Desaprobados

Si Castillo toma la decisión de hacer un ajuste del gabinete que sea para avanzar y tender puentes hacia el centro que garantice una mayor estabilidad.

POR: JULIO FAILOC RIVAS  

Luego de la denuncia fallida de Cuarto Poder quedó claro para la opinión pública que la responsabilidad de la crisis, que debería recaer exclusivamente en el Ejecutivo, se ha extendido hacia otros actores. Más de uno de ellos ha puesto –y siguen poniendo– rocas de arena para generar inestabilidad en el país.

La inestabilidad política crónica no solo compromete a políticos ligados al fujimorismo y a la derecha radical –que se niegan a reconocer el triunfo de Pedro Castillo– sino también a los medios de comunicación concentrados y a un sector de empresarios que sienten que han perdido el control del poder y que harán hasta lo imposible para recuperarlo. A ellos se suman por un lado la izquierda radical liderada por Vladimir Cerrón –quién siente que su partido ha sido desplazado del gobierno– y por otro lado el Congreso de la República y su presidenta –convertidos en el principal factor obstruccionista.

Más allá de los cuestionamientos a las encuestadoras ‘sastre’ (hacen encuestas a medida y gusto del cliente), es importante anotar los mensajes que hay entre líneas para los responsables de la inestabilidad del país, de manera que puedan revaluar su comportamiento para evitar terminar con un estridente y rotundo ¡que se vayan todos!, pues esta vez no solo estará en aprietos la mal llamada “clase política” sino también, los medios de comunicación y un sector de empresarios involucrados en ese afán golpista. Un repaso rápido de las encuestas dará claridad de lo que estamos hablando:

PRIMERO

Que la aprobación del presidente haya subido algunos puntos y mantenga la votación con que fue elegido no significa que esto sea una tendencia. Lo que sucede es que quienes promueven la vacancia hacen las cosas buenas muy mal y las cosas malas tan bien que cualquier golpe al presidente lo termina favoreciendo.

Los niveles de desaprobación son bastante altos para un gobierno que tiene apenas un poco más de cuatro meses, pero la percepción que tiene la población de él no es como para que siga cometiendo errores.

Solo en el sector rural, el sur y el oriente aprueba su gestión, y un 73.6% considera que el gobierno de Castillo no está cumpliendo las expectativas de la población. A ello hay que sumarle que apenas el 27% cree en la palabra del presidente. De la misma manera, salvo el ministro de Salud, la presidenta Mirtha Vásquez y todo su gabinete son desaprobados.

El Ejecutivo ya no puede darse el lujo de seguir cometiendo errores. Si Castillo toma la decisión de hacer un ajuste del gabinete que sea para avanzar y tender puentes hacia el centro que garantice una mayor estabilidad.

SEGUNDO

Que el Congreso haya retrocedido en la intentona de vacancia no ha significado una mejora en su imagen. Los altos niveles de desaprobación alcanzan 80% según DATUM. El manejo de un doble discurso donde cuestionan ministros a los que luego otorgan la confianza, aunado al blindaje de personajes seriamente cuestionados, y a la contra reforma universitaria ha terminado por afianzar su imagen negativa.

Si el Congreso no reorienta su accionar lo más probable es que termine de superar la valla de desaprobación del parlamento cuando el fujimorismo tuvo el monopolio del obstruccionismo.

TERCERO

El fujimorismo en sus tres versiones, los medios de comunicación concentrados y el sector de empresarios opositores al gobierno tienen que entender que han sido los grandes derrotados. La vacancia no solo es rechazada mayoritariamente por la población, sino también por la mayoría congresal que no querrá irse junto con Castillo y Dina Baluarte.

Mientras Dina Baluarte amenace con renunciar si vacan a Castillo, no habrá congresista que quiera inmolarse e irse a su casa, quemado, endeudado y sin posibilidades de reelección a la vista.

Los responsables de esta crisis están obligados a dar un giro por sobrevivencia si no quieren acabar en el despeñadero y expulsados por el pueblo soberano que los eligió, pero que se cansó de ellos. Esto incluye a los que alucinan con colocarse el fajín presidencial, aunque sea por unos meses.

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