Eliminación de la discriminación racial una reflexión internacional

POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DE LA DNEF DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)   

Cada 21 de marzo, desde 1979 se transparentan miradas y propósitos reflexivos sobre la discriminación racial que sufren muchos grupos de personas aún en el siglo XXI, esto se realiza en medio de un conjunto de proclamas y desideratas de igualdad, que llenan páginas enteras.

La lucha contra la discriminación racial se evidencia, indudablemente, pese a que esta ya no existe con la fuerza de antes, pero aún hay quienes luchan por ser reconocidos, y por participar en términos de equidad en la toma de decisiones, para que los otros no decidan por ellos.

El Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial se celebra el 21 de marzo, teniendo en cuenta que, en 1960, la policía disparó y mató a 69 personas en una manifestación pacífica en Sharpeville, contra la supervivencia del apartheid, en Sudáfrica. Posteriormente, desde 1966 la Asamblea General de las Naciones Unidas motivó a la comunidad internacional a multiplicar la eliminación de cualquier forma de discriminación racial.

Y fue en 1979, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas no solo aprobó un programa de actividades que se realizarían durante la segunda mitad del Decenio de la Lucha contra el Racismo y la Discriminación Racial, decidiéndose que todos los años, en todos los países, a partir del 21 de marzo, se organice una semana de solidaridad con los pueblos directamente afectados. Eso fue generando el desmoronamiento del apartheid, bajo la presión jurídica y la motivación social y ética.

Si bien es cierto que se advirtieron cambios en Sudáfrica, que se trajeron abajo a. leyes y prácticas racistas y que esa supresión alcanzó a muchos países, fortalecidos con un soporte internacional de lucha contra el racismo, que busca la eliminación de todas las formas de discriminación racial, también es cierto que comunidades y sociedades que continúan sufriendo por lo injusto de un racismo de viejas raíces, donde los racistas no tienen voluntad de cambio.

En medio de la disminución del racismo, ahora valoramos lo cholo, actualmente tenemos orgullo de proclamarnos cholos, de decir abiertamente que somos cholos, o que nos sentimos cholos en lo social, lo económico, lo cultural, lo religioso, lo político, y en cuanto nos toque representar y sentir.

Si se revisa la documentación oficial peruana, desde la Constitución, la igualdad se pone por delante, igualdad en todo tipo de derechos y deberes, donde los peruanos y peruanas tienen las mismas consideraciones al margen del color de la piel, las creencias religiosas, la preferencia política, o cualquiera de los indicadores que polaricen a la sociedad.

Si nos preguntamos que, si solo se eliminará la discriminación con dispositivos legales, creo que la pregunta da para varios tipos de respuesta, y las habrá desde quienes subjetivamente traten de esconder lo que les queda de racismo, hasta los que, reflexionando objetivamente, se aproximen más a la realidad.

La norma jurídica, puede más que la social, y la moral, siendo estas últimas de carácter semi – coercitivo la segunda y voluntaria la tercera, pues si la norma jurídica es coercitiva, indudablemente en medio del control social, se confía más en las dos últimas, por la motivación que puede hacerse a través de ellas, porque su carácter persuasivo, es más efectivo que las primeras, cuando se trata de lograr el modelo de comportamiento socialmente construido.

Posteriormente, desde 1966 la Asamblea General de las Naciones Unidas motivó a la comunidad internacional a multiplicar la eliminación de cualquier forma de discriminación racial. Y fue en 1979, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas no solo aprobó un programa de actividades que se realizarían durante la segunda mitad del Decenio de la Lucha contra el Racismo y la Discriminación Racial, decidiéndose que todos los años, en todos los países, a partir del 21 de marzo, se organice una semana de solidaridad con los pueblos directamente afectados.

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