Por: Lic. Yessica C. Rodriguez Torres
Desde hace meses escuchamos innumerables opiniones en las que se afirma que el espíritu político del otrora candidato presidencial, hoy flamante presidente peruano, es de corte comunista.
Automáticamente, la comparación que se genera en mi mente, con los gobernantes de Guatemala: Arévalo (1945-1950), profesor como Castillo, y Árbenz, el que le sucedió, se da como un espejismo.
Luego, me detengo pensando en el oscuro personaje de Abbes García y su probable versión en la derecha peruana, o tal vez de otra vena partidaria o internacional.
Y me digo, ¿será que Castillo tiene toda la buena voluntad para apuntalar y sostener el desarrollo de nuestros compatriotas del Perú profundo, más vulnerables y más pobres?
Arévalo, soñaba con la reforma agraria, que esta beneficie a los campesinos que trabajasen la tierra, que sus conciudadanos, se alimenten mejor y se vistan mejor, él mismo reflexionaba en la concretización de este sueño imposible, como él lo catalogaba.
No contaba con el pulpo económico extranjero, que no solo no lo dejó hacer realidad su sueño, sino que implantó el caos en ese país.
¿Será que también aquí, en Perú, el monstruo monopólico del poder empezó y quiere tumbarse al gobierno Castillista?
Hay tanta similitud entre nuestro presidente y los otros presidentes.
Apoyo mi comparación presidencial guatemalteca, en la última novela de Vargas Llosa “Tiempos recios”.
Remarco que más poderosas que las fuerzas del opositor, son las fuerzas de los grandes capitalistas.
Cada día, al finalizar las noticias termino preguntándome, ¿será que Castillo está viviendo lo de Árbenz?
Solo el tiempo, como siempre, dará la razón a quien la tiene. Con el agregado que, en el camino, allá en Centroamérica como aquí, existirá el tristemente denominado “costo social”, al que nos referimos todos como si fueran solo cifras de muertos o heridos.
Así lo vemos porque gracias a la providencia no son nuestros familiares los que pasan a engrosar esa lista de sacrificados ciudadanos.
Hace pocos días hemos pasado ya los 200 años del grito libertario, de hoy para adelante, cada día, tengamos en cuenta toda opinión, todo escenario, abramos nuestros ojos y oídos para que no monten en nuestro país su teatrito político.