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Tiempos difíciles o la historia a contraluz

Y aquí cabría preguntarse: ¿si logran crear dicho ‘poder popular’ ¿Querrá Cerrón agudizar las contradicciones? ¿Y dicho poder a quién respondería, más aún, considerando que Castillo está muy lejos de ser un Allende, un Evo o un Peje Mujica en cuanto a simpatías, capacidad y verbo?

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ    

Karl Marx escribió allá por 1869, en las líneas iniciales del prólogo a la segunda edición de “El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte” una de sus más conocidas frases: “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”, la cual creo pertinente recordar en estos tiempos difíciles, en los cuales en uno y otro lado priman la soberbia y una suerte de monstruosidad y/o esquizofrenia social y política que en algunos momentos, tanto por el actuar como por el decir, nos hace pensar que los temores, los odios y las ideologías superan la realidad y las fantasías o cálculos más extremos, por lo que se corre el gran riesgo de que surjan bien por el lado conservador, un Pinochet o un Hitler, en tanto que por el lado izquierdista podrían aparecer un Stalin o un Abimael Guzmán, por citar unos nombres, todos los cuales tienen algo en común: todos son conocidos por su egocentrismo, autosuficiencia y crueldad lindante con la locura y la conducta inhumana, que no vacila en cometer en nombre de grandes principios como la “libertad” o la “justicia social” los más crueles crímenes colectivos e individuales.

Y como pareciera que estamos en ruta de colisión entre el ejecutivo y el congreso, retrocedamos en el tiempo y situémonos en el 9 de septiembre de 1973, en el Estadio Chile (actual Víctor Jara), en la capital chilena, donde Carlos Altamirano Orrego en su calidad de secretario general del Partido Socialista se dirige a una eufórica multitud, advirtiendo que se estaba preparando un golpe contra el Gobierno de Allende, pero el cual no pasaría, prometiendo hacer de Chile un Vietnam con el apoyo popular, no teniendo en cuenta que el país asiático tenía la logística a un costado (China, la URSS) en tanto que el país mapuche no contaba con ningún aliado cercano, aparte que los tiempos estaban caldeados.

Tras tres años del gobierno de la Unidad Popular, la inestabilidad y el desabastecimiento de insumos básicos y las consecuentes colas para adquirirlos, el paro de los camioneros, la hiperinflación, la tensión y falta de diálogo entre los partidos políticos habían generado una situación que se hacía cada día más insostenible. (Años después se supo que todos esos paros e inestabilidad fueron financiados por la CIA y ciertas empresas privadas).

Pero culpable también en gran parte de dicha situación por sus posiciones extremas e “intento de agudizar las contradicciones” fue también Altamirano, que dos días después de producirse el golpe militar, paso a la clandestinidad estando entre los 10 hombres más buscados por el régimen militar. Así y todo, logró sobrevivir en la clandestinidad durante 90 días hasta que salió de Chile escabullido en el portamaletas de un auto arrendado por la embajada de la República Democrática Alemana (RDA) rumbo a Mendoza. Desde allí viajó a la Alemania Oriental de aquel entonces, donde permaneció algunos años antes de radicar en París a partir de 1979, desde donde luego, retornó a Chile en 1993, muriendo tras vivir apaciblemente el 2019 a los 97 años de edad. Cabe recordar que Allende murió sin abandonar palacio el día del golpe, el 11 de setiembre de 1973, en tanto el estadio Chile era utilizado como centro de reclusión, tortura y muerte por el gobierno militar.

¿SERÁ CERRÓN EL ALTAMIRANO DE CASTILLO?

Esperemos que no ocurra ello, dado que producirse ello, una vez más Marx tendría razón.  Pero no dejan de preocupar la conducta y declaraciones de Cerrón, muy parecidas a las de Altamirano: “El golpe reaccionario no ataja conciliando con los sediciosos. El golpe no se combate con diálogos. La Guerra Civil en que se cuenta empeñada la reacción estimulada, apoyada, sostenida y financiada por el imperialismo norteamericano, se ataja sólo creando un verdadero poder popular”.

Y aquí cabría preguntarse: ¿si logran crear dicho “poder popular”, querrá Cerrón “agudizar las contradicciones?  ¿Y dicho poder a quien respondería, más aún, considerando que Castillo está muy lejos de ser un Allende, un Evo o un Peje Mujica en cuanto a simpatías, capacidad y verbo? La respuesta es obvia y también el temor respecto a que la polarización social que se está dando acabe en una interrupción derechista de la democracia, lo cual impediría que se realicen una serie de cambios “izquierdistas” que son más que necesarios para superar las actuales reglas y normas que tan solo conducen a que la actual bonanza minera tenga un fin similar a lo vivido y sufrido con la explotación del salitre, el guano, el caucho, etcétera de cuya explotación solo se beneficiaron empresas extranjeras y una pequeña parte de la clase política y empresarial.

Esperemos que ello no ocurra, porque hoy el mundo afronta una crisis del modelo democrático occidental, crisis agudizada tanto por la tecnología como por la pandemia actual que han puesto al desnudo las limitaciones de las recomendaciones emanadas del Consenso de Washington, sobre todo en lo relacionado al papel del mercado y su mano invisible en desmedro del papel de los Estados, que han sido y siguen siendo hoy el principal instrumento para combatir los estragos del COVID-19, en tanto que el sector privado se limita a acumular cada vez en menos manos la riqueza, a tal punto que irracionalmente unas cuantas personas tienen miles de millones de dólares en tantos miles, millones de personas carecen aparte de alimentos, de los servicios más indispensables, lo que Adam Smith, considerado el padre del liberalismo económico, criticó recalcando que “Ninguna sociedad puede ser feliz y próspera si la mayor parte de sus ciudadanos son pobres y miserables”.

Y en cuanto a la democracia tampoco está de más recordar a Walt Whitman expresando: “Con frecuencia hemos impreso la palabra ‘democracia’. Sin embargo, no me cansaré de repetir que el significado real del término permanece aún dormido, todavía no ha sido despertado, a pesar de la resonancia y de las airadas tempestades en que se han ido formando sus sílabas, desde la pluma o la lengua. Es una gran palabra cuya historia, creo yo, no se ha escrito aún, porque esa historia está todavía por vivirse”.

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