En anteriores artículos señalaba que la política es “unidad y lucha”. Lo de “lucha” se entiende, pero lo de “unidad”, al parecer no se quiere entender, porque para algunos la política se nutre de la confrontación y es más rentable políticamente hablando. Ello, no solo es errado, sino que también es irresponsable, porque la coyuntura y las vidas de las personas, exige hoy más que nunca lo contrario.
Recientemente el gobierno regional de Tacna, ha planteado un toque de queda para los días miércoles y viernes, medida que ha generado debate, pero que consideramos acertada y pertinente. El creciente número de infectados amerita que esta medida también se aplique en Moquegua.
Seguramente algunos la van a considerar desproporcionada, pero lo cierto es que, si no tomamos medidas complementarias, a las dictadas por el gobierno, la situación se nos puede escapar de las manos. Todavía estamos a tiempo de controlar el Covid-19.
Algunos dirán si el aislamiento social en Lima no ha funcionado, porque tendría que funcionar en Moquegua. La respuesta es simple: la mayoría de los moqueguanos y los que residimos en Moquegua, amamos nuestra tierra, la vida y la de nuestro prójimo.
Sin embargo, además de lo señalado en Moquegua tenemos una población adulta y patologías que nos hacen letales frente al coronavirus por lo que requerimos redoblar esfuerzos y hacer un poco más que la cuarentena y el toque de queda.
¿Qué tal si segregamos a la población? Es decir, si separamos a las familias que tienen algún familiar con riesgo letal, del resto de la población con la finalidad de protegerlos. ¡Claro que sí, es una buena idea! Ojo que esta no es mi idea, es la de un joven médico ileño que conocí hace algún tiempo, y no me parece descabellada, sino genial y posible de ser ejecutada por los gobiernos locales o tal vez por la reciente red que se ha creado para proteger a los adultos mayores.
La idea es colocarle una pulsera luminosa a la persona vulnerable y a su núcleo familiar de manera que todos sepan de quienes se trata y que hay que cuidarlos. Esto implica hacer seguimiento a las familias con población vulnerable con pruebas rápidas y captura de pacientes con fiebre, que permitan una detección y tratamiento temprano del COVID-19. Implica también que las familias en riesgo tengan un día u horas de atención de sus compras de alimentos y de una atención hospitalaria diversificada.
Las cifras frías nos dicen que cerca del 70% de la mortandad del COVID-19 son adultos mayores de 60 años. Si logramos controlar el virus tiempo habremos derrotado nada más ni nada menos a la muerte.
No está en discusión si el toque de queda es legal o no, lo que está en cuestión es si estamos dispuesto a defender juntos la vida.