir también que todo es por haber cerrado el Congreso, pero no hay cosa más falsa.

Cito aquella frase que usaba frecuentemente: “Para mentir y comer pescado hay que tener mucho cuidado”.

Recibo llamadas amenazándome, mensajes de texto y otros, pero todo me hace más fuerte. Estoy de pie.

A manera de anécdota, les comento lo siguiente: alguna vez, estando en Palacio de Gobierno, sugirieron al SPR que los más cercanos pasáramos por el polígrafo. El señor Vizcarra estaba indeciso sobre si se realizaba, pero estaba seguro de que yo no debía pasar por el polígrafo, porque sabía que siempre diría la verdad. En conclusión, nadie pasó por el polígrafo, al menos mientras duró mi estancia en la Casa de Pizarro.

Estimados lectores, nos despedimos hasta la próxima semana, permaneceré atento a sus comentarios, incluso aquellos provenientes de los detractores. Si hacen referencia al «lagarto», les recuerdo: «Seguiré siendo la roca en su camino». Mi única defensa radica en la verdad y la justicia que me respaldan.

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