Por: Lic. Yessica C. Rodriguez Torres
Después de todo lo vivido, después de todo lo sufrido, después de todo lo llorado, no hemos aprendido nada.
Quedó en el aire el contenido de “El derecho de volver a equivocarnos”, muy contrariada la versión u ofuscada la escritora.
Aprovecharé la coyuntura pandémica para aclarar algunas ideas.
Sí, por supuesto que nos equivocamos, y que humanos como somos de un continuo aprendizaje, erramos. Pero esa era la premisa burlona, ¿“ese derecho”, muere con el hombre?
¿Es inherente a la humanidad el continuo errar? O es la grandeza de la persona la que hace posible que no se abulten los números de errores para mejorar nuestra sociedad, empezando por nosotros mismos.
Es inverosímil, ¡cómo el presidente Sagasti no aprendió nada de uno de los errores de Vizcarra!
Ya no necesitamos ver una película de terror, basta con ver los noticieros.
En una canción de Pedro Suárez-Vértiz dice que la vida es como montar un caballo, nos bota muchas veces hasta que ya aprendemos y no nos bota más.
Hace poco más de un año escuché a un hombre decir, que hay personas que nunca aprenden y que mueren así sin aprender.
Existen personas que aprenden de los errores de los demás, otros que aprenden a la primera, otros cuando pintan canas y otros “genio y figura hasta la sepultura”.
Lo cierto es que en esta tragedia de la pandemia ha caído gente inocente; a estas alturas solo nos queda cuidarnos.
No cifrar esperanzas en las diferentes pruebas que detectan el Covid, ni en las vacunas, porque en muchas oportunidades sería como esperar que llueva en pleno verano.
