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La democracia: un estilo de vida

POR: JESÚS MACEDO GONZALES    

El Tribunal Constitucional en la sentencia N° 001-2023-PI/TC refiere que, la democracia puede conceptualizarse en tres niveles: como “el derecho a tener y ejercer derechos”,” una forma o estilo de vida”, y “es la liberación del hombre en su dimensión humanista”.

La democracia como “una forma o estilo de vida”, dice el Tribunal Constitucional, se justifica en tanto “la persona en su interrelación con los otros tenga incumbencia cotidiana en el escenario social, dentro de un mínimo de bienestar y desarrollo socioeconómico (presupuestos socioeconómicos) para el ejercicio de la libertad en condiciones iguales y para la prosperidad del colectivo humano” (numeral 12).

Si la democracia significa relación entre personas en la vida cotidiana y el escenario social ¿Cómo nos relacionamos en esa vida cotidiana? La democracia asume que todos somos iguales ante la ley, que respetamos las diferencias, y que nos escuchamos, aunque la otra persona este opinando erróneamente o lo que diga sea una inexactitud. ¿Es esta nuestra actitud cotidiana? Más aún, si asumimos que muchas veces quienes están en el poder mienten al ciudadano, prometiendo cosas que nunca harán, ¿cómo fortalecemos las actitudes democráticas en lo cotidiano? ¿Nos dejamos llevar por las actitudes de quien está en el poder político o hacemos democracia en la familia, escuela, trabajo, universidad o en la calle?

El segundo nivel de la democracia, a criterio del supremo interprete constitucional, es entendida como “una forma de liberación del hombre en su dimensión humanista, principista, ética, de respeto a sí mismo y de reconocimiento de los otros, por cuanto la calidad de ser humano —su dignidad— es fin de toda organización estadual y social” (numeral 12). En consecuencia, un demócrata es alguien que defiende principios colocando por encima de todo a los seres humanos y el Tribunal no dice “anteponiendo mis intereses personales sobre los demás”, es a la inversa: un demócrata parte del reconocimiento de los otros para la toma de decisiones, no antepone sus intereses personales o egoístas.

Finalmente, el Tribunal constitucional afirma que “la democracia es poder abierto y despersonalizado (separación de poderes) y el autoritarismo, la dictadura y la autocracia significan poder cerrado y personal (concentración del poder) (Numeral 17)”. En consecuencia, la democracia rechaza las actitudes autoritarias de un padre que con el látigo o el grito quiere imponer la voluntad a su hijo; la democracia no acepta a un docente que con la “amenaza de jalarlos” intenta subordinar la voluntad de sus estudiantes. Del mismo modo, rechaza la mentira y la mecida de las autoridades que no cumplen lo que prometen o aprovechando de su ignorancia política los engañan; la democracia no permite que un jefe se vengue de su trabajador porque le exige mejor salario.

Promover la democracia como estilo de vida es un asunto de ética que no todos estamos dispuestos a asumir más allá de las elecciones. Por lo tanto, a más democracia menos corrupción; a más democracia menos silencio; a más democracia menos miedo, a más democracia más respeto a la diferencia ya considerar los intereses de los otros más que los personales.

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