Revolución digital para enfrentar el coronavirus

POR: PEPE BURGA (LEGAL TECH, POLITÓLOGO Y ESCRITOR)

Los usos de las nuevas tecnologías se han convertido en prácticamente una necesidad para toda la humanidad. El ataque global del COVID-19 ha acelerado los procesos de conversión y traslado del mundo físico al mundo digital. En el campo del teletrabajo, por ejemplo, la plataforma Zoom ha sustituido a las salas de reuniones; tan sólo en diciembre del 2019, los usuarios de esta aplicación para teleconferencias ascendían a 10 millones de personas; actualmente – abril 2020 – los usuarios bordean los 300 millones en todo el mundo. Igualmente, en el campo del entretenimiento, la empresa de videos de streaming, Netflix, registró un histórico de 15,8 millones de nuevos suscriptores, alcanzado a la fecha un total de 183 millones de usuarios, lo que se trasluce en ganancias netas que bordean los 709 millones de dólares en la actualidad. (Fuente: es.estatista.com).

Sin embargo, hay que tener en cuenta que cuando nos referimos a la utilización de nuevas tecnologías, no nos estamos refiriendo tan solo a las nuevas formas de entretenerse o comunicarse a través de Internet, tanto en el ámbito personal como en el profesional, no estamos haciendo mención a esos espacios de encuentro virtual para intercambiar mensajes y llamadas, ni a las descargas masivas que se han realizado últimamente de apps como: Microsoft Teams, Skype, Facetime, Discord o Slack; definitivamente no estamos hablamos de eso.

  1. INDUSTRIA 4.0 Y EL PODER DE LOS DATOS

Conceptos anglosajones como: IoT (Internet of Things), Big Data, AI (Artificial Intelligence), Machine Learning, Cloud Computing, Data Analytics, Blockchain, etc. Forman parte, desde hace algún tiempo, del glosario utilizado por los usuarios de la emergente industria 4.0. Empresas, gobiernos y gran parte de aldeanos globales, comparten cada día más de los beneficios de estos recursos tecnológicos que se van integrando con mayor intensidad en la vida de todos los seres humanos, aunque la mayoría de nosotros, ni nos damos cuenta de que formamos parte activa de esta vorágine tecnológica; y que, por otro lado, nuestros datos se han vuelto en el mayor activo de grandes corporaciones como: Google, Apple, Amazon, Microsoft, IBM, Facebook, etc.

Precisamente, el uso de esta tecnológica inmersa en la Industria 4.0, viene cobrando mucha mayor relevancia, pues viene sirviendo a diferentes gobiernos y autoridades a nivel mundial, para poder rastrear los contactos de las personas infectadas con el coronavirus y al mismo tiempo determinar si se siguen las reglas de distanciamiento social. Casos como el de Corea del Sur son realmente exitosos en el manejo de estas tecnologías, lo cual se refleja en los bajos números de contagiados de COVID-19, teniendo en cuenta el tamaño de su población. En este país, por ejemplo, el trabajo de su Ministerio de Tierra, Infraestructura y Transporte, y el Ministerio de Ciencia y TIC, han sido bien destacados al haber utilizado plataformas de rastreo de contactos, analizando los datos recopilados de cámaras y otros sensores, pudiendo identificar a los contactos recientes de un paciente detectado con coronavirus.

Parecida situación es la que se viene ejerciendo en la India, en donde el gigante tecnológico Tech Mahindra se ha convertido en un socio estratégico del gobierno hindú, en este país se vienen utilizando las cámaras de tráfico para monitorear los movimientos de las personas, además de utilizar drones para la vigilancia aérea, proporcionando información en tiempo real de aglomeración de personas, tiendas y farmacias abiertas, etc.

  1. LATINOAMÉRICA Y EL USO INSIPIENTE DE TECNOLOGÍA

A nivel de América Latina y el Caribe (ALC), el primer contagiado con coronavirus se detectó un 26 de febrero en Brasil, para ese entonces ya se registraban alrededor de 82.294 casos de infectados en todo el mundo, siendo China el epicentro del contagio y concentración de la enfermedad, pero aún la OMS no había catalogado de pandemia la situación sanitaria y las medidas de protección de fronteras y aislamiento social de todo el mundo parecía una utopía. Actualmente, en esta parte del mundo, son más de 150 mil casos de COVID-19, de las cuales más de 7 mil personas fallecieron. Lideran este lamentable ranking de contagios: Brasil, Ecuador, Perú, México y Chile.

