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La hojanvila

POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS

La hojanvila es una de las plantas ornamentales que han caracterizado a los amplios y soleados patios de las típicas casonas moqueguanas. 

Arbusto que generalmente se ha plantado al ingreso de la casa, como dando hospitalaria bienvenida, en un pequeño pozo, uno de tantos que bordean al patio. Desarrollan un generoso follaje, sus delgadas y tupidas ramas, provistas de espinas como uñas de gato, trepan al techo y terminan por asomarse a la fachada, extendiéndose a lo largo de la calle, luciendo una alfombra de flores de intenso morado.

Ofrecen un espectáculo siempre vistoso, llamativo, que en ocasiones era un referente. Pasando el cerro San Bernabé, camino al Alto de la Villa, había una tan frondosa en el corredor de la única vivienda del lugar que se le conocía como la casa de la hojanvila. También se aprecian dispersas en la extensa lomada que va desde La Chimba hasta Charsagua, visibles desde la ciudad.

Sus gruesos troncos, algunos de unos quince centímetros de diámetro o más, nos daban idea de su longevidad. Acompañaban a una diversidad de matas que se lucían por sus flores o sus hojas, como los geranios, isabelitas, diamelas, margaritas, helechos, auroritas, jazmines, claveles, rosas, enredaderas, campanillas… que daban hospitalidad a un desfile de picaflores. Armonioso conjunto que llenaba de color, aroma y melodía los pasadizos, las habitaciones… a la casa entera.

La hojanvila también es un emblema en Tacna. Allí le dicen buganvila, pero escriben buganvilla como en otros sitios; en buena parte de América y España es común llamarla buganvilia. Ambos nombres son reconocidos por el Diccionario de la lengua española. Hojanvila es un localismo, propio del habla moqueguana, diríamos que, desde siempre, es nuestro personal estilo. En otras regiones se le conoce como papelillo, trinitaria, santarrita, veranera…

Es originaria de Sudamérica. Su nombre es en homenaje a Louis Antoine de Bougainville, célebre explorador francés que circunnavegó la Tierra acompañado de naturalistas que contribuyeron a popularizarla en Europa en 1789 como Buginvillæa, después se ensayaron diversos nombres comunes. Posteriormente actualizado como Bougainvillea.

Raimondi, en su recorrido de Omate a Quinistaquillas, la ubicó y describió. Daniel Montesinos Tubee, destacado estudioso de la flora regional, lo confirma; nos dice que en Moquegua, entre Torata, Jaguay y Carumas, existe una variedad de hojanvila silvestre que solo se da en esa zona y en Mendoza, Argentina.

¿Qué razones tuvieron los moqueguanos para llamarla de un modo tan particular? En el Colegio Nacional de La Libertad, instalado en 1826, se cultivaba el espíritu juvenil con la enseñanza de las cátedras de latín y francés, además de “las escuelas de dibujo, música y baile”. No faltaban los que luego de concluir sus estudios viajaban a Francia, estudiaban agronomía y se especializaban en viticultura. Algunos retornaron a su tierra y fueron profesores en su colegio. De este modo Moquegua no era ajena a las novedades culturales y científicas que guiaban a los agricultores en sus prácticas, quienes estaban familiarizados con la botánica y conocían muy bien la clasificación científica de la planta que adornaba sus casas. Pero decidieron darle uno propio. Es una explicación para llamarla hojanvila u hojambila.

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