Por: Mauricio Aguirre Corvalán
El tablero electoral casi no se mueve según las cifras de la encuesta de IPSOS difundida por América TV el domingo último. Pedro Castillo obtiene el 43% de las preferencias, Keiko Fujimori el 34%, mientras que un 13% apuesta por el voto en blanco o viciado, mientras que los indecisos alcanzan el 10% de la intención de voto. El candidato del lápiz baja un punto respecto de la encuesta de hace dos semanas, mientras que la candidata naranja sube 3 puntos. El voto en blanco o viciado baja 3% y los indecisos sólo un punto porcentual. Si bien es claro que la reducción del blanco o viciado y de indecisos han optado por Fujimori, el margen de error de +/-2.8 de la encuesta hace que esta última foto electoral sea casi una copia de la anterior. El elector que no forma parte del voto duro de ninguno de los candidatos parece estar todavía esperando definiciones de ambos para decantarse finalmente por alguno de ellos en las urnas.
Pero otros resultados de la misma encuesta si muestran datos interesantes que nos dan una idea de que es lo que está buscando el elector de parte de los candidatos, que tanto parecen conocer sus planes y capacidades, y hacia donde finalmente podrían inclinarse los votos en las próximas semanas. Cifras que revelan que muchos de quienes apoyan a Castillo y Fujimori no están necesariamente convencidos de que su candidato es el más idóneo para ocupar el cargo de presidente y menos que su visión de país sea común a la de esos potenciales electores.
Eso se ve con claridad cuando se consulta por las expectativas que tiene el votante en ambos candidatos. A la pregunta de cuál de los dos candidatos puede convocar a un mejor gabinete ministerial el 46% apuesta por Fujimori mientras que el 34% lo hace por Castillo; así como cuando la interrogante es sobre quién podrá controlar más rápido la pandemia el 38% cree que Fujimori y el 29% que Castillo; y cuando la pregunta es con quien existe un mayor riesgo de que en el país se instale una dictadura el 32% cree que con Fujimori y un amplio 45% con Castillo. En el tema económico la expectativa por ambos es la misma, ya que a la pregunta de cómo cree que estará su situación económica familiar en 5 años, el 35% considera que con Fujimori estará mejor y otro 35% cree que será con Castillo.
IPSOS también preguntó por el modelo económico y si necesitaba cambios o debía mantenerse tal cual como está. El 32% considera que deben hacerse cambios radicales, mientras que el 54% está a favor de cambios moderados y el 11% está convencido de que el modelo debe continuar sin ningún cambio. Es decir un 65% apuesta, con variantes o no, por la continuidad del modelo, mientras que un 32% se la juega por lo contrario.
Es verdad que en la intención de voto Pedro Castillo lidera las preferencias y por un margen bastante amplio, y que si hoy fueran las elecciones sería el próximo presidente. Pero a la vista de los resultados de las preguntas que acabamos de reseñar, un grueso de los electores considera que Keiko Fujimori está mejor preparada para ejercer el cargo, que además lo haría mejor, y que con ajustes el modelo económico actual es el más conveniente para el país.
Pedro Castillo tiene un voto duro de 36% que es muy similar al 32% que pide cambios radicales y al 35% que considera que con el candidato del lápiz su economía estará mejor dentro de 5 años. Pero tiene 43% de intención de voto.
Es lo que podríamos llamar el voto contradictorio. Un importante sector de votantes hoy por hoy se decanta por el candidato que consideran menos preparado y por el que propone cambiar el modelo económico con el que la mayoría está de acuerdo.
Podemos ensayar dos explicaciones para este escenario. La gran mayoría del país está harta del status quo, y muchos de ellos quieren un cambio sin importar o tener muy claro cómo debe hacerse. En la primera vuelta Castillo representó ese cambio, mientras que Fujimori corrió la cancha electoral defendiendo el stablishment. La candidata naranja busca ahora acercarse al mensaje del cambio. Las próximas semanas nos dirán si se trata de un golpe de timón tardío.
La otra explicación pasa por la pesada mochila del antifujimorismo que Keiko Fujimori carga ya en 3 elecciones presidenciales consecutivas. Si bien su antivoto ha bajado de 70% en marzo a 50% en esta última encuesta, se trata de una porción muy significativa del electorado. No importa quién sea el contendor, su poca o mucha capacidad ni los riesgos que representa, ese votante jamás le dará su respaldo a Keiko Fujimori. No por ella, sino por lo que representa.
Así estamos a un mes de las elecciones. Viviendo el mismo vía crucis por el que pasamos cada cinco años.