Pero ¿Cómo ha sido el despliegue tecnológico para afrontar esta pandemia por parte de los países de ALC? Según un estudio publicado recientemente por la CAF y el CEPAL titulado “Las oportunidades de la digitalización en América Latina frente al COVID-19”, se repasan las pocas prácticas tecnológicas utilizadas por los países de la región, la mayoría de ellos insipiente, para poder afrontar este tipo de pandemias. Estas deficiencias tienen que ver con el estado del ecosistema digital, infraestructura digital, conectividad digital para el distanciamiento social y las políticas públicas regulatorias implementadas por cada uno de los países.

Mientras en países de Europa, Asia y Norteamérica, basan su estrategia de lucha contra la pandemia soportando sus estrategias en tecnologías más disruptivas como en el uso de drones de vigilancia ciudadana, plataforma de analítica de datos, inteligencia artificial, uso de la red 5G, etc. En nuestra región, venimos experimentando problemas más básicos que tienen que ver por ejemplo con la disminución de velocidad e incremento de latencia en nuestra banda ancha e interconectividad digital, lo cual dificulta que, en este contexto de distanciamiento social, se empleen eficientemente plataformas que permitan el teletrabajo, la tele educación, la tele salud, etc.

Y si ese problema venimos sufriendo los que afortunadamente gozamos de algún tipo de servicio para interconectarnos en el mundo digital, pongámonos a pensar por un momento en las personas que, por deficiencias de infraestructura tecnológica, se mantienen al margen de todo tipo de beneficios que ofrece el internet. Según el estudio antes mencionado, alrededor del 32% de la población en la región mayormente del ámbito rural, se encuentra marginadas de todo tipo de participación en el ecosistema digital; es decir, se encuentran imposibilitados de acceder a servicios de información, educación, atención sanitaria, adquisición de insumos alimenticios de manera electrónica, etc. Realidad que se vuelve una gran barrera para afrontar esta pandemia mundial.

  1. GRANDES DESAFÍOS: POTENCIAR EL ECOSISTEMA DIGITAL Y ACORTAR LAS BRECHAS

Los gobiernos de ALC, tienen una gran responsabilidad de desarrollar políticas públicas de carácter nacional y sub nacional, que permitan impulsar cambios estructurales en la digitalización de sus países, universalizando el derecho de las personas al uso de los servicios tecnológicos con un énfasis especial en las zonas rurales, garantizando el acceso a eficientes plataformas digitales, orientadas a resguardar la salud, la educación y el desarrollo productivo.

De igual forma, urgen promover los marcos jurídicos y regulatorios para fomentar la inversión pública y privada en el sector de las telecomunicaciones, optimizar las cadenas de interconexión a Internet, desarrollar infraestructura que permita mejorar nuestras comunicaciones a través de la red 5G, planificar el otorgamiento de incentivos fiscales para el diseño y operación de infraestructura de radio bases y de utilización de la fibra óptica, etc.

Esta lucha contra el coronavirus en ALC no solo depende del uso responsable ciudadano de los medios de protección personal como: mascarillas, guantes, jabones, desinfectantes y el distanciamiento social. Por otro lado, si bien es necesario el despliegue de los gobiernos para al aprovisionamiento de pruebas moleculares, camas UCI y respiradores mecánicos; esta experiencia pandémica, nos debe llevar a tomar una seria reflexión, con respecto a cómo se vienen utilizando los recursos tecnológicos como instrumentos de prevención, trazabilidad, mitigación y capacidad de respuesta, frente a afectaciones de la salud, desastres naturales, lucha contra la delincuencia; y, asimismo, permitan impulsar la estimulación del sector productivo, social y económico, acortando las brechas digitales en las zonas rurales de las regiones; garantizando que la calidad educativa, los servicios de salud y el acceso al trabajo remoto, se brinden de forma oportuna y eficiente. Esta pandemia nos debe impulsar a migrar con una mayor rapidez hacia el ecosistema digital.

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