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La llegada de Simón Bolívar al Perú

Indudablemente que Bolívar sabía de la necesidad de su presencia en el Perú, no solo para terminar con la guerra de la independencia, sino también para garantizar la independencia de los países que se habían liberado antes del poder español, que se resistía a ceder frente a la realidad que le imponían los tiempos.

POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)  

Simón Bolívar es un personaje, que, a más de 200 años de su participación en la independencia de América Hispana, sigue desatando una serie de críticas positivas, y negativas. Sin lugar a dudas es un personaje de permanente actualidad, no solamente querido en Venezuela, su tierra natal, sino también admirado, y odiado en otros lugares. Lo cierto es, que la figura de Simón Bolívar es de permanente vigencia, y sin lugar a dudas, una de las más evocadas, en la celebración del Bicentenario de la Independencia del Perú, proceso que se centrará a destacar los actos ocurridos, entre 1821 y 1824.

La actuación de Bolívar se conoce no solo en libros de historia, elaborados sobre un conjunto documental, que es el registro de su vida, y que generó anotaciones en cada lugar por donde estuvo; también hay un conjunto de historias noveladas, una serie televisiva, y películas que tratan sobre la vida y obra de uno de los genios de la independencia de Hispanoamérica.

Conocida es su trayectoria previa a su llegada al Perú, su actuación en Venezuela, Colombia y Ecuador, hasta la entrevista que tuvo en julio de 1822 con el general José de San Martín, en la ciudad de Guayaquil, en la que al parecer se trató únicamente de asuntos vinculados con la terminación de la guerra de la independencia, y que, por desentendimiento, se generó la retirada del general San Martín del Perú.

Jorge Basadre, el Historiador de la República, así como otros destacados investigadores, dan cuenta de la llegada de Bolívar al Perú, el 1 de setiembre de 1823, detallando que el Congreso Peruano había destacado a una Comisión, para pedirle que venga al Perú, habiéndose encontrado en esa comisión, el prócer, Faustino Sánchez Carrión.

Indudablemente que Bolívar sabía de la necesidad de su presencia en el Perú, no solo para terminar con la guerra de la independencia, sino también para garantizar la independencia de los países que se habían liberado antes del poder español, que se resistía a ceder frente a la realidad que le imponían los tiempos, pues ya los pobladores de los reinos españoles en América, deseaban vivir con libertad e independencia.

Al parecer, José de la Riva Agüero no era partidario de la presencia de Bolívar en el Perú. Los sucesos posteriores serían una evidencia de esta afirmación. Bolívar necesitaba que el campo para su obra de gobierno y la lucha militar, no tuviera rivales, no podía disputar el poder a nadie, sino, ejercerlo él mismo, en base a su experiencia y conocimientos como un gran estratega.

Bolívar llegó al Callao en el bergantín Chimborazo, lugar en el que fue vitoreado intensamente, y hasta ese lugar llegaron Torre Tagle, y sus ministros, que luego lo escoltaron hasta Lima, ciudad en la que el Congreso, después de destituir a Riva Agüero, autorizó a Bolívar a terminar con lo pendiente, con respecto al final de la guerra contra los realistas.

La presencia de Simón Bolívar en Lima, generó temores en algunos, y gran tranquilidad en otros, que tuvieron en cuenta lo pronunciado por Bolívar en el Congreso de Cúcuta, de actuar siempre como un ciudadano, respetuoso de la Ley, para mantener el orden social, y procurar la instalación de un sistema democrático en América. En un banquete que se le ofreciera en Lima, brindó por el general San Martín, y por todo lo que había hecho en el Perú

Pese a que Bolívar expresara al Congreso, el 3 de setiembre, su renuncia al poder civil, y que solo desde el mando militar se empeñaría en la finalización de la guerra de la independencia, el 10 de setiembre, el Congreso le concedió el mando político y militar en todo el país, confiriéndole el título de Libertador; y a Torre Tagle se le entregó una medalla, como “Restaurador de la representación soberana”.

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