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Esposa de Hugo Benito: “Me lo mataron y nunca le pusieron el casco, ni me lo devolvieron. Lo negociaron”

Esposa de comunicador social Hugo Benito, denunció mediante su cuenta de Facebook, que recibió maltrato por parte del personal médico y que incluso no habían colocado a su esposo el casco CPAP con válvula PEEP para salvarle la vida, e incluso no se lo han devuelto.

La señora Marisol Pareja, esposa del comunicador mollendino Hugo Daniel Benito Coaguila, dio a conocer su testimonio sobre la situación crítica que vivió en el Hospital Honorio Delgado de la ciudad de Arequipa, donde estaba internado al haber dado positivo a COVID-19 y luego dejó de existir.

Denunció mediante su cuenta de Facebook, que recibió maltrato por parte del personal médico y que incluso no habían colocado a su esposo el casco CPAP con válvula PEEP que le exigieron para salvarle la vida e incluso no se lo han devuelto.

«Me están matando», fueron sus últimas palabras del periodista mollendino, cuando se comunicó vía celular con su esposa.

En el texto se lee: «En esta vida todo se paga. La vida se encarga, siento un dolor grande, les contaré mi verdad sobre los últimos días de mi esposo en el Honorio Delgado. Ahí los matan (a los pacientes)”.

Él estuvo a mi lado hasta el día 20 de julio, yo era su enfermera y al menos estaba estable. El 21 día, de su cumpleaños estaba feliz, habló por celular con algunos amigos, su saturación subió, hasta el día 25 que recayó por la tristeza de no verme.

Me llamó por teléfono para decirme que no fueron los médicos a verlo. Toda la noche no fueron a medicarlo, ni a cambiarlo y el agua del oxígeno estaba cristalizada. Llamé por teléfono y recién fueron a verlo, me dijo que lo medicaron y que se sentía mejorcito, pero empezó a decaer. Yo lloraba, pero aún me contestaba el celular, me dijo: «Hija, me están matando». Fui al cuarto piso y me botaban, no podía verlo. El día 26 hablé con el médico de turno y me dijo: «Señora, está mal su esposo».

Me cansé de llamarlo y me contestó, le pregunté cómo estaba y me dijo mal: «Me están matando, hija», me dijo. El 27 satura 85, aún tenía fe de que todo pasaría.

Por la tarde, me pidió el médico una cámara o casco CPAP con válvula PEEP, tenía saturación 84 x 15 litros, eso lo iba a aliviar. Se hizo hasta lo imposible de conseguirlo. Lo llevé, vi cómo la licenciada de turno lo entró, esperé más de una hora para que se lo pongan, todos miraron el casco y dijeron: «Lo consiguió, es caro. Su esposo se recupera con esto”, incluso comentaron que se salvaron dos ya.

“Al final me botaron y llamé a las cinco de la mañana y media y me pasaron a la doctora para informar de su muerte. Salí disparada, no me dejaban pasar, hasta que subí a pedir explicaciones y solo me dieron su celular y su radio, reclamé el casco y dijeron que estaba con las cosas del difunto, bajé y a la hora de sacarlo no estaba, abrí y vi a mi esposo, y en su cara de dolor no tenía las marcas del casco, busqué en sus cosas y no había, el de patología se sorprendió y firmé la constatación de que no había el casco”.

“Conclusión, me lo mataron y nunca le pusieron el casco ni me lo devolvieron. Lo negociaron, se pelotearon, pero de la justicia divina nadie se escapa. Se perdieron cuerpos, balones de oxígeno, ojalá investiguen y lleguen a saber qué está pasando en dicho hospital», finalizó su relato.

«Me están matando», fueron sus últimas palabras del periodista mollendino, cuando se comunicó vía celular con su esposa, Marisol Pareja.

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