Martín Vizcarra: verdades ocultas de un héroe de barro

Ese es el personaje que tenemos ante nosotros: un hombre que se esfuerza por mostrarnos, una imagen distinta a su naturaleza. “Ser y no parecer”

POR: KAREM ROCA LUQUE     

Tomamos pasajes del libro “El Perfil del lagarto”, para analizar algunos párrafos que describe exactamente cómo es este reptil. Para Martín Vizcarra resulta más fácil decir que todo es mentira, y si todo es mentira como dice, aquí la pregunta: ¿Por qué no denunció a Carlos Paredes?

Vizcarra no puede denunciar a Carlos, porque como dice el dicho: “a las pruebas me remito”, y con tantas pruebas en su contra, sabe que siempre perderá soga y cabra. Sus respuestas llenas de mentiras se desvanecen, ya que mientras siga tildando a los informantes de odiadores y resentidos, fortalece más su sentimiento de abrir paso a la verdad. Además, quienes lo conocen de cerca, pueden demostrar lo contrario, por eso, solo le queda responder a cuanto medio periodístico le haga las preguntas sobre el libro, decir siempre su fluido floro: “el libro El perfil del lagarto del periodista de investigación Carlos Paredes, “es fruto del rencor” que tiene el autor hacia su persona, y forma parte de un “cargamontón” que existe hacia su ex candidatura al Congreso, y hoy en día como candidato a la Presidencia de la República.

Pero el Lagarto miente sistemáticamente, porque no podrá ser candidato a la Presidencia, por más que suba a todos los cerros de Lima y regale peluches de lagarto a los niños, regalando pelotas, y siempre con una buena olla de comida preparada con el apoyo de las mujeres que buscan el día a día para vivir.

Esta campaña forma parte de las constantes visitas de este señor a la gente necesitada, gente con ilusión de que el gobierno de una mirada para esos lados. Pero lo que no saben, es que Vizcarra nunca cumple sus promesas, y más si tiene poder en camino, se olvida de lo que promete, como olvidará los cerros visitados, porque el círculo de poder que lo rodea solo ven sus propios intereses, y desviarán las promesas al gobierno local.

Aprovecha la ignorancia de la gente humilde, la necesidad que tienen, y se burla de sobremanera de ellos, porque es gente que no tiene la información pertinente. Existen zonas donde no llega señal, internet y otros medios de comunicación. Cuando llega al punto de encuentro con la gente, solo atina en hablar mal del gobierno, de su ex asistente y de todas las personas que saben y tienen pruebas de sus actos de corrupción.

Lo que Martín Vizcarra hizo en sus treinta y dos meses en Palacio de Gobierno fue repetir el patrón de su conducta como presidente regional de Moquegua. Al no aceptar el trabajo del Congreso como parte del equilibrio de poderes en una democracia representativa, volvió a la fórmula que tan bien le había resultado, cuando en Moquegua coaptó a dos consejeros regionales de oposición para gobernar sin control ni fiscalización. Recordamos cuando enamoró a una consejera y capturó a otro como aliado, si, si, si a todo.

Recordemos el caso del famoso “Tlaloc” y el apoyo a las mesas de diálogo, etc. Pues ya con esos dos consejeros de su lado, se podía decir que tenía el control de todo. Y para cerrar con broche de oro este tema, su dizque leal chofer y seguridad de estado, siempre se iban de boca.

Este lagartito se pasó de confiado, en aquellos tiempos todos sabíamos por boca de su famoso chofer “cri cri” y su seguridad de apodo ·el sobón Manuel” que le consiguieron una casa escondida frente al parque ecológico, casa de un general en retiro amigo del sobón, quien prestaba la vivienda para sus encuentros románticos.

Lo demás es historia conocida por los Moqueguanos mudos que le deben favores a Vizcarra.

Recuerdo una anécdota que parece ser “chisme”, pero es la mejor metáfora de su conducta pública. Martín Vizcarra tiene el cabello lacio, muy lacio, tanto que sus amigos de infancia y adolescencia le decían «pitas», que es el equivalente de «trinchudo». A él le enojaba mucho. Desde que pudo, a los diecisiete años, cada dos meses viajaba a Arequipa a ondularse el cabello, eso que las estilistas llaman «hacerse la permanente». Lo hacía en Arequipa porque nadie en Moquegua debía enterarse. Ya en Palacio como presidente, decidió hacerse implante de cabello, porque se dio cuenta que se estaba quedando calvo.

