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Un mes de julio muy frío

Mes de julio, de renovación y afectos patrios, punto de encuentro para solventar entre los poderes del Estado, a efecto de las oportunidades circunstanciales, madurez política y responsabilidad institucional con nuestro país, que reclama a voz alzada rectificaciones, diálogo, disposición y compromiso democrático.

POR: VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS   

Si bien el clima nos propone días muy friolentos, a los que no estamos acostumbrados, y con el recrudecimiento de la pandemia, aunque bajo un proceso controlable; en el escenario político, la temperatura está bastante elevada: el informe de la Comisión de fiscalización que recomienda formular acusación constitucional contra el presidente Pedro Castillo, que debe sustentarse esta semana en el Pleno del Congreso, el proceso constitucional en curso contra la vice presidente Dina Baluarte, se acaba de censurar al Ministro del Interior y no son pocas las voces parlamentarias que piden interpelar al Premier Aníbal Torres, bajo el riesgo de acabar en una censura, que puede concluir con su disolución, en momentos donde persisten los excesos verbales, más huelen a sistemática provocación, como el reciente caso de enaltecer a las rondas campesinas sobre el rol de las fuerza armadas.

A ello se suma la decisión congresal de ampliar la legislatura, cual si fuera los tiempos limitados, cuando se sabe perfectamente que se está culminando un primer año de los cinco que dura el periodo parlamentario, en la imprudencia de aprobar normas importantes, pero  ajenas al debate que le den mayor sustento y argumentación, que el propio Tribunal Constitucional ha observado, respecto a la inconstitucionalidad de las normas exprés por falta de “deliberación parlamentaria”; en un forzado escenario de sensibilización, se pretende aprobar la restitución de la bicameralidad, en cuya propuesta se intenta “infiltrar” materias de una reforma mayor, y que ameritan una necesaria discusión porque inciden en la forma de gobierno.

Por mandato constitucional corresponde que el presidente la República acuda al Congreso a dar su mensaje a la Nación este próximo 28 de julio, y en la coyuntura que compartimos, despierta una inusual atención ciudadana, por el contenido y especialmente respuestas que dará el presidente, en un escenario público y formal, cuando su actitud se ha caracterizado por la renuencia y escasa atención a los medios de comunicación como interlocutores públicos.

Una posible recomposición de su Gabinete puede antecederlo, esclarecimiento de las denuncias sobre su más cercano entorno familiar, deslinde y reposicionamiento de su gobierno sobre los hechos de corrupción en las más altas esferas, son temas que no deben eludirse por la salud democrática de nuestro país, que requiere de disposición y transparencia en su primera autoridad; una agenda doméstica, inconcebible en la madurez democrática en que alegamos sostenernos.

Sin embargo, no debemos distraernos, en las funciones propias que debe asumir y liderar el Ejecutivo, a instancia de su Presidente, esperamos se nos exponga sobre las prioridades de sus políticas públicas, las respuestas que desde el gobierno deben darse a los problemas sanitarios, la escasez y encarecimiento de alimentos, la crisis económica que si bien solventadas por los altos precios de las materias primas, éstas empezaron a mermar y de manera sustantiva, el respeto a la libertad de prensa, el respeto a la autonomía de las instituciones, y sobre todo bajo que lineamientos se sobrellevará la gobernabilidad de nuestro país, los correctivos para alentar un necesario diálogo político bajo un imprescindible consenso. Una oportunidad, de las pocas que tendrá, para asumir un liderazgo distante y autoexcluido, por sus propias falencias, que le permita recuperar su alicaída legitimidad, y fortalecer la gobernabilidad, que es su directa responsabilidad.

En el primer mensaje del Presidente Castillo al asumir el mando, hace un año, alcanzó su propuesta matizada de Asamblea Constituyente, bajo los parámetros habilitantes de la propia Constitución, tardo ocho meses en presentar el proyecto y el Congreso tardo escasamente tres semanas para derivarla al archivo; estas oportunidades políticas, permiten también gestos y es así que nos expresó que el Palacio de Gobierno sería un museo bajo responsabilidad del Ministerio de Cultura y que los jóvenes que no estudien ni trabajen tendrían que hacer su servicio militar, propuestas que no llegaron a concretarse y quedaron agotadas en el mensaje.

El expresidente Martin Vizcarra, tuvo más habilidad política y en su primer mensaje de julio del 2018, más allá de los ejes temáticos respecto a la política de gobierno, anunció su voluntad de impulsar la reforma política, bajo la convocatoria de un Referéndum sobre la no reelección de congresistas, Bicameralidad, financiamiento partidario y la Junta Nacional de Justicia. Un año más adelante, y ante la insostenibilidad de las relaciones Ejecutivo-Legislativo, consideró el adelanto de elecciones generales, bajo una reforma constitucional, que acorte el mandato presidencial y congresal.

Ambos mensajes produjeron un verdadero contraste político, por la envergadura de los temas, generando un inclusivo debate ciudadano. En el mensaje, del mismo presidente, en julio del 2020, y ante un nuevo Congreso-se había disuelto el anterior- incidió en los temas delicados del país, inmersos en la pandemia, la reactivación económica, el mejoramiento del sistema de salud, poniendo énfasis en la convocatoria a las fuerzas políticas para un “pacto por el Perú” para un proceso electoral ordenado; irónicamente la respuesta de esa propuesta-pacto fue su vacancia.

Este mes, también corresponde al Congreso, una decisión importante y aún más trascendente por las circunstancias, por disposiciones reglamentarias deberán elegir a la nueva mesa Directiva por ende la nueva Presidencia del Congreso este 26 de julio, y podría quedar allí como un relevo natural de un órgano constitucional; sin embargo, existe el reparo de que, la imprevisibilidad como particularidad de este Congreso, pueda estar destituyéndose a nuestras primeras autoridades y en la sucesión presidencial que regula nuestra constitución, quien asuma la presidencia del Congreso, asumiría la presidencia de la República, y no resulta atrevido advertirlo, nuestro pasado inmediato es nuestra mejor respuesta; una disposición constitucional excepcional por la fuerza de los votos deviene en ordinaria, soslayando principios fundamentales en que se sostiene nuestra institucionalidad democrática.

Por consiguiente, es sumamente gravitante esta próxima elección, sin bien el presidente Castillo, desde sus acciones de Gobierno no solo genera incertidumbres sino desapegos, el Congreso está sumido en una grave crisis de legitimidad por su persistencia en sus acciones individuales como corporativas de desentenderse de la ciudadanía, allí su mermada o insignificante aceptación.

La desafectación ciudadana no debe confundirse, porque está atenta e informada al acontecer político, lo que implica sopesar las decisiones que se asuman, el cansancio tiene un límite y este puede explotar en un paso adelante por la propia sobrevivencia.

Mes de julio, de renovación y afectos patrios, punto de encuentro para solventar entre los poderes del Estado, a efecto de las oportunidades circunstanciales, madurez política y responsabilidad institucional con nuestro país, que reclama a voz alzada rectificaciones, diálogo, disposición y compromiso democrático.

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