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25 noviembre, 2024 2:22 pm

¡Buen día, querida Moquegua!

Nos falta planificación y orden, bajo las tres recurrentes preguntas, ¿dónde estamos?, ¿qué somos?, ¿y adónde vamos?

POR: VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS     

No es un lunes cualquiera, es el Aniversario de nuestra querida ciudad, más allá de los actos festivos, corresponde -en legítimo derecho-darnos un espacio para tributarle nuestro reconocimiento y gratitud, por albergar nuestras primeras andaduras por la vida, los tropiezos y primeras decepciones como también las alegrías de nuestra juventud y en la madurez de nuestros años, siempre tenerla como referencia afectiva y de orgullo para nuestro caminar por la vida.

Si es cierto, ya no somos los de entonces, pero ella, nuestra querida Moquegua, se encuentra interperrita ante el paso del tiempo; quien ingresa se encuentra con el verdor de nuestro valle, va percibiendo su frescura y su manifiesta invitación al optimismo. Camino por sus estrechas calles, aun sobreviven sus viejas casonas con portales tallados y sus mayúsculas puertas acompañadas de sus ventanales virreinales; nuestro caminar es pausado y en su evolución van viniendo a nuestra memoria, nuestro antaño, los amigos, las comparsas, los desfiles, el bullicio, allí están ellas, como fieles testigos de lo que fue y siempre será, la Moquegua de nuestros ancestros, la dueña de nuestros sueños, el testimonio de nuestra vida. Nuestra Plaza, cierto, muchas veces remodelada y sin sus clásicos ficus, mantiene su esencia, es el centro de la vida institucional pero también recoge nuestras hermosas vivencias de juventud; aunque cada banca es pública, sabemos que cada una de ellas tiene un dueño moral, porque allí está nuestro diálogo amical, el punto de concentración de los amigos, la cita con la primera novia o el inicio de nuestra planificación de vida.

Como es natural, mucha agua a transcurrido bajo el puente de su historia, muchos moqueguanos migraron, y aun en la distancia siempre tienen latente sus mejores recuerdos para nuestra tierra; como muchos otros llegaron, raudos se integraron y con derecho la hicieron suya, y fuimos avanzando y construyendo una Moquegua para todos, su corazón sensible y abierto siempre tiene albergue. Y claro, muchas veces el tiempo es injusto, pasa por alto a sus personajes y detalles que la hacían una ciudad tímida y ensimismada. Esta fresca la función matinal de los domingos en el cine Mariscal Nieto, para los niños que salían de misa de 10 de la mañana; al señor Taco, nos parecía lejos, tenía la exclusividad de vendernos raspadilla en San Bernabé; a don Toribio Caso, con sus suculentos sándwiches en la calle Moquegua; los anticuchos de corazón en la esquina de la calle Junín con Arequipa y los buñuelos en San Bernabé, que hasta hoy se mantiene; el Club Arequipa, era el lugar de concentración los viernes por la noche pero la emblemática Sociedad Filarmónica convocaba a los reyes del cubilete con su inconfundible “coñac” y si no era suficiente, los domingos al antiguo Estadio “25 de Noviembre”, nos convocaba para un clásico La Breña-Huracán. Claro que fui feliz, aunque es una expresión grandilocuente, y siempre lo seré, en esta mi casa, mi ciudad.

Hoy estamos con una población desbordante, una juventud inquieta y expectante, tenemos el deber de contestar a esta nueva realidad. La Universidad Nacional, se han sumado a la respuesta, con una solvente asunción de responsabilidades académico formativas e integrándose al desarrollo regional; nuevos proyectos mineros no solo permiten mayores recursos para el desarrollo regional con los recursos de canon y regalías sino también, la propia dinámica económica de la ciudad ha cambiado radicalmente. Nos falta planificación y orden, bajo las tres recurrentes preguntas, ¿dónde estamos?, ¿qué somos?, ¿y adónde vamos?

Si la actividad minera es hoy nuestro motor económico y en exceso absorbe nuestra dinámica productiva, comercial, pues debemos consolidar nuestras estrategias económicas hacia las actividades complementarias, que cierren el circuito y que permitan construir mayores espacios con mayores oportunidades. Hablamos de recursos no renovables, si bien tienen proyectados muchos años de producción, que estos años sean una oportunidad también para una diversificación productiva. Nuestra actividad y producción agrícola han quedado relegadas, si bien es cierto hay múltiples proyectos, estos no responden a una coherente planificación de sostenibilidad futura más se proponen como respuestas coyunturales, lo que debe corregirse de inmediato.

Dentro de estas consideraciones, hay proyectos que Moquegua debería liderar, por necesidad y por comprometer a otros actores, dada la envergadura; el tren binacional, que tiene un avance importante en la contraparte Boliviana, que perfectamente podría fortalecer la demanda portuaria; Arequipa esta empecinada y es su derecho, con el puerto Corío, y lo difunde cuanta oportunidad tiene, de nuestra parte, nuestras escasas muestras de interés evidencian cual si fuera una renuncia a nuestra preocupación, cuando perfectamente podría ayudar a consolidar, a cerrar el circuito económico el contar con un puerto ileño en condiciones apropiadas. No escuchamos voces, lo que no implica estar desatentos al potencial de lo que significa el gasoducto y su industria petroquímica. Si bien son materias que involucran al gobierno nacional, nada limita que se vayan abordando, planificando estrategias para que cuando sobrevengan, tengamos una decisión política solvente, que coloque en primera línea el desarrollo regional.

Son algunas reflexiones sobre el ayer, el hoy y el mañana, que nos alienten a involucrarnos en construir solidariamente en favor de nuestra Moquegua. Expreso mis congratulaciones a nuestra querida Tierra, en este su aniversario, renovándole mis mayores anhelos de desarrollo y prosperidad, un abrazo fraterno a mis coterráneos, por su indesmayable esfuerzo de apuntalar su presente y recoger con optimismo nuestro mañana. ¡Feliz Día Moquegua!

Análisis & Opinión