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Cobre: ¡el pasado, su presente y el futuro! (IV)

“No sé qué armas se usarán en la tercera guerra mundial. Pero puedo decirle cuáles se usarán en la cuarta: ¡piedras!” - Albert Einstein.

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ   

Abusos bélicos, conflictos sociales y nacionalizaciones. Cuestión previa: rechazo totalmente el abuso de poder e invasión de Ucrania por parte de la Rusia de Putin, al margen de sus argumentos, algunos de ellos valederos, porque creo que la violencia e imposición militar debe ser rechazada venga de donde venga, porque no es posible mantener la paz usando la fuerza; la cual sólo se puede lograr mediante la comprensión, el respeto y la verdad.

Sin embargo, no puedo dejar de señalar la hipocresía de muchos medios, organizaciones, ciudadanos y países que, a través de la historia, salvo algunas excepciones, han preferido mirar hacia otro lado y callar en todos los idiomas ante los abusos militares de los EE.UU. en más de medio siglo, las cuales son relatadas por la CNN, a la cual es imposible acusar de izquierdista o antinorteamericana aparte de los bloqueos económicos a países como Cuba, en los cuales los más afectados han sido los ciudadanos comunes y no las autoridades.

¿Cómo olvidar, por ejemplo, que Estados Unidos invadió México tras la independencia de Texas, iniciando una guerra en la cual el país azteca perdió la mitad de su territorio?, tras la cual se hizo popular una frase atribuida a Porfirio Díaz que dice: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. ¿Cómo olvidar, –por citar algunas agresiones–, Vietnam, Afganistán, Irak, etcétera? Sin embargo, como muy bien lo resalta Enrique Rivero Cuadros: “nadie dijo nada de estas invasiones, nadie les puso medidas restrictivas económicas y acaso hasta fueron saludadas por los gobiernos pro yankees”.

Pero dejando de lado el conflicto en el este de Europa y volviendo a nuestro entorno cercano, no puedo dejar de señalar que el conflicto que se vive cerca de Cuajone, como producto del reclamo de pobladores de la comunidad campesina de Tumilaca, Pocata, Coscore y Tala, que aún persiste en el momento de escribir esta nota, podría decirse que al igual como ocurre en Las Bambas, son síntomas de un malestar general contra un sistema económico que según el Papa Francisco  “con su lógica implacable permite que la ganancia se escape de todo control humano. Es hora de frenar el tren, un tren fuera de control que nos lleva hacia el abismo”.

Abismo al cual cada día en nuestra región nos acercamos más, producto de la desidia, cobardía e incompetencia casi total de nuestras principales autoridades, una de las cuales, tengo entendido por fuentes confiables, ante mis observaciones sobre todo en el campo de la minería, el canon y las redes ferroviarias, ha expresado que todos esos aspectos corresponden al gobierno central. ¡Pobre excusa de quien no tiene ni liderazgo, ni ideas, aparte de haber dejado de lado su ideología totalmente!

Olvida por ejemplo, que los EIA son consultados a la población;  olvida que muchos aspectos positivos, sobre todo en los ambientales y económicos (canon minero por ejemplo), fueron producto de la presión popular guiada por líderes con capacidad de gestión, voluntad de servicio y principios y no por los intereses personales mezquinos o “turísticos” que por ejemplo, cito tres casos, no les permiten revisar y proponer alternativas al uso compartido de las ferrovías que transitan por nuestros linderos; al almacenamiento de los relaves en Quebrada Honda cuyo juicio duerme el sueño de los justos o la venta de acciones del Proyecto Quellaveco y el Banco Mundial a la Mitsubishi sin que el país ni la región se beneficiase con ningún dólar, hechos por lo demás injustos considerando, además de la elevada rentabilidad de la explotación minera, la existencia de la denominada “depreciación acelerada”, que permite que las empresas extractivas puedan reducir hasta el 100% del costo total de sus equipos, infraestructura y otros a razón de 20% anual de  los impuestos, haciendo que en la practica el Estado acabe financiando la totalidad de las inversiones.

¡Y cuidado con el ejemplo chileno, en cuyo espejo generalmente nos miramos y muchas veces copiamos, no muy adecuadamente que digamos, como por ejemplo en el caso de las AFPs!

Y aquí me temo, que al igual que en el país sureño, pronto surgirán por estos lares voces que propondrán “nacionalizar todas las minas”, olvidando que nuestra realidad es muy distinta: ellos, gracias al patriotismo de su clase política respetaron la creación en tiempo de Allende de CODELCO, impidiendo su privatización, dando lugar a que hoy por hoy sea el mayor productor de cobre en el mundo, habiendo generado en sus 44 años de historia, más de US$ 115.000 millones de excedentes al estado chileno, en tanto que en nuestro país las minas aparte que se vendieron –léase regalaron–. a precios de ganga, están protegidas en cierta forma por los Tratados de Libre Comercio, mediante los cuales se ha perdido soberanía. (Continuará)

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