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22 noviembre, 2024 8:53 pm

Después de 200 años ¿es posible el consenso?

Somos un país muy fisurado que necesita aperturar la confianza, dialogar y agendar propuestas para superar las diferencias.

POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS (ECONOMISTA)   

“Perú a los 200: La necesidad de la concertación nacional” es un documento elaborado por Legatum Institute con la colaboración de investigadores de las universidades de Cambridge y Nueva York y en ella se señala que nuestro país en su Bicentenario de independencia se encuentra en posiciones extremas polarizadas tanto en la parte política como en el aspecto étnico y para superarlos recomiendan que debemos construir espacios de consenso nacional para superarlos. Dada la importancia del reporte parafrasearemos citas del documento para entenderlo y reflexionarlo. Pero, antes realizamos un paréntesis, lo investigado no nos resulta desconocido, lo sabemos, pero no lo teníamos cuantificado y segundo, si lo decimos nosotros no nos van a creer, estamos más acostumbrados a creer a investigadores extranjeros.

El instituto en su investigación indica que nuestro país tiene excelentes recursos naturales, que en los últimos 20 años la gestión macroeconómica ha sido satisfactoria expuesta en las cifras de crecimiento económico y que logramos celebrar elecciones democráticas. Sin embargo, la confianza de los ciudadanos en sus instituciones es las más bajas del mundo. De 167 países estudiados nuestro país ocupa el puesto 164 de desconfianza en el sistema judicial y los tribunales, el puesto 118 de desconfianza en la independencia judicial, puesto c 158 puesto en el gobierno nacional, puesto 155 en desconfianza en los políticos, puesto 153 de desconfianza en la policía, puesto 149 en delitos violentos y no creemos en la prosperidad en el puesto 61. En conclusión, tenemos una muy elevada desconfianza en las instituciones públicas, somos violentos y no auguramos la prosperidad.

¿Dónde nace tanto pesimismo? Los investigadores priorizan tres grandes aspectos: 1) La crisis política (presidentes, gobernadores y alcaldes acusados de corrupción, tres presidentes en una semana, emboscada de vacancia presidente recién elegido); 2) Crisis de la salud pública (la más alta tasa de mortalidad del mundo por COVID 19 de 6,000 muertos por millón); 3) La corrupción generalizada (caso Lava jato/Odebrecht, caso los cuellos blancos del puerto, 15% del gasto va a la corrupción).

Se agrega a la extrema desconfianza la polarización política y las grandes desigualdades económicas y multiétnicas. Perú es de todas las razas, diverso culturalmente y presenta diferencias entre la población urbana y la rural. Lo que era una ventaja en gastronomía, creatividad, costumbres, recursos se ha convertido en una gran contradicción. Los autores señalan que existe una profunda diferencia de distribución de la riqueza entre la población originaria/indígena/rural y las de las elites que viven en la parte urbana y en especial en la ciudad de Lima. “En 2020, el 46% de la población rural se clasifico como pobre, frente al 26% de la población urbana. La pobreza extrema afecta 14% de las áreas rurales y al 3% de las áreas de las áreas urbanas”. La población indígena representa aproximadamente la cuarta parte de la población de Perú […]. Dicha población tiene una alta concentración en dos de las zonas más pobres de Perú: representa una proporción mayoritaria en el altiplano y en la Amazonía. Los hogares indígenas, en promedio, son más pobres que los no indígenas (un 31% y un 18%, respectivamente), y esa diferencia se amplió en la última década, ya que la pobreza se redujo relativamente menos en los hogares indígenas que en los no indígenas.  Ellos votaron masivamente por la elección del actual presidente Castillo que les prometió el gran cambio.

Somos un país muy fisurado que necesita aperturar la confianza, dialogar y agendar propuestas para superar las diferencias. Algunos se taparán los ojos por la incredibilidad. Es difícil, claro, pero no tenemos otro camino que ponernos de acuerdo con los que lo quieran. Ello implica propuestas para reformar el Estado y la lucha implacable contra la corrupción; democratizar, transparentar las instituciones, garantizar la gobernabilidad, reforma tributaria, desarrollo inclusivo, priorizar la educación y salud, descentralización económica. Comencemos por convencernos que si se puede.

Análisis & Opinión