Noviembre y la muerte de tres luchadoras por la ciudadanía femenina

En noviembre, en diferentes años, se apagó la vida de tres mujeres que apostaron por la lucha de sus derechos, y los de todas las mujeres que vivían en la semi esclavitud social y familiar a las que se les condenaba, solo por la circunstancia de ser mujeres.

POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)  

Durante el siglo XIX, la lucha por la ciudadanía femenina tuvo un comienzo que convirtió a varias mujeres en las autoras de un debate que se oponía a la mentalidad machista existente, se buscaba la igualdad ciudadana que se les negaba, apoyada en el fuerte arraigamiento de una mentalidad machista que las ubicaba en un segundo plano.

A nivel mundial, Flora Tristán es una pionera de esta lucha por las mujeres, y por todos los desposeídos del mundo, cuya memoria ha ganado páginas en la historia del feminismo, y presencia universal, a través de la reedición de su libro, “Peregrinaciones de una paria”, en el siglo XIX. Esta lucha fue precedida por la de una notable francesa, que en plena revolución abogó por la igualdad femenina.

En noviembre, en diferentes años, se apagó la vida de tres mujeres que apostaron por la lucha de sus derechos, y los de todas las mujeres que vivían en la semi esclavitud social y familiar a las que se les condenaba, solo por la circunstancia de ser mujeres; ellas fueron, Olympe de Gouges, Juana Manuela Gorriti, y Lucretia Mott.

OLYMPE DE GOUGES

Me enteré de la existencia de Olympe de Gouges, en una conversación con Milagros Suito Acuña, Directora Nacional de Educación y Formación Cívica Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones, al hablar sobre la lucha de las mujeres por sus derechos en Europa, y analizar, sobre cómo habría impactado el desafío de esta mujer, en medio de una Francia revolucionaria que proclamaba la igualdad, pero se olvidaba de las mujeres.

De Olympe de Gouges, sabemos que nació en Montauban, Francia, el 7 de mayo de 1748, y fue ejecutada bajo el peso de la guillotina en París, el 3 de noviembre de 1793. En vida se destacó como escritora, incursionando en el campo de la dramaturgia, sin embargo, por lo que más se le recuerda, es quizá por enfrentarse a lo imposible del momento, cuando escribió en 1791, sobre la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana.

La trascendencia de Olympe de Gouges, no se quedó en la lucha por los derechos de la mujer, incursionó también en la que abogaba a favor de los esclavos, proclamando por la libertad de los negros en medio de un mundo de desigualdad, que privaba a los africanos negros, de vivir en libertad.

Sus biógrafos coinciden en señalar que tempranamente frecuentaba los salones literarios parisinos, ganando un reconocimiento temprano, al figurar su nombre en el Almanaque de París en 1774, donde se destacan sus virtudes literarias. Olympe de Gouges escribió varias obras de teatro, que llegaban a un gran público a través de su compañía de teatro itinerante,

En 1792 publicó su libro sobre La esclavitud de los negros, con un mensaje, en el que buscaba llamar la atención de los lectores, para el entendimiento que no se podía vivir privando de la libertad a los seres humanos. Todo esto le significó desencuentros con la Corte de Versalles, desde la que varios nobles eran ricos a partir de este comercio. Olympe de Gouges fue encarcelada en la Bastilla, y liberada al poco tiempo, a solicitud de sus amigos.

Nada amilanó a Olympe de Gouges, y fundó varias Sociedades Fraternas para ambos sexos. En 1791 escribió la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana”, quizá el escrito por el que más se le recuerda, y que contribuye a mantener viva su memoria. Con esta publicación intentó que los hombres reflexionaran sobre el trato que se daba a la mujer, sin embargo, incomprendida por sus contemporáneos, fue condenada a muerte, en la Francia que proclamaba la igualdad, el 3 de noviembre de 1793. Murió defendiendo la igualdad de todos los sexos.

JUANA MANUELA GORRITI

Esta notable argentina dejó huellas en el Perú, al elegirlo como el país para residir, cuando su esposo, el boliviano Manuel Isidoro Belzú fue expatriado de su país, por conspirar contra el poder ejecutivo, encontrando la muerte tras protagonizar una nueva revuelta.

Juana Manuela Gorriti quedó sola en Lima, donde abrió una escuela mixta de educación primaria, donde se educaron muchas limeñas. Se le recuerda en la capital peruana, por la fundación del salón literario donde la mujer tuvo su lugar, y no solamente los varones, a estas tertulias concurría la moqueguana Mercedes Cabello de Carbonera, que por entonces residía en Lima.

Años después retornó a vivir a Buenos Aires y nuevamente retornaría al Perú en varias oportunidades. En la “Revista de Lima” que hemos leído, publicó por entregas en 1845 la novela juvenil La quena, que narra sobre el amor entre una princesa de los incas y un español.

El papel de la mujer en la sociedad de su tiempo, fue uno de los temas que la apasionó. Se le considera como una de las precursoras de los derechos de la mujer en el Perú. Juana Manuela Gorriti falleció en Buenos Aires, el 6 de noviembre de 1892. Se le recuerda como una política progresista, cuya huella ha quedado en Argentina, Bolivia y Perú.

LUCRETIA MOTT

Fue una de las defensoras de los derechos de la mujer, siendo considerada como una de las pioneras del feminismo. Nació, el 3 de enero de 1793 en Nantucket, Massachusetts; y murió el 11 de noviembre de 1880. En 1821 por matrimonio se trasladó a Filadelfia y ella fue nombrada predicadora de los cuáqueros organización religiosa de la que era parte

Es de imaginarse que, en ese tiempo, ya los estadounidenses estaban enfrentados por la abolición de la esclavitud, que unos proclamaban como injusticia, y otros insistían en mantenerla, ella se puso del lado de quienes estaban contra la injusticia, incluida la que se vivía por las mujeres, al no contar con reconocimiento ciudadano, y estar privadas de los derechos más elementales.

Fue una gran activista a favor de los negros, al punto de convertir su residencia, en el centro de debates anti esclavistas en Filadelfia, y con toda seguridad sintió una gran satisfacción, cuando el presidente Abraham Lincoln abolió la esclavitud en los Estados Unidos de Norteamérica.

Falleció el 11 de noviembre de 1880, en Filadelfia, a los 87 años de edad, como consecuencia de una neumonía. Dejó tras de sí, esa huella productiva que fue marcada por el pensamiento cuáquero que influyó en ella, multiplicando la sensibilidad que tuvo para hacer empatía por la situación del negro y de la mujer, víctimas de la injusticia de su tiempo.

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