Una pesca que no vuelve

Por: Jorge Acosta Zevallos (Economista decano del CEM)    

El día 29 de junio se celebra en los puertos el “Día del Pescador” con su patrono San Pedro y no deja de ser una actividad productiva de valiosa importancia. La pesca desde la época de los pre-incas e incas fue una fuente de la alimentación directa. En todos los vestigios arqueológicos se encuentran punzones, anzuelos y hasta redes para extraer del mar, ríos lagos aquello que había en abundancia. En la época colonial siguió siendo artesanal y Olaya fue el personaje más conocido en la confrontación por la independencia de la metrópoli española. En la Republica siguió caracterizándose como extractiva para el consumo directo y destacan por ejemplo lo aimaras expertos pescadores del Lago Titicaca.

La revolución pesquera ocurriría en la última parte de la década del 40 del siglo XX con la fuerte demanda de alimentos en los países vencedores de la II guerra mundial acompañada de la innovada tecnológica en la producción. En su primera etapa en nuestro país a partir de los años del 50 se instalan en Chimbote, el Callao e Ilo la industria de conserva de pescado. Crece entonces el número de embarcaciones de pesca de pescado y también el número de pescadores de mar. La inmigración desde el campo rural hacia las caletas y puertos es masiva y explosiva.

El gran mar de Humboldt era prodigioso y de recursos vírgenes abundantes. Se elabora latas de conserva de pescado que se exportaba al hambriento mercado internacional por la guerra y para la guerra. Nuestro país sin leyes para regular la extracción, sin normas tributarias que le permitan captar más ingresos fiscales permite el libertinaje sin límites de la extracción. Los trabajadores, pescadores, empleados y los mismos empresarios gozaban de beneficios monetarios que antes no habían tenido.

Seguirá la etapa siguiente, década del 60, la pesca industrial para elaborar harina y aceite de pescado y es la anchoveta el centro de la extracción. Y nuevamente se instalan más plantas que convierten el pescado fresco en harina de pescado y se exportan millones de toneladas métricas de estos productos al mercado internacional esta vez para crear principalmente concentrados que realimenten el ganado vacuno y principalmente la producción avícola (pollos). Vivíamos el boom pesquero con empresarios pesqueros enriquecidos y pescadores que creían que la luna de miel les duraría de por vida.

Se producirá las primeras crisis por la presencia del fenómeno del Niño, la depredación del recurso y por la competencia internacional de otros productos como la soya. Para salvar a la incipiente burguesía pesquera el Gobierno militar de Velasco en la década del 70 nacionalizo toda, pero toda la actividad pesquera. Embarcaciones, fábricas y trabajadores pasaron a depender del Estado. Se forma la empresa estatal más grande de la historia Pesca Perú que se propuso elevarla al estamento de una empresa nacional peruana. Sin embargo, la carencia de funcionarios patriotas lo mellara burocratizándola y no dándole una visión de futuro.

El ascenso de Morales Bermúdez decide acoger las recomendaciones de la Sociedad Nacional de Pesquería de empezar la privatización con las embarcaciones extractoras del recurso de la industria pesquera. Se mantendrá en manos del Estado las fábricas y comercialización entre los gobiernos de Fernando Belaunde y Alan García que la burocratiza más.

Con Alberto Fujimori que vendió al sector privado todo lo que tenía el nombre de Perú, privatiza totalmente, a precio huevo, todo, pero todo el sector pesquero. Se acaban los derechos de los trabajadores tanto de las fábricas como del mar. En el interregno se dan la presencia más continua del fenómeno del niño, la reducción ostensible de la reserva del stock de la biomasa. Prima la pesca industrial y la de conserva de pescado solo se focaliza en algunos puertos y ciudades. Se forman grupos económicos en la pesca que por ejemplo concentran a todas las embarcaciones pesqueras. La historia es un sin fin como a la reaparición de la pesca negra, la elevación del precio de la harina de pescado que no va con la calidad y volumen del mismo.

El puerto de Ilo es otro ejemplo, no se sabe porque razones la pesca industrial desapareció, lo que si sigue sostenible, hasta ahora, es la pesca artesanal que aporta a la alimentación popular. Los tiempos han cambiado ante el calentamiento global, es obligatorio pensar en sembrar en el mar y la extracción debe ser sostenible. Los pescadores deberán mejorar sus capacidades y emprender más la asociatividad y el emprendurismo. Por ese futuro gracias pescadores para poder decir la pesca vuelve.

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