POR: MAURICIO AGUIRRE CORVALÁN
La campaña electoral empezó con todo este 2021 y los candidatos ya se mueven por todo el país. Viajes, caminatas, aglomeraciones, fotos, abrazos, y acercamientos de todo tipo en busca de votos. Concentraciones que coinciden con la aparición en el país de la nueva variante de la Covid 19, y el incremento de casos que colapsan las camas UCI y que nos colocan ya en una creciente segunda ola de la enfermedad.
A pesar de los cuidados que los candidatos puedan tener, se ha visto que es muy difícil garantizar el cumplimiento de los más elementales protocolos de seguridad sanitaria como la distancia social y el uso de mascarilla. Acercarse al candidato es en verdad una marca registrada de las campañas políticas y evitarlo será muy complicado. Esto ha puesto en una verdadera encrucijada a los “cerebros” detrás de cada candidato. Cómo replantear la estrategia electoral para llegar a la gente y a la vez respetar los protocolos sanitarios para evitar contagios, es el reto.
¿Están los candidatos dispuestos a modificar su estrategia? Hasta ahora Keiko Fujimori y Verónika Mendoza se han pronunciado puntualmente sobre el tema. La candidata de Fuerza Popular ha señalado que replanteará su campaña, realizará visitas reducidas en espacios ventilados con distancia social de dos metros y con no más de 15 personas. Por su parte la candidata de Juntos por el Perú en su cuenta de Twitter reconoció que no era fácil mantener la distancia física y sustituir los abrazos por “coditos” y pidió al gobierno y las autoridades electorales se defina un protocolo específico para campañas electorales.
Existen varias alternativas para que los candidatos puedan dar a conocer sus propuestas. El uso de redes sociales es uno de ellos, la propaganda electoral en medios de comunicación, la publicidad estática, son otras opciones que les pueden permitir llegar a sus potenciales votantes. Sin embargo, lo cierto es que en el Perú las elecciones no se ganan con las propuestas ni los planes de gobierno sobre la mesa. Se ganan por la llegada a la gente, por el carisma del candidato y la empatía que genera. El cara a cara para entusiasmar con promesas que muchas veces no se cumplirán es crucial para convencer al votante.
Definir estrictos protocolos de seguridad sanitaria, justamente, va a alejar al candidato de la gente, y allí está el riesgo de los postulantes que apuestan todo a sus dotes de encantadores de serpientes. Pero allí también debería estar la imaginación para encontrar alternativas que permitan estar cerca de la gente pero sin poner en riesgo la salud de todos.
Ya el Ministro del Interior ha dicho que la policía tiene la orden de intervenir a los candidatos que provoquen aglomeraciones y que se les impondrá la multa respectiva. El detalle está en quien y como define cuando una reunión se convierte en una aglomeración. Sobre todo en tiempos políticos tan sensibles e inestables como los que estamos viviendo.
Pero no sólo se trata de ir corriendo detrás de los candidatos con la multa en la mano. Se trata de hacer las cosas bien, y para eso el Jurado Nacional de Elecciones y la ONPE no hacen bien en lavarse las manos y no enfrentar el problema. Liderar un acercamiento con el Ministerio de Salud y los partidos en carrera electoral es una tarea que les toca. Solo así tendremos una norma clara que establezca los límites para una campaña que será atípica, y que tendrá que hacerse en medio de una cada vez más agresiva y creciente ola de contagios.
Controlar el tumulto es muy difícil. Es complicado ordenar a la gente en situaciones donde, precisamente, se busca generar emociones entre el postulante y las personas. Por eso el que tiene que cambiar es el candidato. Su responsabilidad en una campaña en tiempos de crisis sanitaria nos permitirá saber que tan responsable será cuando llegue a Palacio de Gobierno.