Mi bandera es mi bandera, desde el 21 de octubre de 1820

Valdelomar nos recuerda desde hace más de un siglo, que la bandera peruana es hija de San Martín, nieta de Manco Cápac y madre de Grau y Bolognesi, en una bella expresión que se hunde en las raíces de la patria a través de la bandera, de esa patria más que milenaria en la sierra, selva y costa del país.

POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DE LA DNEF DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)   

Un gran poema cuyo contenido se relaciona con nuestras fronteras, del compositor Augusto Polo Campos, nos hace relacionar su contenido, con uno de los símbolos patrios, la bandera roja y blanca que flamea en todo el territorio nacional.

Como lo dijimos en un artículo anterior, publicado en este medio de difusión, en cada espacio nacional, la bandera, tiene un significado como símbolo patrio, engarzado en la memoria colectiva, en nuestras retinas, y en todo nuestro ser,

Los literatos de todo el territorio nacional le han compuesto poesías a la Bandera, desde unas de contenidos dirigidos a los niños, otros a los adolescentes, y otras a los adultos, resultando inolvidables los escritos de Abraham Valdelomar y de Enrique López Albújar, escritores que con la agilidad de su pluma hicieron posible que se refuerce el sentimiento nacional, vinculando poéticamente el pasado con el presente y el futuro.

Valdelomar nos recuerda desde hace más de un siglo, que la bandera peruana es hija de San Martín, nieta de Manco Cápac y madre de Grau y Bolognesi, en una bella expresión que se hunde en las raíces de la patria a través de la bandera, de esa patria más que milenaria en la sierra, selva y costa del país.

El poeta iqueño nos traslada a escenarios, donde el mismo San Martín, creador de la bandera peruana, puso su huella, al trajinar por tierra peruana, entre 1820 y 1822. Y López Albújar con versos épicos que nos hacen sentir guerreros defendiendo a la patria, nos motiva a defender la integridad del territorio donde flamea nuestra bandera.

Es un hecho histórico, de conocimiento general, que el general don José de San Martín, fue el creador de la bandera, el 21 de octubre de 1820; producto de la meditación y comparación con el pasado, que, a través de ese símbolo, que, modificado al poco tiempo, trato de sintetizar la esencia del Perú, de esa nación que resurgía organizada como un Estado independiente.

Estoy seguro que muchos moqueguanos y moqueguanas han leído poesías a la bandera que se han escrito y declamado en otros espacios del Perú, sobre todo cuando no existía la televisión y las redes sociales que hoy atrapan a los niños y a los adolescentes, y a través de la lectura se sentía la intensidad de un sentimiento que nos conectaba con la patria.

Hoy resulta inolvidable evocar una canción motivadora hacia el amor por la patria, que decía “Esta es mi bandera, hermosa y querida, por ella la vida sabré yo rendir”. Nos recordaba que la nuestra es la blanca y roja que amamos desde la cuna, porque nos amamantaron mujeres que tienen esa bandera, como uno de sus símbolos nacionales. La letra completa era: Saludemos compañeros, con canción altiva y franca, la bandera roja y blanca, que es la enseña del Perú. Esta es mi bandera, hermosa y querida, por ella la vida sabré yo rendir. Es blanca y es roja, ostenta serena, fulgor de azucena y ardores de sol.

Imposible olvidar la composición mexicana que nos recordaba empezando “Tierras libres que jamás, nadie podrá conquistar”, que la América Inmortal, apostaba por su independencia, defendida desde cada sitio, al margen de los colores de su bandera.

Era un canto obligado en la primaria, esa que se entonaba cada mañana en la formación escolar, y no solamente en junio y julio, cuando henchidos de emoción con un corazón peruano decíamos a gran voz; “Cual retazo de los cielos, do jamás se opone el sol, es la enseña de mi Patria, la bandera bicolor. ¡Salve, bandera mía! ¡Salve Patria adorada! Quiero siempre a tu lado vivir, quiero por ti, morir, Si, sí”.

Una de las más emotivas, quizá resulte: “Bandera sin mancha que flotas altivas, allá en las regiones del aire y del sol. Y en ondas y giros magnifica luces, los bellos colores de nuestra nación. El fuerte guerrero que marcha al combate, el hombre de Estado, que rige el país. El sabio que enseña, el niño que aprende, te sigue te aman, se inspiran en ti”.

La Marcha de banderas resultaba altamente motivadora, desde que se entonaba repitiendo a viva voz: “¡Arriba! ¡Arriba! Arriba el Perú y su enseña gloriosa e inmortal, llevad en alto siempre la bandera nacional: Tal la llevaron con gloria y honor, héroes peruanos de invencible ardor; arriba, arriba, siempre la bandera nacional. Es la bandera del Perú, de blanco y rojo color, cual llamarada de honor, que en Ayacucho y en Junín, victoriosa amaneció con el sol de la libertad. Todo peruano ha de sentir, vibrar en su corazón, amor al Patrio pendón, y bajo sus pliegues luchar, y si fuera menester, por sus lauros y honor, morir”.

Hermosas canciones cargadas de civismo, que fueron columnas vertebrales en la motivación de los sentimientos patrios entre los niños del Perú.

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