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Escenarios peligrosos

Por: Mauricio Aguirre Corvalán     

Lo dijimos semanas atrás. El ahora presidente Pedro Castillo es un personaje impredecible y en los días previos a su juramentación los rumbos que tomaría su gobierno seguían siendo una incógnita. El largo tiempo de las indefiniciones, sin embargo, pareció llegar a su fin con el mensaje presidencial del 28 de julio, pero no, el mandatario llegó al Congreso sin tener definido su gabinete, y las consecuencias se vieron al día siguiente cuando sorprendió a todos con el anuncio del nombre de su jefe de gabinete.

Después de un mensaje de reivindicación de los pueblos excluidos, de llamado a consensos políticos y de anuncios tranquilizadores en materia económica; con el nombramiento de Guido Bellido como Presidente del Consejo de Ministros, las señales dadas por el presidente Castillo volvían a tomar caminos contradictorios, pero ya no tan impredecibles.

Durante las semanas anteriores a su juramentación, el mandatario ya enfrentaba presiones desde el radicalismo de Perú Libre y desde facciones más moderadas de izquierda personificadas en Pedro Francke, arquitecto de su nueva propuesta económica. A la luz de los hechos y de sus decisiones, es evidente que Castillo no pudo encontrar el equilibrio necesario entre ambos para darle gobernabilidad al país.

En su mensaje presidencial hizo anuncios destinados a disipar los temores de los agentes económicos. Negó expropiaciones y estatizaciones, ratificó el respeto a la propiedad privada y aseguró que no habría una política de control de cambios. Anunció orden y predictibilidad en materia económica como base para atraer la inversión privada. De otro lado, insistió en la asamblea constituyente para redactar una nueva constitución, pero ratificó que se haría dentro del orden legal, para lo que anunció un proyecto de ley para que el Congreso apruebe una reforma constitucional.

Pero el nombramiento de Guido Bellido, brazo derecho de Vladimir Cerrón, integrante del ala más dura de Perú Libre y defensor del terrorismo de Sendero Luminoso, cambió de un día a otro el escenario político nacional. Castillo decidió finalmente hacer gobierno junto a Vladimir Cerrón y el sector más radical de Perú Libre. Optó por la izquierda más conservadora y anquilosada. Será un misterio saber si lo hizo convencido de que es el camino correcto, o como una reacción de sobrevivencia política después de perder la presidencia del Congreso.

Lo cierto es que, colocado ante una precaria gobernabilidad, el presidente ha apostado por un estilo confrontacional alejado de la posibilidad de llegar a consensos políticos, con el riesgo de un rápido radicalismo del Ejecutivo. El nombramiento de Guido Bellido polariza la relación con otras fuerzas políticas, y pone en el centro del escenario político el delicado tema de la violencia terrorista y Sendero Luminoso.

Se trata, en suma, de un nuevo escenario en el que la moderación del mensaje presidencial pierde credibilidad, crece el riesgo de una confrontación con el Congreso, y aparece en el horizonte el fantasma del cierre del Legislativo por un lado y la vacancia presidencial por el otro, con todas las consecuencias políticas y económicas que eso puede generar.

En ese escenario, justamente, la oposición en el Congreso deberá hilar fino. El Partido Morado y Somos Perú han tomado distancia del oficialismo que se reduce a Perú Libre y Juntos por el Perú. Ambos suman 42 votos, muy lejos de poder poner condiciones para negociar en un Congreso bastante fragmentado, pero que parece cohesionarse a partir del radicalismo del Ejecutivo, cuyas últimas decisiones parecen más encaminadas a colocar al Congreso como un escenario de confrontación, que de negociación y consensos. La tesis de que el presidente Pedro Castillo buscará forzar la censura de dos gabinetes para disolver el Congreso no debe descartarse.

La decisión de otorgar o no el voto de confianza al gabinete Bellido serán reveladora sobre el camino que decidirá tomar la oposición. Si decide por la confrontación, o espera que el Ejecutivo tropiece con sus propios errores.

El presidente Pedro Castillo define sus escenarios, mientras la oposición hace lo mismo. Esperemos nada más no quedar atrapados en lo que se avizora como una película de terror.

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