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¿El político y el ladrón son de la misma condición?

Por: Wilfredo Mendoza Flores (E-mail: wil.mendoza.flores@gmail.com)   

El año 2020 denominado “Año de la Universalización de la Salud” ha sido uno de los años más duros, difíciles, cruentos que creo, no habrá otro año similar. Difícilmente será olvidado, porque hemos afrontado esta pandemia del coronavirus que sigue preocupando y que ha generado otros grandes males como la crisis sanitaria, la crisis económica y la crisis política; pero también algo muy rescatable que se ha presentado: Es la toma de decisiones optada por esta generación de jóvenes que consciente y responsablemente han protagonizado a lo largo y ancho del país las marchas y movilizaciones en protesta contra la clase política que solo vela sus intereses personales y partidarios. No hay duda, los jóvenes son la reserva moral y ellos, serán más tarde que temprano los conductores del país.

No se puede perder de vista el diario acontecer en el que se suscitan hechos que ensombrecen el quehacer normal de actividades desde que nos acercamos a algún kiosco donde se exhiben los periódicos, revistas y otras publicaciones. Lo sorprendente es que los titulares de dichos medios, abordan temas relacionados a hechos de violencia, de sangre, de crímenes, escándalos, corrupciones, asaltos, robos, etc. etc. Titulares que por cierto, en algunos casos son dimensionados, extremadamente exagerados y los hechos o informaciones positivas son minimizados.

El Gobierno del Presidente Francisco Sagasti ha anunciado las nuevas medidas y estrategias para contener el avance vertiginoso del temible Covid19 que se ha expandido en todas las regiones del país, donde unos se encuentran en situación de nivel extrema, de nivel muy alto, alto y moderado. Ciertamente, ahora se tiene las lecciones aprendidas y las experiencias adquiridas de los efectos y secuelas del coronavirus del año pasado; por tanto, no esperemos mucho de lo que hará el Ejecutivo para luchar y vencer al coronavirus. Corresponde a la ciudadanía responsable y disciplinada salir airoso de esta pandemia, hasta que llegue la espera vacuna.

Pero también están ad portas las elecciones generales para elegir al Presidente de la República y a los congresistas que nos representarán; pero los aún candidatos han mostrado no estar imbuidos ni interesados por el bienestar del pueblo; sino que más están por sus intereses particulares. Ciertamente, hay candidatos de todo pelambre para todos los gustos. Estamos fregados. Para el sentido común de la ciudadanía, “político” y “ladrón” son, cada vez más parecidos, palabras que significan cosas tan similares que podrían ser sinónimos.

Siempre se escucha decir: El ladrón roba, el político roba. El ladrón se apropia de lo que no es suyo y el político parece que hace lo mismo. Puede parecer injusta la calificación a todos los políticos, pero tenemos demasiados malos ejemplos en la política y casi ninguno de los buenos. Son los malos políticos y las malas acciones de la política lo que se destaca en los medios. La honestidad está ausente de la política y, lamentablemente, todo hace indicar que, salvo que las apariencias engañen, la honestidad también está ausente del sistema de administración de justicia.

Los políticos se acusan por doquier de delitos graves, pero pocos llegan a ser juzgados y mucho menos son apresados. Todo parece indicar que se valen de triquiñuelas en el Congreso y/o en el sistema judicial para salvarse y nos queda la impresión de que no es que exista ausencia de delito, sino que se las arreglan para salir airosos, se blindan y se protegen.

En ese sentido, el mensaje de los grupos políticos al ciudadano ha venido siendo: “El sistema político legitima el delito y no lo combate”. Y a nosotros, en la otra acera, no nos queda más que pensar: “No se aprendió nada de la corruptela del fujimorismo”, “todos los políticos son iguales” y, “si todos son unos corruptos”, un porcentaje importante de ciudadanos optará por algo que suena lógico: “Votar por aquellos que robando hacen más cosas concretas en beneficio de la gente”.

Y si así son las cosas, todo indica que las autoridades que llegan a las municipalidades y al gobierno regional, a pesar de las graves acusaciones que tuvieron en su contra durante la campaña electoral finalmente fueron elegidas. ¿Fueron injustas las acusaciones que recibieron, la mayoría basada en especulaciones o porque alguien lo dijo; o tuvieron la capacidad para organizar en distintas instancias del poder político y judicial una estrategia que lo protegió de rendir cuentas? “Qué importa, si todos son iguales”.

Por lo menos hay algunas obras que dejan las autoridades y que tarde que temprano, estoy seguro, se producirán las denuncias. Eso lo hace superior a los demás ex candidatos?, a pesar de que hay un grueso sector de la población que no los respalda. Entonces tendrán que hacer una gestión transparente. Hilar fino en cada actuar para evitar las denuncias.

Sin embargo, el escenario de las elecciones presidenciales no será distinto. Demasiados candidatos con cosas por aclarar. Forsyth, Lezcano, Nidia, Urresti, Keiko Fujimori, Julio Guzmán, Daniel Salaverry entre los más voceados y otros están en carrera y en pugna por llegar al Palacio de Gobierno. Son tantos los candidatos que representan a partidos políticos que ni siquiera se puede identificar y diferenciarlos; porque lo que es hasta hoy, ninguno de ellos han hecho conocer sus propuestas. Algunos de ellos manifestaron que están a cargo de un equipo de profesionales y técnicos que conocen bien su trabajo.

¿Acaso será, uno de los nombrados hace instantes el que logre ungirse de la banda presidencial? Realmente no se puede afirmar en estas circunstancias, por cuanto, hoy más que ayer, lo que se requiere y se pide es reforzar la institucionalidad que está muy debilitada, afianzar la democracia que esta zarandeada por grupo violentos que están emergiendo para desestabilizar el gobierno elegido con 97 votos del congreso.

Sin embargo, ¿qué nos queda? Nos queda, ejercer nuestros derechos cumpliendo la ley. Denunciar a los corruptos apenas se observe indicios de malos manejos, irregularidades ante las autoridades pertinentes. Concluyo con la siguiente pregunta para que usted de la respuesta: ¿El político y el ladrón son de la misma condición?

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