POR: Mg. HUMBERTO TOVAR CHAMBILLA
En un periodo de aproximadamente 150 años el capitalismo y la tecnología han creado una civilización mundial sin precedentes gracias al significado que se le ha dado al conocimiento; si bien el capitalismo y las innovaciones técnicas no son algo nuevo, la velocidad en su difusión y su alcance mundial en las naciones sí lo han sido. Las culturas occidentales y orientales han visto y vivido la transición del conocimiento del ser al hacer, de ser un bien privado a ser un bien público.
En la actualidad la persona es la portadora del conocimiento y por ende quien desempeña un papel fundamental en el escenario de los intangibles, por lo que el enfoque tradicional de verla como un recurso ha ido cambiando hacia una visión más sistémica, considerándola como protagonista de los procesos que tienen que ver con los intangibles.
Con la dinámica en la que se desenvuelve la sociedad del conocimiento o sociedad de la información, aquellos aspectos que tienen que ver con la información contable han cambiado radicalmente haciéndose exigible que dicha información refleje los elementos generadores de los beneficios de las organizaciones comprendidos en los activos intangibles, teniendo el problema de que los sistemas contables tradicionales solamente informan de aquellos elementos generadores de utilidades a través de los activos tangibles sobre hechos ya realizados que poco aportan para hechos del futuro, quedando de lado los intangibles como son el capital intelectual y el factor humano, los cuales no se publican en los estados financieros de una empresa, aunque sí se encuentran presentes en las organizaciones, y los cuales sí inciden en el desempeño financiero y no financiero de estas, siendo elementos determinantes claves de su posicionamiento en el mercado.
El interés sobre este tema se ha ido acrecentando en la medida en que se desarrolla la nueva economía basada en tecnologías de la información y de servicios, en donde las empresas buscan crecer en base al conocimiento.
Por ello hoy presentamos como en la Universidad José Carlos Mariátegui se incrementa el capital intelectual basado en lo grados académicos obtenidos. Así en el año 2017 en lo que se refiere al primer ciclo de año la UJCM tenía 211 magísteres y 60 doctores en el 2018 I primer ciclo se tenía 183 magister y 86 doctores el incremento de doctores fue de 26 doctores.
Aunque en magíster era superior al del 2017-II en 40 magister más, pero era menor a los 211 del primer ciclo de año 2017.
En el ciclo 2019 I se tiene 200 magister en la docencia y 76 doctores. Sumado tenemos 276 docentes con grado de magister y doctor, recordemos que en el ciclo 2017-I había 271 docentes con grados académicos superiores.
Algo que resaltar es que los docentes solo con título o con grado de bachiller ha ido descendiendo raudamente. Así en el ciclo 2017-I la universidad tenía 320 bachilleres o con títulos profesional este ha descendió a 136 docentes prácticamente 184 docentes o no son contratadas o han logrado encumbrase con su grado de magister. Lo cierto es que el capital intelectual se ha fortalecido en la UJCM.
Si analizamos la composición porcentual de capital intelectual en la universidad podemos decir que los titulados o bachilleres eran en el año 2017 el 54% hoy representan el 33% son 21 puntos porcentuales menos. De otro lado si el capital intelectual que reclama el SUNEDU era de 46% en el año 2017 para el 2019 es del 67%.
CAPITAL INTELECTUAL
Nos refiere Thomas Stewart que hoy en día las riqueza de las organizaciones es el capital intelectual (Stewart, 2019), nos sugiere que “El capital intelectual es la suma del conocimiento poseído por los miembros de una universidad y otorga a la organización una ventaja competitiva”, para el “el valor de los recursos humanos, el conocimiento organizacional y las relaciones institucionales superan al valor indicado en los libros contables” (Stewart, 2019) en ese escenario es que demostrado esta que las ventajas competitivas de una institución universitaria de una región, de un país se acrecientan cuando esta entidad genera conocimiento medida a través de patentes y tecnologías.
Ahora bien, ese capital intelectual debe poseer una cultura del conocimiento.
