Por: Enrique Rivera Salas (Periodista Colegiado)     

Esta noche en todos los hogares nacerá Jesús y con él, nuevas esperanzas para la familia y en especial para los niños.

Es Navidad, y como quiera que es la fiesta más grande del mundo católico, debemos tener un momento para conversar con Cristo y un clima de humildad, especialmente en este tiempo de pandemia.

Aunque los comerciantes han distorsionado el concepto de Navidad; no debemos caer en hipocresías.

La Navidad por ejemplo no debe ser confundida con un concurso de gastronomía. Muchas familias tienen el falso concepto de preparar varios platos. Se embuten hasta el hartazgo, cuando muy bien podrían compartir con los pobres. Ni hablar de aquellos que tienen champagne y pavo.

Otros creen que adornando el arbolito y el pesebre ya cumplieron con la Navidad, mientras más ostentoso y de oropel sea el pesebre, mejor. Falso, Jesús nació en un pesebre humilde.

Hoy quienes hacen de la Navidad una oración para hacer turismo, sin importar nada, alistan maletas para salir de viaje y si gozan del largo feriado, felicidades. ¿Y la fiesta de Cristo dónde queda?

También podemos apreciar quienes envían tarjetas, sean estas en papel y electrónicamente por e-mail, respiran profundo al saludar a docenas de amigos, olvidándose que la Navidad es el abrazo fraterno y de calor familiar en el hogar. En las empresas unidos, ancianos, adultos, jóvenes y niños deben recordar que Dios envió a su hijo Jesús para estar entre nosotros para liberarnos del pecado y compartir con quienes son pobres, eso es la Navidad.

No importa que no haya champagne o pavo, sí importa estar unidos, bendecir nuestra salud, el trabajo y la familia, adorar al niño, cantar villancicos. Si es así ¡Feliz Navidad!

“El niño Jesús ya nació / Parecen decir las estrellas / Que esta noche de Navidad / Brillen aún más bellas”