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Reflexiones por el bicentenario de la independencia

Los 200 años de vida independiente, han llevado a los peruanos del siglo XXI, del sur, norte y centro, de la sierra, selva y costa, a aprender la lección de quienes les precedieron en los siglos XIX y XX, y a evaluar que los caminos hacia la unidad e igualdad son posibles, llevándolos a reconocer al Perú, como un proyecto posible, en medio de todos sus problemas.

POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DEL JNE)   

En 200 años de vida republicana, en el Perú se han superado varios de sus problemas, y otros continúan irresueltos. Sin lugar a dudas en 200 años de trayectoria independiente, la continuación de los problemas de la sociedad estamental del virreinato se mantuvo por un tiempo prolongado, dada la mentalidad colonial heredada, que ataba a los peruanos y peruanas de la República, al mundo colonial que en lo social no iba a desaparecer, solamente con postulados jurídicos.

Los primeros 50 años, el poder político fue ejercido por los militares, para quienes llegar al gobierno, desde el Ejecutivo, equivalía al pago por su participación en las acciones bélicas que convirtieron al Perú en un Estado autónomo. Quizá el primer problema en entenderse, en el siglo XIX, a 50 años de la independencia, fue, reconocer que los civiles estaban en plena capacidad de gobernar el país, y no sólo los militares, el auge y triunfo del Partido Civil, en elecciones presidenciales, son evidencia de la confianza que tenían los peruanos en los ciudadanos. Así podemos entender el triunfo de Manuel Pardo y Lavalle, Presidente Constitucional entre 1872 y 1876.

En 1879 el Perú se vio envuelto en una guerra contra Chile, se protagonizaron acciones heroicas, en las que hombres y mujeres sacrificaron sus vidas en defensa del territorio que tras la independencia correspondió al Perú, heredero de las fronteras virreinales; y en uso del principio de la libre determinación de los pueblos.

Tras la guerra, no solo se perdió territorio del sur peruano, y otro quedó cautivo; con los otros vecinos, las fronteras eran imprecisas, teniendo el Perú independiente, solo sus fronteras establecidas, con el mar. Les tocaría a los presidentes José Pardo y Barreda, y, sobre todo, a Augusto B. Leguía, la definición de las fronteras, aún a costa de perder territorio.

La separación social se evidenciaba entre los peruanos del siglo XIX, con la existencia de estratos irreconciliables, ser indio era una lacra, y ser serrano entrañaba un desprecio automático. Sin embargo, a comienzos del siglo XX, una generación reflexiva empezó a cuestionar la forma de pensar y de obrar de la sociedad de su tiempo, oponiéndose a la cultura dominante, a través de la música, pintura y literatura, denunciándose a través de una serie de ensayos, las infames condiciones de vida de los menos favorecidos, eran los años de la corriente indigenista.

Un segundo problema resuelto, en el siglo XX, fue dejar de lado la marginación de la mujer en el universo político, lográndose su incorporación, no solo a los distintos niveles de la instrucción, sino a la condición de ciudadanía, por la que se venía luchando desde el siglo XIX.

Pero no solo las mujeres estuvieron privadas del ejercicio ciudadano, en el Perú se negaba ese derecho a los iletrados, pese a que esa condición se manifestaba, por la incapacidad de un Estado, cuya crisis de gestión era evidente e interminable.

Lograría recuperar su condición de ciudadanía, el clero, y accedieron los invidentes, y con este logro vendría después, la ciudadanía a los analfabetos, desde 1979, después de muchos años de marginación. Otro logro de la democracia ha sido el voto de los peruanos en el exterior y el voto de los militares en ejercicio, poco a poco se entendió que la democracia demanda de la participación de las mayorías.

En 200 años de vida independiente se ha luchado por un mundo de igualdad de oportunidades, de respeto, y de reconocimiento de capacidades, y aceptación de formas de comportamientos diferentes, porque en el Perú hay una convivencia cultural, que en años pasados se expresaba en conflictos abismales. Ahora realmente se reconoce la unidad del país, a partir de la diversidad, que aparentemente lo separa. Hoy se acepta que el Perú es uno solo, y que el vínculo de la peruanidad, es el lazo, el vínculo cultural que nos ata en un derrotero de creación milenario.

Los 200 años de vida independiente, han llevado a los peruanos del siglo XXI, del sur, norte y centro, de la sierra, selva y costa, a aprender la lección de quienes les precedieron en los siglos XIX y XX, y a evaluar que los caminos hacia la unidad e igualdad son posibles, llevándolos a reconocer al Perú, como un proyecto posible, en medio de todos sus problemas.

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