Notas o interrogantes sobre la recesión (I)

“El propósito de una economía no es acumular riqueza, sino asegurar una distribución justa de ella” – John Kenneth Galbraith

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ   

Hace tres semanas, ante el anuncio de uno de los “gurús” económicos del Perú, don Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva (BCR) que ajustó a la baja su proyección de crecimiento económico y lo pasó de 2.2 % a 0.9 % en lo que respecta al presente año, escribí que particularmente me sonreía y esperaba que ello nos sirviera para que nos no dejemos llevar por las interpretaciones económicas y sesgadas que muchos “especialistas” nos vienen “vendiendo” en el Perú desde hace varias décadas, utilizando el término “crecimiento” para darnos una falsa sensación de progreso y bienestar, que fundamentalmente se ha nutrido de una droga llamada “minería”, que considero pertinente volver a transcribir porque me temo, que quieren volverla a utilizar para justificar la explotación de ciertos yacimientos a pesar que quedan muchas interrogantes por superar.

Por lo que es necesario recordar que las diferencias que existen entre crecimiento y desarrollo desde un punto de vista económico son importantes para entender el progreso de las sociedades. El crecimiento económico se refiere al aumento de la producción de bienes y servicios en un país o región generalmente durante un período de tiempo y en base a la explotación usualmente de recursos naturales agotables, (guano, salitre, pesca, cobre etc.), mientras que el desarrollo económico implica una mejora de la calidad de vida de la población, que incluye aspectos como la educación, la salud, el medio ambiente, la democracia y los derechos humanos. Luego el crecimiento económico no siempre implica desarrollo económico, ya que puede haber países o regiones que crecen mucho pero no distribuyen equitativamente los beneficios entre sus habitantes, como ocurre en Moquegua, o que generan externalidades negativas como la contaminación o el agotamiento de los recursos naturales. Por otro lado, el desarrollo económico no siempre requiere un alto crecimiento económico, ya que puede haber países que logran avances sociales y ambientales con un nivel moderado de producción.

Por lo tanto, es necesario analizar ambos conceptos de forma integral y complementaria, y no solo centrarse en el producto interno bruto (PIB) como indicador del bienestar de una nación. El PIB mide el valor monetario de lo que se produce en un país, pero no refleja la distribución del ingreso, el acceso a los servicios básicos, la preservación del patrimonio cultural o la sostenibilidad ecológica. Para evaluar el desarrollo económico se requieren otros indicadores más amplios y multidimensionales, como el índice de desarrollo humano (IDH), el índice de pobreza multidimensional (IPM) o el índice de progreso social (IPS), aspectos últimos que no son muy halagüeños en el Perú, tal como se pudo apreciar en los últimos años como consecuencia de los fenómenos naturales y la pandemia, que en nuestro departamento desnudó que el mismo no desarrolla, ni progresa, a tal punto que no obstante los miles de millones recibidos de esa ilusión económica denominada “canon” , aun los agricultores –por ejemplo—siguen sembrando alfalfa en tanto ninguna ciudad del departamento tiene agua potable tanto en cantidad como en calidad.

Aspectos que no han tocado para nada tanto el ministro de Economía peruano Alex Contreras Miranda, como la calificadora de riesgos Moody’s, que están más preocupados en señalar que el Perú ya está en recesión, sin tener en cuenta para nada opiniones de economistas tan calificados Galbraith que “argumenta que el objetivo real de una economía debe ser garantizar una distribución equitativa de la riqueza entre todos los miembros de la sociedad. Esta visión se basa en la idea de que una sociedad justa no puede permitir que la brecha entre ricos y pobres se ensanche cada vez más, ya que esto socava la cohesión social y perpetúa la desigualdad. Según Galbraith, la verdadera prosperidad de una sociedad se alcanza cuando todos sus ciudadanos tienen acceso a recursos y oportunidades, y no solo cuando se acumulan grandes fortunas en manos de unos pocos privilegiados”. (Para información del lector: Galbraith fue un economista y diplomático de renombre mundial. Se desempeñó como embajador de Estados Unidos en India durante el gobierno de John F. Kennedy y fue uno de los principales asesores económicos de los presidentes Kennedy y Johnson. Es conocido por su teoría de la “afirmación de la sociedad opulenta”, que sostiene que las economías desarrolladas tienen una capacidad más que suficiente para satisfacer las necesidades básicas de sus ciudadanos y deben centrarse en la distribución equitativa de la riqueza y la mejora del bienestar social).

Ahora bien: ¿cómo se explica que ascendiendo las Reservas Internacionales Netas (RIN) del Perú a US$ 71,726 millones al 27 de septiembre del presente año, las cuales están compuestas por un 77%  invertidas en valores líquidos de alta calidad crediticia; 20% en depósitos en bancos del exterior y tan solo 3% en oro físico, aparte de tenencias en plata, billetes y monedas extranjeros, depósitos y certificados de depósito de divisas por períodos no mayores a 90 días, títulos emitidos por organismos internacionales, aceptaciones bancarias especiales no mayores a 90 días, entre otros, además que en el 2022, las exportaciones totales de Perú alcanzaron la cifra récord de USD 63,193 millones, representando el sector minero energético el 66% de las exportaciones sumando USD 42,033 millones. La recaudación tributaria total en Perú en el 2022 fue de S/157,768 millones, lo que representó un crecimiento de 4.8% respecto al año anterior. De este monto, se recaudaron S/69,922 millones por concepto de Impuesto a la Renta.

Y si hay dinero, cabe preguntar: ¿por qué hay recesión entonces? La respuesta la encontramos recurriendo una vez más a Galbraith, quien, abrazando el capitalismo, criticaba algunos de sus defectos como por ejemplo la acumulación del capital cada vez en menores manos, recomendando la intervención gubernamental en la economía para corregir desequilibrios y promover el bienestar social. Argumentaba que las grandes corporaciones y los intereses económicos poderosos ejercen una influencia desproporcionada sobre la política y la economía, lo que lleva a la desigualdad y la injusticia social. Propuso políticas como la regulación de la industria, la creación de programas sociales y la redistribución de la riqueza para abordar estos problemas, algo que analizaremos en mayor detalle en el próximo artículo.

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