La oportunidad de la derecha

Por: Mauricio Aguirre Corvalán

Keiko Fujimori se niega a tirar la toalla. El fin de semana insistió una vez más en que “el partido no ha acabado”, que se pretende “consumar el fraude en la mesa” y que no van a aceptar los resultados de la votación del 6 de junio que el Jurado Electoral seguramente hará públicos dentro de pocos días. La candidata fujimorista, en buena cuenta, nos está diciendo que ella ha ganado las elecciones y no Pedro Castillo.

Lo que comenzó con una acusación de supuestas irregularidades en las mesas de sufragio, en pocos días creció hasta convertirse en un poco orgánico pero activo movimiento de diferentes fuerzas de la derecha peruana que sumaron esfuerzos detrás de lo que denunciaron era una organización bien orquestada de Perú Libre para suplantar actas electorales y lograr que Pedro Castillo gane las elecciones con trampa.

Aunque en realidad, si uno analiza en detalle sus manifestaciones, el discurso de sus líderes y los crecientes movimientos en redes sociales, el objetivo de este renacer de la derecha peruana no es en realidad conocer la “verdad” de los resultados electorales, sino evitar que Pedro Castillo llegue al poder porque están convencidos que así impedirán que se instale en el Perú un gobierno comunista, con todas las consecuencias que eso podría acarrear. La propia Keiko Fujimori en su aparición del fin de semana dijo: “Yo les digo desde acá, y creo que represento la voz de tantas personas que lo decimos bien claro, no al comunismo, fuera el comunismo”.

Es verdad que un gobierno comunista puede resultar siendo un desastre para el país. Como ya lo dijimos en reflexiones anteriores, el profesor Castillo es hoy por hoy un personaje enigmático e impredecible. No sabemos cómo ni con quién finalmente va a gobernar, y si la izquierda moderada que hoy lo arropa tendrá una vida larga dentro de su mandato o será prontamente expectorada por el radicalismo de Vladimir Cerrón bajo su autoproclamado paradigma de ser los únicos que representan la voz del “pueblo”. Todavía no tenemos idea de lo que será el gobierno de Castillo, y efectivamente, puede terminar siendo un salto al vacío.

La insistencia de Keiko Fujimori en su denuncia apunta a mantener la idea de fraude y de una elección ilegítima, pero la pregunta es cuanto más puede ser rentable para la derecha y no sólo para la candidata perdedora este discurso una vez proclamado Pedro Castillo como presidente. Si bien Fujimori parece querer mantenerse anclada al pasado reciente para no aceptar su fracaso como lideresa de la derecha, diversos sectores de esta derecha renacida por la polarización en las recientes elecciones ya deberían apuntar a otros escenarios y discursos como búsqueda de una consolidación en la política nacional de cara al futuro gobierno de Pedro Castillo.

La derecha, con todas sus variantes, extremismos y moderaciones, está ante una oportunidad que dejará pasar si se queda rumiando un fraude que nunca pudo demostrar, en vez de presentarse como una sólida fuerza democrática de oposición concentrada en la crítica y fiscalización responsable a las acciones del nuevo gobierno.

Con el paso de los días o las semanas seguramente vamos a tener una mayor claridad sobre los caminos que tomará finalmente la derecha, y si sus distintos líderes estarán a la altura del reto que el país les plantea, o si insisten en su tesis del fraude electoral como preámbulo para intentar boicotear al gobierno desde el Congreso, e incluso para seguir tocando las puertas de los cuarteles.

Si los rumbos que tomará el futuro gobierno de Pedro Castillo es todavía una incógnita, el camino que finalmente tomará la inorgánica pero renacida derecha peruana es igual de incierto. Que el Perú tenga una derecha sólida, organizada y activa en la política le hace mucho bien al país. Consolida partidos con opciones definidas y previsibles y evita aventureros que aterrizan en la política cada cinco años. Pero para eso, entender el valor de la democracia y la tolerancia es fundamental.

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