- Clasificados -

La corrupción y la historia: ¡las leyes no bastan! (I)

“El cómplice del crimen de la corrupción es generalmente nuestra propia indiferencia” – George Orwell.

POR: CESAR A. CARO JIMÉNEZ     

Hoy, es una fecha que puede empezar a marcar historia, en nuestra región, en nuestra patria e incluso a nivel mundial en la medida en que todos, o cuanto menos una gran mayoría de nuestras instituciones públicas y privadas, y quienes vivimos en los linderos de Moquegua dejemos de lado el autismo y hagamos oír nuestra voz y resistencia democrática y racional al abuso del poder político que intenta validar un caso manifiesto de corrupción que ha involucrado e involucra  a altos funcionarios políticos, como es el denominado proyecto “Ampliación de la Frontera Agrícola Lomas de Ilo-Moquegua”, el cual jamás  debió hacerse en los términos que fue planeado dado que nivel de inversión, proyección social, beneficiarios, costo y beneficios no resistía un análisis técnico, dando la razón a quienes dicen que lo importante para la corrupción es construir porque ilusiona y  disfraza los malos manejos y que poco o nada importa que sea útil o rentable. Casos hay muchos en el Perú, como por ejemplo la Carretera Interoceánica.

Sin embargo, uno de los aspectos más negativos de la corrupción es la violencia que deriva de ella. La desigualdad social y la falta de oportunidades generada por la corrupción alimentan sentimientos de frustración y desesperanza en la población, lo cual puede desencadenar actos violentos y delictivos o indiferencia total sobre todo al notar que pasan los años y aquí no pasa nada con los delincuentes de cuello y corbata, que muy bien pueden decir cínicamente que si Newton y Einstein hubiesen nacido en el Perú la Ley de la Gravedad sería más grave y la Teoría de la Relatividad más relativa.

Ante este contexto, es indispensable que la sociedad civil juegue un papel activo en la lucha contra la corrupción. La ciudadanía tiene el derecho y el deber de exigir transparencia y rendición de cuentas a las autoridades a todo nivel en cuanto la real situación del proyecto, propósito al que me aúno saludando a través de líneas a todos aquellos medios y personas, –pocas aún, pero valientes y preclaras–, que en esos últimos meses no han desmayado en el propósito de exigir, a pesar de veladas amenazas y mentiras, que se diga toda la verdad por más dolorosa que esta sea, respecto a la factibilidad económica, técnica y legal del proyecto, específicamente en lo relacionado a la no realización de pruebas hidráulicas con presencia de del Consorcio Obrainsa Astaldi y profesionales de prestigio en la materia.

Los políticos: congresistas y autoridades locales y regionales, por su parte, deben asumir su rol como representantes del pueblo y actuar con total transparencia e integridad al margen de sus compromisos claroscuros y solicitar la aplicación de medidas punitivas para aquellos que hayan cometido y cometan actos corruptos. Los políticos tienen la responsabilidad de fortalecer las instituciones encargadas de combatir esta problemática, como también les corresponde hacer oír su voz a los colegios profesionales que en su mayoría actúan como los clásicos monitos: No escuchan, no ven y sobre todo callan.

Ante este contexto, es indispensable que la sociedad civil juegue un papel activo en la lucha contra la corrupción. La ciudadanía tiene el derecho y el deber de exigir transparencia y rendición de cuentas a las autoridades, así como participar en los procesos de toma de decisiones. Es fundamental promover una cultura de integridad y ética, fomentando valores de honestidad y responsabilidad en todos los ámbitos de la sociedad y que no ocurra –como al parecer sucede en la actualidad–, que casi todos los organismos de control ciudadano están copados por personajes variopintos, a los cuales les interesa más las prebendas que puedan lograr para ellos o sus familiares antes que luchar contra la corrupción, que tal y como se perfila históricamente pareciera estar inmersa en el ADN colectivo, por lo que según muchos de nuestros historiadores nacionales, entre los que destaca Alfonso W. Quiroz, en el período precolombino, existieron prácticas corruptas, como la compra de cargos y el soborno, que afectaron el funcionamiento del imperio inca y las sociedades preincaicas, dando lugar a que se atribuya al imperio incaico tres conocidos preceptos o recomendaciones producto de la realidad social: “ama quella, ama llula y ama sua”, (no seas flojo, no seas mentiroso, no seas ladrón, respectivamente), aunque hay quienes dicen que tiene su origen en el denominado “movimiento nacional inca” de 1780, cuando el Perú era un virreinato de España. En esta época, bajo la influencia de los textos del Inca Garcilaso de la Vega y de las ideas provenientes de la Revolución francesa, se estipulan estas como leyes morales vinculadas a la época en torno a la revolución de Túpac Amaru II.

Asimismo, señala que, durante el período colonial, la corrupción se mantuvo presente con la explotación de los recursos naturales y el enriquecimiento de la élite española a costa del pueblo indígena.

En la época republicana, Quiroz examinó los distintos gobiernos y períodos presidenciales, resaltando los casos de corrupción más relevantes, señalando que, durante los primeros años de independencia, la corrupción estuvo relacionada con el saqueo de los bienes de la corona española y el aprovechamiento personal de los primeros gobernantes. Posteriormente, analizó el papel de las dictaduras militares y los gobiernos democráticos, destacando los casos de corrupción más significativos en cada período, observando que generalmente el poder político cuando ven que se socava la confianza de la ciudadanía, recurren a la represión o al soborno de gran parte de los medios de comunicación para intentar mantenerse en el poder como algunos sugieren que ocurre en nuestra región.

Es fundamental promover una cultura de honestidad y responsabilidad en todos los ámbitos de la sociedad. Y si bien es cierto que la corrupción ha estado presente a lo largo de la historia de nuestro país, desde el período precolombino hasta los tiempos coloniales y republicanos, es hora de romper dicho ciclo histórico y trabajar juntos para construir un futuro libre de corrupción en el cual no tenga vigencia el dicho de Balzac: “El secreto de las grandes fortunas es un crimen olvidado efectuado con limpieza. La ley no castiga a los ladrones sino cuando roban mal.”

Análisis & Opinión

ANÁLISIS Y OPINIÓN