El Club Departamental Moquegua: ¿suicidarse o cooperar? (II)

“Los dioses ciegan a aquellos a quienes quieren perder” – Plutarco

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ   

La historia está plagada de ejemplos, tanto a nivel individual como colectivo, de hechos en los cuales han primado las emociones negativas y los intereses económicos antes que las razones o el sentido común, permitiendo que la soberbia, la corrupción y la estolidez se impongan, motivo por el cual, –como es habitual en mis escritos–, he escogido en esta ocasión una frase de Plutarco para intentar graficar con ella lo que viene ocurriendo en torno al club departamental de Moquegua en la ciudad de Lima, la que muy bien podría estar acompañada de otra de Eurípides que remarca que “los dioses cuando quieren destruir a un mortal, primero lo vuelven loco”.

Ceguera o locura que está conduciendo al club departamental y a casi todos los socios de una y/u otra parte, al margen de cuántos y quiénes están detrás de cada posición, a un diálogo de sordos donde cada grupo cree tener la razón absoluta y nos está llevando poco a poco a un callejón sin salida donde terceros se pueden beneficiar, como ha sucedido tantas veces en la historia de nuestro departamento, cada vez que ha estado en juego un interés o una posibilidad de ganar o explotar un recurso.

Lo que pareciera que puede ocurrir también en esta ocasión, dado que todo era tranquilidad, desidia y ausencia para la gran mayoría de moqueguanos residentes en la ciudad de Lima que casi nunca iban por el local de club, en razón como lo señale en el anterior artículo, por varios motivos, entre los cuales podría señalar como principales, las nuevas formas de distracción, la inseguridad, la distancia, los costos y el envejecimiento de los socios con casi nulo recambio generacional, a tal punto que cada vez eran menos los asociados y por consiguiente los ingresos, a lo que se agrega el insano actuar de la municipalidad de Lince que desde hace años intenta bloquear la posibilidad del Club para lograr contar con otros recursos económicos, en procura de apropiarse del terreno que tiene más valor que la vetusta casa que funge de local social.

¡Pero eh ahí que surgió la posibilidad de una inversión millonaria de una empresa constructora y comenzaron los dimes y diretes de uno y otro bando tanto en procura de alcanzar el poder como conservarlo, recurriendo ambas posiciones a adjetivos, insinuaciones, triquiñuelas legales y estatutarias en el afán de desprestigiarse mutuamente! ¡Cuánta razón tiene Adam Smith cuando señala que no cree en los principios, pero sí en los intereses económicos!

Intereses que temo, –al haberse extremado las posiciones y judicializado el conflicto –, que el resultado final, conociendo los tiempos que se toma el poder judicial en el Perú será negativo para la institución departamental, que ante la falta de actividades no podrá cumplir con ciertos pagos sobre todo los de índole municipal, con las consecuencias del caso, como el perder la propiedad vía expropiación o remate.

Ahora bien, considerando que la existencia de clubes como el Moquegua en Lima, es precaria y limitada en el tiempo por los motivos que explique en mi anterior artículo sobre este tema, quiero poner en el escenario otra posibilidad más allá del absurdo interesado de hacer creer que con 70, 80 o 1000 socios, –que cotizan en la actualidad veinte soles mensuales–, se puede mantener el club departamental y más aún cuando se le ha prohibido alquilarlo para actividades sociales. ¡Por favor seamos más serios!

¿Qué posibilidad permitiría al club departamental seguir conservando la propiedad del terreno que hoy ocupa? …En primer lugar que teniendo como base los cuatro puntos que señale en mi anterior artículo, la institución no sea solo social, sino que se convierta en un centro de exhibición de lo que es Moquegua. Que, en sus ambientes, previo convenio con las entidades concernientes: direcciones regionales de Produce, Comercio y Turismo, Cultura, etc., y municipalidades y entidades privadas como las pequeñas empresas privadas, (productores de pisco, vino, quesos, aceitunas, dulces, etc., tengan stands donde puedan exhibir sus logros, los sitios turísticos e históricos e incluso las pequeñas empresas vender sus productos.

Sería también una vitrina para mostrar lo que fue ayer Moquegua, lo que hoy es y lo que aspiramos ser: una región modelo enfocada en mejorar la calidad de vida de sus habitantes, promover la educación de calidad, la igualdad de oportunidades y fomentar la participación ciudadana en el rescate de la identidad, historia y valores de la Región Moquegua,

¿Qué es difícil lograrlo por las pasiones e intereses en juego, que parecieran que tan solo buscan conservar o hacerse del poder con fines no muy claros? Es cierto, pero no es imposible sobre todo si las grandes empresas mineras, en el marco de su responsabilidad social e histórica se interesan en apoyar, con el Gobierno Regional en el diseño y construcción de un edificio adecuado a dichos propósitos, que guardando las distancias podría ser una especie de embajada de nuestro departamento y muestra de lo que se podría lograr con buenas intenciones y acuerdos donde prime el desprendimiento, la trasparencia y la honestidad y visión del futuro. ¡Juntos lo podemos lograr! ¡Las leyes y las normas las hacemos los seres humanos y pueden variar y cambiar de acuerdo al bien común y no a las ambiciones subalternas!

Y, por último: el Club Departamental Moquegua de Lima no pertenece a ninguna persona o grupo por más minoritario o mayoritario que sea. Pertenece solo a los moqueguanos tanto de nacimiento como de corazón.

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