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¿Lealtad o complicidad?

No soy ninguna heroína, no busco venganza… No tengo ningún interés económico, solo soy una mujer que busca justicia y la reivindicación de su apellido, el cual fue tan dignamente llevado por mi padre y que un vacado e investigado por corrupción aprovechándose de su poder, se atrevió a pisotear.

POR: KAREM ROCA LUQUE    

Nadie es intocable, y no me sorprende la doble moral de algunos ciudadanos. Muchos critican que Martín Vizcarra me mencione, tal como lo hizo en el año 2020. He escuchado atentamente cada uno de sus comentarios hacia mí. Vizcarra sabe cuándo dice algo y cuándo va a provocar acoso cibernético. Se ha vuelto un experto en redes sociales y las utiliza según su conveniencia. Parece olvidar la Ley 30823, que él mismo promulgó en el año 2018.

Soy testigo en todas las investigaciones penales que se han abierto contra Vizcarra. He colaborado como testigo únicamente, diciendo lo que sé, lo que me consta.

La siguiente pregunta, es la que dos ciudadanas, nombradas laboralmente en el GORE Moquegua están planteando, donde señalan que, a pesar de que Vizcarra me convocó para trabajar a su lado, ¿cómo es posible que traicione a quien me brindó una oportunidad laboral? Esto es lo que algunos cuestionan malintencionadamente…

Es necesario aclarar varias cosas. En primer lugar, él me ofreció una oportunidad de trabajo, la cual agradecí en su momento, pero con este gesto no compró ni mi integridad, ni mi conciencia, ni mi lealtad. La lealtad es recíproca.

Él no me mantuvo económicamente, menos me dio de comer. Cada sol ganado fue compensado con creces con mi trabajo. Siempre dediqué más tiempo del necesario, trabajando horas y días adicionales.

En muchas ocasiones, no solo debido a situaciones laborales, sino también a asuntos personales y caprichos de mi jefe, trabajaba sin recibir ninguna compensación adicional.

Por otro lado, si uno observa que se están llevando a cabo actos ilícitos y decide no hacer nada al respecto, no está demostrando lealtad, sino que se convierte en cómplice.

Respecto a por qué no se hicieron las denuncias en el mismo momento de los hechos, fue por temor. No era temor a perder mi trabajo, sino temor por lo que le pudiera suceder a mi familia y por el miedo a no ser escuchada. En mi caso, en ese momento estaba enfrentando al hombre más poderoso del país, que como se ve incluso ahora, que ya no está en el poder, niega todo con una frialdad increíble y trata de desacreditarme de cualquier manera. Sin embargo, los tiempos han cambiado; hay más gente investigando y más personas que han decidido decir la verdad.

Algunas personas que trabajaron en la seguridad de Vizcarra confunden la confidencialidad de su trabajo con el encubrimiento del jefe de turno. No, señores, ustedes no le deben nada al ex inquilino de palacio. Le deben lealtad a su institución y a su país, entidades a las que este personaje ha faltado el respeto con la mayor desfachatez del mundo y ha hecho que muchos de ustedes sean testigos mudos de sus tropelías.

Esta no es una venganza política, como argumenta este triste personaje que dice que es porque está liderando las encuestas, seguramente en un mundo imaginario, o tal vez lidera las encuestas en su partido, porque ni siquiera ahí la tiene segura. Parece que no recuerda que está inhabilitado por diez años y no puede postular ni a la presidencia de su club de “Amigos de La alameda”. Este razonamiento no solo es ridículo y patético, sino que es una muestra de desesperación ante la falta de argumentos.

No soy ninguna heroína, no busco venganza. Jamás seré política porque he podido ver de cerca la lucha de poderes al más alto nivel. No tengo ningún interés económico, solo soy una mujer que busca justicia y la reivindicación de su apellido, el cual fue tan dignamente llevado por mi padre y que un vacado e investigado por corrupción aprovechándose de su poder, se atrevió a pisotear.

Yo no creo en la justicia mediática, creo en la justicia de mi país. Martín Vizcarra tiene como pilares la traición y la mentira. Siempre será primero él, segundo él y tercero él. Y con esto dejo una reflexión a los señores que están detenidos por el caso “Los intocables de la corrupción”.

Piensen en su familia. A Vizcarra no le importó abandonar a su gran amigo César Ramos Zamora, recluido en el penal de Samegua. No hay crimen perfecto, señores. Lo sé porque he tenido testimonios de gente involucrada injustamente solo por recibir órdenes, y también canje de trabajo. No denuncian por miedo. Pero la verdad los hará libres.

Algunos grandes politólogos a nivel nacional me preguntan: ¿Usted cree que Vizcarra es un político corrupto, un mentiroso? He contestado: Permítanme la licencia de Juan Gabriel: “Lo que se ve no se pregunta”.

“La verdad por más incómoda que sea, se va abriendo camino” …

Martín, mientras sigas mintiendo sobre mi persona, seré una Roca en tu camino.

Hasta la próxima semana amigos lectores.

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