¿Hay un futuro sobre rieles? (I)

“No es porque las cosas sean difíciles que no nos atrevemos, es porque no nos atrevemos por lo que las cosas se hacen difíciles” – Séneca.

POR: CÉSAR A. CARO JIMÉNEZ   

No podemos negar que los tiempos actuales son difíciles en muchos aspectos, incluyendo lo político, lo social y lo económico. La corrupción, la falta de ética, la educación inadecuada y la falta de objetivos nacionales son problemas que agravan aún más la situación.

Así observamos que, en el ámbito político, la podredumbre y la falta de integridad son problemas agudos que afectan a nuestro país y a muchos otros, donde las “autoridades “corruptas utilizan el poder para enriquecerse a sí mismos y a sus allegados, en lugar de trabajar por el bienestar de la población. Esto viene socavando la confianza de los ciudadanos en sus líderes y en las instituciones democráticas.

En el ámbito social, la falta de educación adecuada y de calidad es un problema grave dado que la formación es fundamental para el desarrollo de las personas y de las sociedades. Sin embargo, en muchos lugares, el acceso a una educación de calidad es limitado, especialmente para los más pobres. Esto perpetúa la desigualdad y limita las oportunidades de progreso, dado que la misma se ha convertido en un negocio mediocre, además.

En el ámbito económico, la falta de objetivos nacionales claros y coherentes dificulta el crecimiento y el desarrollo. ¡Sin una visión clara de hacia dónde se quiere ir, es difícil tomar decisiones acertadas y coordinar esfuerzos para lograr un progreso sostenible a tal punto que me hace recordar a Alicia, la protagonista del “país de las maravillas”, preguntándole al gato de Cheshire qué camino debía tomar, recibiendo como respuesta: “Eso depende mucho del lugar adonde quieras ir! ¡Si no sabes dónde quieres ir, no importa qué camino sigas!” …frase que quizás se podría aplicar tanto al actual gobierno nacional como a las otras instancias tanto regionales como municipales, sobre todo aquellas que se distinguen por un alto porcentaje de soberbia, liviandad y estolidez, que les impide tomar cabal conciencia que estamos viviendo ya un evento tecnológico, similar en ciertos aspectos, a la denominada Revolución Industrial que tuvo lugar entre finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX, teniendo un impacto significativo en la sociedad y la economía: la revolución industrial, fue un período de rápido crecimiento económico y cambio social.

La introducción de nuevas tecnologías, como la máquina de vapor, permitió una producción en masa más eficiente y una mayor productividad. Hoy está sucediendo algo similar con la inteligencia artificial (IA), que es una tecnología en constante evolución actualmente y que está cambiando la forma en que vivimos y trabajamos. Su impacto en la humanidad es un tema de gran interés y debate, porque sin lugar a dudas va a transformar la forma en que producimos, trabajamos y vivimos.

Pero la IA no llega sola. La acompañan varios aspectos críticos como la guerra entre Ucrania y Rusia; la posibilidad de una recesión mundial que está obligando a bajar las tasas de interés en los EE.UU. y la emisión de dólares para evitarla; la posibilidad de creación por parte de la alianza política económica denominada BRICS de una moneda que compita con el dólar estadounidense;  el desarraigo de muchas empresas respecto a sus países de origen, optando por sus intereses empresariales antes que seguir a la letra las indicaciones del BID, FMI, etcétera, sobre todo en lo relacionado al comercio con China y Rusia, crisis o desafíos que tienen como telón de fondo la globalización económica y el calentamiento global.

Aspectos últimos que puede llegar a favorecer a la región macro sur, especialmente a lo relacionado con la posibilidad de hacer realidad la construcción del denominado Corredor Ferroviario Bioceánico Central y la construcción de nuevos y modernos terminales entre Puerto Grau, Ilo y Matarani, posibilidad que ira en crescendo en la medida que el calentamiento global afecte con sequías el tránsito naviero por el Canal de Panamá, obligando a las empresas navieras y comerciales a buscar rutas alternativas.

En tal sentido cabe recalcar dos aspectos o noticias: que la falta de agua en estos días ha dejado 134 buques atascados en el Canal, además de que se ha reducido el calado de los barcos que pueden cruzarlo, siendo actualmente de 44 pies (13,4 metros) de un máximo de 50 pies (15,24 metros), por la falta de suficiente agua la que procede de dos lagos artificiales. Las reservas del más grande de los dos —el lago Gatún— habían caído a finales de julio hasta su nivel más bajo de los últimos siete años, situación que según varios especialistas y centros de investigación se agravará en los próximos años por situación ambiental, lo que beneficiaría al Corredor Ferroviario Bioceánico Central, que de construirse podría movilizar en uno y otro sentido parte significativa de la carga que se desplaza anualmente por el canal, (cerca de 500 millones de toneladas).

En este contexto, las políticas públicas pueden desempeñar un papel importante en la posibilidad de hacer realidad la modernización del puerto y el corredor ferroviario, pero ello no pasa de ninguna manera por la denominada Autoridad Portuaria Regional y por sus actuales integrantes, salvo una que otra excepción como por ejemplo don Óscar Eduardo Valdés Dancuart, cuya experiencia empresarial y prestigio es su mejor carta de presentación, la cual considero valiosa en grado sumo para lograr hacer realidad el sueño portuario, para lo que se necesita imaginación,  compromiso y carácter para vislumbrar un futuro común y próspero para todo el sur del Perú recordando a Basadre cuando exclama: “¡No permitamos que el Perú se pierda por la obra o la inacción de los peruanos!” y a Martí, recordando que “de frailes que le niegan a Colón la posibilidad de descubrir el paso nuevo está lleno el mundo, repleto de frailes. Lo que importa no es sentarse con los frailes, sino embarcarse en las carabelas de Colón”.

(Continuará)

Colapso del canal de Panamá – Fuente 20 Minutos

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