La identidad moqueguana ¿realidad o ficción?

“Una región no se mide por su longitud y anchura, sino por la amplitud de su visión y la altura de sus sueños.” – Ernest Renán

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ   

La identidad regional se refiere a la percepción de pertenencia y la conexión emocional que los individuos tienen con un territorio específico, por diversos factores, como por ejemplo la geografía, la historia común, el idioma, las tradiciones, la gastronomía y las costumbres propias de esa región.

La identidad regional también puede influir en la política, la economía y otros aspectos de la vida de una región. Puede promover un sentido de solidaridad entre las personas que comparten una identidad regional común, como puede ser también el origen de conflictos y resistencias cuando entra en conflicto con la cultura y las tradiciones locales.

La relación entre política e identidad regional es usualmente compleja y multifacética teniendo como marco las actividades económicas que  pueden fomentar o suprimir la diversidad cultural y la autoidentificación regional como ha sucedido en el caso de Moquegua, que a partir de la década de los años sesenta del siglo pasado, prácticamente desapareció –si alguna vez existió–, una identidad regional, como directa consecuencia de las actividades económicas que trajeron consigo una importante migración de individuos y familias enteras, que trajeron consigo sus costumbres y filosofía de vida como es el caso de la autodenominada “nación aimara” cuyas tradiciones y costumbres se transmiten de generación en generación, fortaleciendo los lazos entre los individuos y su comunidad.

Al reconocer y abrazar su identidad regional, las personas se sienten parte de algo más grande que ellas mismas, lo que a su vez fomenta tanto la cohesión social y el apoyo mutuo, como también la rivalidad que se manifiesta generalmente en el campo político: las comunidades regionales a menudo tienen intereses y preocupaciones específicas que son distintas de las de la región que los alberga relacionadas con la economía, el medio ambiente, la cultura y la infraestructura, donde podemos observar que en algunos casos los sentimientos de marginación, discriminación o falta de representación pueden llevar a movimientos separatistas o a demandas de mayor autonomía regional. Estos conflictos pueden desafiar la estabilidad política y la cohesión social de un país o región en el contexto de la globalización y enfrentamientos políticos entre los intereses tanto de la izquierda como de la derecha, lo que se agrava en el caso del Perú, al carecer de una visión de futuro

En resumen, la identidad regional se basa en la idea de que las personas se identifican con un grupo geográfico particular y se sienten conectadas por una historia, cultura, tradiciones y valores comunes lo que no ocurre en el caso de Moquegua en el que conviven varias identidades regionales que se han convertido en un factor de división y conflicto en un escenario social en el cual la identidad moqueguana paso a ser minoría como consecuencia de la explotación pesquera y minera.

Aquí es necesario resaltar que el departamento en el censo del año 1940 contaba con 34 152 habitantes, cifra que años después (1961) se incrementó a 51 614 pobladores, en tanto que en el año 1972 llegaba ya a los 74 470, en los cuales la mayoría provenían de Puno y otros departamentos como Arequipa y Cusco, pasando los oriundos de Moquegua a ser minoría y ello como consecuencia de la explotación minera de Toquepala y el boom económico por la pesca de la anchoveta para convertirla en harina de pescado.

Actividades económicas que hicieron que Moquegua perdiera su identidad histórica, que por cierto era muy débil por lo que fue fácilmente superada por la de los migrantes, sobre todo la proveniente de Puno.

Ahora bien: ¿Qué factores contribuyen a la formación y creación de una identidad regional?

La Historia: juega un papel fundamental en la creación de la identidad regional. Los eventos históricos, las luchas y los triunfos se transmiten de generación en generación, dando forma a la forma en que las personas se perciben a sí mismas y a su comunidad.

La Geografía: Los paisajes, el clima y la geografía de una región influyen en la identidad regional. Las personas que viven en áreas montañosas pueden desarrollar costumbres y tradiciones distintas a las de aquellos que viven en zonas costeras, por ejemplo.

Las tradiciones y costumbres: Las prácticas culturales únicas y las tradiciones transmitidas de generación en generación fortalecen el sentido de identidad regional. Estas costumbres pueden incluir festivales, rituales, gastronomía y artesanías propias de la zona.

El Idioma y los dialectos: El idioma que se habla en una región también es un factor crucial para definir su identidad. Los dialectos y modismos regionales son un reflejo del patrimonio lingüístico y la comunicación dentro de la comunidad, sobre todo de la aimara.

El arte y expresión cultural: Las formas de arte y expresión cultural, como la música, la danza, la pintura y la literatura, son expresiones distintivas de una región y podrían ayudar a forjar una identidad compartida en nuestro caso dado que no somos una región homogénea, sino que está compuestas por una variedad de grupos étnicos, culturales, lingüísticos y socioeconómicos, en la cual los moqueguanos somos minoría lo que se refleja en el campo político y cultural donde no se crea o fortalece una identidad propia a partir de los intereses comunes, para lo que se requiere de un liderazgo político responsable, diálogo inclusivo y una visión a largo plazo. Solo a través de un enfoque equilibrado y comprometido se pueden superar los desafíos que surgen de la diversidad regional y construir sociedades más justas, inclusivas y prósperas para todos, donde la empresa privada tiene un papel fundamental que jugar.

Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática – Censos Nacionales de Población y Vivienda, 1940, 1961, 1972, 1981, 1993, 2007 y 2017.

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