Iglesia española reconoce que monje fue un «depredador sexual» que actuó impunemente por décadas

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Un monje español que dirigió por 40 años la agrupación ‘scouts’ fue un «depredador sexual» con total impunidad pese a los rumores suficientes sobre la conducta pederesta que mantuvo durante décadas, reconoció este viernes el Monasterio de Montserrat (Barcelona).

La comisión independiente creada por el abad de Montserrat para investigar estos abusos reveló que Andreu Soler, fallecido en 2008, actuó con total impunidad entre 1972 y 1999 puesto que «se omitió cualquier tipo de actuación» contra él.

El informe concluye que el monje se ganaba la confianza de los menores para abusar de ellos, aunque en algún caso empleó la violencia y en otros apenas conocía a sus víctimas, todas ellas de entre 15 y 18 años.

Los abusos han dejado «huella y consecuencias emocionales y psicológicas imborrables» en sus víctimas, según la comisión.

La investigación no pudo concluir si el entonces abad Bardolet «escondió lo que sucedió o actuó por desconocimiento de la situación», pero concluyó que «había rumorología suficiente para justificar una acción encaminada a reunir a los padres, actuar contra el hermano Andreu o haberlo apartado preventivamente».

El actual abad, Josep María Soler, creó la comisión independiente el pasado mes de enero después de la denuncia presentada por Miguel Hurtado, un antiguo escolta víctima de Soler, a la que le siguieron once denuncias más.

Restó credibilidad a investigación

Tras conocer el informe, Hurtado restó «credibilidad» al resultado de la comisión porque considera que sus miembros no son independientes y «existen serias dudas sobre la validez de sus conclusiones».

La comisión está formada por la abogada Cristina Vallejo, el exconseller y médico Xavier Pomés y la psicóloga Begoña Elizalde, que han consultado los archivos del monasterio y se han entrevistado con ocho de las doce víctimas conocidas del monje pederasta.

El informe constata que el actual abad de Montserrat conoció el caso de Hurtado a los seis meses de ser elegido y trató de ayudarle.

La comisión concluye que «el silencio de las víctimas ha sido un denominador bastante común» y que el actual abad, al conocer el primer caso, trasladó a Andreu Soler al Monasterio del Miracle para que no tuviera contacto con menores e «intentó ayudar a la víctima de acuerdo con los criterios y la sensibilidad de hace 20 años».

Cuando la Congregación de la Doctrina de la Fe del Vaticano tuvo conocimiento de la denuncia de Hurtado decidió no abrir un proceso canónico porque el monje Soler ya había fallecido.

El abad de Montserrat ha vuelto a pedir perdón -y lo volverá a hacer en la homilía del próximo domingo- y ha anunciado que hará un nuevo protocolo de protección de menores tras asumir íntegramente las conclusiones del informe de la comisión. AFP

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