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Salidas a la crisis política

POR: JULIO FAILOC RIVAS   

Quien crea que el adelanto de las Elecciones Generales o que la renuncia del presidente Castillo van a resolver los problemas del país, es porque tiene una versión limitada de la crisis por la que estamos atravesando. La crisis política tiene larga data, no empezó con el Gobierno de Castillo, aun cuanto éste la haya agudizado.

Un primer aspecto que hay que aclarar es que la crisis política tiene más de un quinquenio y se inicia con la derrota del fujimorismo, primero en el 2016 con PPK y recientemente con Pedro Castillo, donde los perdedores, encabezados por Keiko Fujimori, no reconocen a los ganadores, a quienes les declaran la guerra desde el Congreso de la República, haciendo un uso excesivo de la prerrogativa de la vacancia presidencial. Como se sabe, el enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Legislativo ha terminado con cuatro presidentes y tres congresos en menos de cinco años.  Este enfrentamiento se ha extendido a la actual administración de Castillo a quien no solo no reconocen, sino que han querido vacar incluso desde antes que asumiera su mandato, prolongando así dicha crisis política.

No obstante, la crisis política con este gobierno ha tendido a agudizarse por la improvisación, la informalidad y los escándalos sobre visos de corrupción, pero sobre todo por los desatinos permanentes del presidente Castillo. Un ejemplo reciente que potenció el paro de transportistas fue la de acusar, sin ninguna prueba, a los transportistas de recibir pagos o el de intentar inmovilizar con un Decreto Supremo, sin ninguna razón, a once millones de habitantes, paralizando la economía de la capital que aún se encuentra en cuidados intensivos y en plena recuperación.

Un segundo aspecto está relacionado con la forma de abordar la crisis política y esto pasa por reconocer los elementos que la provocan y a partir de ello plantear algunas salidas.  En consecuencia, si Pedro Castillo y el obstruccionismo fujimorista son los causantes de la crisis política, las salidas deberían pensarse tomando en cuenta ello.

Algunos analistas sostienen que convocar a nuevas Elecciones Generales podría ser una salida, otros creen que no, que sería más de lo mismo porque se trataría de los mismos actores y que nada cambiaría e incluso se correría el riesgo de que una de los candidatos sea Keiko Fujimori, lo cual se presume un desastre por la polarización que generaría y que ahondaría aún más la crisis política.

De nuestra parte creemos que las Elecciones Generales podrían ser una condición necesaria, pero no suficiente para la solución de la crisis. Se requiere determinadas condiciones y una Reforma Electoral que nos garantice que dichas elecciones cuenten con una mejor oferta electoral que nos permita superar la crisis.

Avanzar en el sentido señalado exige el compromiso de que en las nuevas elecciones no se presente ninguno que apellide Fujimori. Algo como lo que dijo Keiko Fujimori en el 2016 y no cumplió. El fujimorismo en las últimas tres elecciones presidenciales ha sido un factor distorsionante, polariza al país y obliga a los electores a votar por el mal menor.

De la misma manera, requerimos de un gobierno de transición que sea resultado de un pacto político sobre la base de una agenda mínima común que atienda las necesidades más sentidas de la población, que acorte su mandato en el tiempo que demoren las reformas electorales.

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