Ese es el personaje que tenemos ante nosotros: un hombre que se esfuerza por mostrarnos, una imagen distinta a su naturaleza. “Ser y no parecer”

Vizcarra no usa Rolex, tampoco cadenas de oro, porque siempre fue su caballito de batalla mostrarse como un sencillo provinciano haciendo las cosas bien, pero detrás de todo siempre tiene una historia oculta.

Recibió muchos regalos (adornos de Hilaria) joyería en plata y nunca se indignó por ello.

Vizcarra es tildado como traidor por muchas personas que tienen como defender sus dichos. En uno de los capítulos del libro “el Perfil del lagarto” se relata como Martín Vizcarra debutó como candidato haciendo un fraude. Lo dice categóricamente un viejo militante y dirigente aprista de Moquegua que tiene las pruebas para sostener tamaña acusación. Fue en el año 2006, cuando el hijo de César Vizcarra, otro histórico militante aprista moqueguano y exconstituyente en 1978, logró inscribir su candidatura a la presidencia regional de Moquegua por el APRA, sin estar inscrito como militante aprista ni haber ganado la elección interna. Para los apristas de Moquegua, la actitud de Vizcarra produjo resentimientos profundos, al asemejarse a la actitud de su padre en las elecciones de 1978 para elegir la Asamblea Constituyente convocadas por la dictadura militar. Los más antiguos recuerdan que César Vizcarra Vargas fue el único candidato aprista a nivel nacional que desacató la consigna partidaria de no hacer campaña por sus respectivos votos preferenciales. La idea era que el líder histórico del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre, que llevaba el número 1, sacara la mayor cantidad de votos para que presidiera la Asamblea Constituyente, como así sucedió. Pero Vizcarra padre sí hizo campaña con su número; logró elegirse y ser el único representante aprista de Moquegua, y de los pocos del sur del país. Esa actitud, en su momento, fue considerada también una traición. Veintiocho años después, el hijo también traicionaba al partido, algo imperdonable para los dogmas y mística apristas. Es por eso que los dirigentes moqueguanos se han convertido en críticos acérrimos de Martín Vizcarra, de sus gestiones tanto como presidente regional como de los dos años y ocho meses que estuvo en la Presidencia de la República. Los líderes de la facción con la que llegaron a un supuesto pacto de caballeros han seguido su carrera política meticulosamente y no se guardan epítetos.

Rodolfo Torres lo ha llamado públicamente «mitómano congénito, empedernido y desalmado». El odontólogo y experto en salud pública lo resume con una suma de patologías; para él es un sujeto que miente compulsiva y descontroladamente, que se cree sus mentiras, que no diferencia la realidad de sus inventos y que todo lo hace para justificar sus fechorías. Para Rodolfo Baldi Burga, su colega ingeniero civil y el otro candidato defenestrado, Martín Vizcarra es y seguirá siendo un felón. Usa este adjetivo tan fuerte porque sostiene que no puede respetar a un traidor incorregible. Dice que escuchaba muy sorprendido cuando Vizcarra explicaba su propuesta de reforma política en el 2018, especialmente cuando sostenía que esas reformas iban a traer institucionalidad y democracia interna a los partidos políticos. Entonces se preguntaba cómo un sujeto que no respetó la democracia interna del APRA e impuso su candidatura a cualquier costo puede dar lecciones a los otros partidos. «Es como si Nerón nos esté hablando de apagar incendios», concluye. Para los compañeros de su padre, definitivamente el «heredero» le ha salido corregido y aumentado, pero no en sus virtudes. Si no lo sabía amigo lector, ahora ya lo sabe.

La verdad siempre es incómoda para quienes quieren vivir de apariencias, siempre ocultando un pasado que no se puede tapar, porque, así como es tildado Vizcarra de traidor, siempre se ha rodeado de gente que termina dejándolo solo, porque más tarde que nunca se dan cuenta de que en cualquier momento serán traicionados por el mitómano.

Amables lectores nos vemos la próxima semana, ante tanta lucha por abrirle paso a la verdad.

“Seguiré siendo la roca en su camino, una roca que va de la mano con su mejor abogado, Dios”.

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