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3 febrero, 2025 10:44 am

El Algarrobal emerge

Hoy, quienes visitan El Algarrobal encuentran una comunidad joven, dinámica y emprendedora, con una creciente colonia puneña que se hace notar con sus diversas manifestaciones culturales. Sin embargo, el desarrollo no es homogéneo. Se pueden ver viviendas muy sofisticadas junto a otras en pésimas condiciones.

POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS (ECONOMISTA DEL CEOP ILO)

Ocurre que varias personas que dejaron de visitar por años el distrito de El Algarrobal se asombran al encontrarse hoy con un espacio más poblado, con mayor número de viviendas, negocios, vehículos, escuelas y gente que sale en las noches a caminar por las calles libremente, haciendo vida social y, destacablemente, joven. Es explicable su atención, entre el pasado y el presente.

Y digámoslo en letras mayúsculas, El Algarrobal, como distrito, nació con la creación de la provincia de Ilo, casi fue inventado por el gobierno de Velasco Alvarado, porque se requerían distritos para la elevación de Ilo a provincia. El Algarrobal, desde los años 70 en adelante, era un distrito deshabitado, con pobladores propietarios de chacras del valle o trabajadores agrícolas del mismo. Para llegar a El Algarrobal se podía atravesar a pie el valle o en vehículo, cruzando la trocha y la desértica Pampa Inalámbrica.

El poblado contaba con unas cuantas casas, un local municipal descuidado y otro local de almacén, sobre el cual se soñaba con convertirlo en el futuro Museo de Sitio Chiribaya. Los agricultores trabajaban en el valle durante el día y en la noche dormían en Ilo. Los pocos electores de ese lugar decidían, antes de las elecciones, quién sería el nuevo alcalde para gobernar el municipio con un exiguo presupuesto.

Estamos en el período de los 80, 90 y la primera década del presente milenio.

El Algarrobal era extenso en área territorial, abarcaba parte del estrecho valle Osmore, colindaba por el oeste con Ilo y Pacocha, y por el este con la provincia de Mariscal Nieto, destacando su superficie mayormente desértica. Sin embargo, en los últimos años del 90 y comienzos del 2010, comienza su posicionamiento como un referente cultural, con la consolidación del Museo de Sitio Chiribaya, fortalecido por estudios de centros de investigación y universidades norteamericanas, promovidos por Southern Perú Copper Corporation (SPCC).

La aceituna de Ilo, de reconocida calidad, expandió su fama a otras latitudes. Sin embargo, una queja permanente era el efecto de los humos de la fundición de cobre, atenuados con una compensación por daños que fue aceptada a regañadientes.

El distrito no crecía en población. Cada censo arrojaba cifras similares:

  • 1972: 272 habitantes
  • 1981: 132 habitantes
  • 1993: 165 habitantes
  • 2007: 247 habitantes

A pesar de las buenas aceitunas, aceite de oliva, guayabas, el Museo Chiribaya y la Casa Mariscal Nieto, El Algarrobal seguía siendo un distrito desértico y sin cambios significativos.

LLEGAN LOS CAMBIOS

Pero el crecimiento era inevitable. Las primeras inversiones fueron del sector público, con obras de resguardo y prevención del crecimiento del río Osmore, además de la puesta en valor de sus atractivos.

El crecimiento poblacional de Ilo trajo consigo la aparición de Santa Rosa, su primera invasión de jóvenes necesitados de vivienda, quienes se establecieron sin agua ni luz en terrenos baldíos. También llegaron biohuertos, la intención de parques industriales y comerciantes de la sierra en busca de almacenes para sus productos.

El Algarrobal comenzó a figurar en las estadísticas con elevadas brechas, reflejando falta de servicios básicos y altos índices de extrema pobreza. La población creció exponencialmente, alcanzando 3,717 habitantes en 2017.

Este cambio estuvo acompañado por el boom minero, el aumento del canon minero y otros indicadores que determinaron un incremento significativo en el presupuesto del gobierno local, permitiendo mejoras en los servicios básicos, construcción de vías, plazas y centros recreativos.

Las inversiones trajeron consigo nuevas escuelas, centros de salud, mercados y un mayor número de vehículos de transporte, extendiendo sus servicios a la población.

Hoy, quienes visitan El Algarrobal encuentran una comunidad joven, dinámica y emprendedora, con una creciente colonia puneña que se hace notar con sus diversas manifestaciones culturales. Sin embargo, el desarrollo no es homogéneo. Se pueden ver viviendas muy sofisticadas junto a otras en pésimas condiciones.

Pero la gran interrogante persiste: ¿hacia dónde va El Algarrobal?

No hay una visión clara de desarrollo. Se dice que lo más importante es la gente, pero sin un proyecto estructurado, sin una dirección definida, el crecimiento carece de propósito.

Hoy, los alumbra la luna. Mañana, nadie sabe qué les depara el futuro.

Análisis & Opinión