DIARIO LA PRENSA REGIONAL |

Tiempos difíciles, tiempos de decisiones

El Congreso propone diversas posiciones, en la incapacidad de armonizar ante el país, pero que en el fondo es la renuencia a irse, el cronograma, la necesidad de reformas previas -bicameralidad y reelección-, referéndum para asamblea constituyente o sencillamente culminar su periodo el 2026.

POR: VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS   

Una reconsideración planteada a último momento, particularidad de la práctica parlamentaria, puede salvar la insuficiente votación en el pleno del Congreso de 49 votos a favor del Dictamen de la Comisión de Constitución sobre el adelanto de elecciones generales, que implica una doble votación: la admisión de la reconsideración que requiere de 66 votos y si prospera se volvería a votar sobre dicho Dictamen. ¿Qué esperamos? en la característica imprevisibilidad, oportunismos y desconexión congresal, cualquier cosa puede pasar y es una lástima escribirlo en esos términos, porque de por medio están las masivas e indistintas respuestas ciudadanas, exteriorizadas en todo el país.

De manera reiterada escribíamos en este gentil espacio que se nos brinda semana tras semana, de la implícita política de sobrevivencia que se concedían ambos poderes y aún en las inciertas circunstancias en que está sumido el país, se mantienen incólumes. El Congreso propone diversas posiciones, en la incapacidad de armonizar ante el país, pero que en el fondo es la renuencia a irse, el cronograma, la necesidad de reformas previas -bicameralidad y reelección-, referéndum para asamblea constituyente o sencillamente culminar su periodo el 2026. La presidente Boluarte, va en esa línea zigzagueante, en sus primeros anuncios la ruta era quedarse hasta el 2026, luego corrigió ante el rechazo ciudadano para proponer una iniciativa legal de adelanto de elecciones, pero aún advertida de la votación parlamentaria, y en la posibilidad de una renuncia que facilite el camino electoral, su respuesta fue un no contundente.

El primer Dictamen de la Comisión presidida por el fujimorista Hernando Guerra García proponía que las autoridades elegidas el 2021 concluyen su mandato en julio del 2023, luego el Dictamen sustitutorio puesto a votación en el pleno fue de adelantar las elecciones generales para diciembre del 2023 y el mandato debe concluir en Abril del 2024; en tanto que la propuesta primigenia del Poder Ejecutivo proponía que dicho mandato concluye su mandato el 28 de julio del 2024 y que la Presidenta de la República convocará a elecciones generales, las que se llevarán a cabo en el mes de abril de 2024, que gradualmente, al compás de la temperatura política, fue variando para que sean las elecciones a fines del 2023 y ni qué decir del debate público, donde fluye diversas propuestas, unas por impulso de la oportunidad, algunas por responsabilidad, muchas por no estar al margen de la tribuna mediática; lo cierto es que si bien hay un clamor y convencimiento ciudadano de nuevas elecciones, según las recientes encuestas del IEP el 83% de peruanos quieren nuevas elecciones generales, la toma de decisiones desvaría en lo improductivo por no decir lo irresponsable.

El sistema electoral, integrado por el Jurado Nacional de Elecciones, la Oficina Nacional de Procesos Electorales y el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil, se ha manifestado sobre el adelanto de Elecciones Generales para el 2024, pero al no haber sido consultado para adelanto de elecciones en diciembre de 2023, no se ha pronunciado; pero ya sobre lo primero expresaba la necesidad de que el Congreso deba efectuar determinadas modificaciones normativas, especialmente sobre la paridad y alternancia, las elecciones primarias y reajustes indispensables a los plazos, sin menoscabo de la seguridad y certeza jurídica. No pasemos por alto que estos órganos constitucionales son de carácter técnico y que las decisiones políticas no les corresponden, más bien se adecuan; recordemos las no programadas: consulta ciudadana en el Referéndum de diciembre del 2018 o las elecciones complementarias de enero del 2020.

El politólogo Carlos Meléndez, recientemente apuntaba de manera precisa sobre nuestra coyuntura política “los acuerdos políticos son el principal instrumento para evitar la continuidad del caos. La resolución del estallido social chileno es una muestra de los reflejos de sobrevivencia política que puede sacar a relucir la clase partidaria afectada… Y en este tipo de acercamientos, alguna fuerza tiene que ceder, al menos temporalmente como hizo la derecha…las propuestas de reformas se dejaron para una siguiente fase, pero se salvó la emergencia”. La palabra clave en esta difícil y compleja circunstancia es pragmatismo, no podemos caer en la exquisitez de insistir en reformas políticas, de salvaguardar modificaciones largamente postergadas cual, si fueran condicionamientos, cuando ahora si hay “un momento político” (del llamado “momento constituyente”), donde al unísono se reclama, se exigen elecciones generales y esa debe ser la perspectiva en que se orienten las decisiones. No estamos señalado que no son necesarias las reformas políticas, consideramos que son fundamentales, pero el contexto de la problemática nacional, puesta en evidencia en todas sus dimensiones reclaman priorizaciones en la urgencia de su atención. Claro que los problemas son estructurales, desnudados en la impronta de la pandemia, con un Estado débil, ausente, renunciante; claro que los problemas están en la llamada “sala de máquinas”, pues fuimos incapaces de cambiar el andamiaje que ancló para un estado excluyente y selectivo.

Alguna vez este congreso tiene que adecentarse frente al país y asumir las responsabilidades históricas que se le reclaman, el drama y el dolor de muchas familias que ofrendaron la vida de los suyos, por zanjar con estos tiempos de inmundicia política, deben ser más que alicientes, para decidir y vaya que los tiempos no juegan a favor. Un adelanto de elecciones generales, no puede hacerse sin modificaciones a la Constitución, y a efecto de ello se regulan dos procedimientos: uno, votación de mayoría absoluta de votos más referéndum y dos, mayoría de 2/3 de votos en dos legislaturas(periodo de sesiones); ya en la trama de manosear las respuestas se amplió la legislatura, que culminaba este último 15 de diciembre hasta el 31 de Enero, corresponde ahora admitir la reconsideración, lograr los votos y luego adelantar la segunda legislatura que se inicia el primero de marzo, lograr los votos y con ello facilitar la disposición de tiempos en el cronograma electoral, cumpliendo con las previas y necesarias reformas constitucionales.

El debate parlamentario de estos días ha sido bastante limitado, izquierdas y derechas, toma y daca, tu bicameralidad yo Asamblea Constituyente, soslayando la realidad de un país que se destrozaba, no quieren irse. Tienen que entenderse la real magnitud de la crisis que estamos compartiendo heridos, fallecidos, estado de emergencia, restricción de libertades, toque de queda, que más tendría que suscitarse para que se tome conciencia de la crudeza de los hechos. En estas últimas horas por las medidas dictadas por el gobierno nacional, pareciera que la protesta social ha mermado, cuidado con subvaluar el dolor, el sentir, el rechazo ciudadano, es todo un país que está a la espera de cómo evolucionan los acontecimientos y las decisiones políticas, y es aquí donde el parlamento debe decidir; desde el gobierno central, ya deslindaron presentando su proyecto de ley y endosando la tarea. Horas difíciles, reclaman decisiones oportunas.

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