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¿Descentralización fallida?

Un primer aspecto que debemos reconocer es el balance negativo de la gestión de los gobiernos regionales en el sur del Perú.

POR: JULIO FAILOC RIVAS 

Este espacio no podía obviar un necesario balance de la gestión de los gobiernos regionales y la necesidad de repensar el proceso de descentralización, sin descuidar, por cierto, la arremetida de la tercera ola y las posibles secuelas que pudiera traer en la reactivación económica y en el retorno a la presencialidad en el ámbito educativo.

Un primer aspecto que debemos reconocer es el balance negativo de la gestión de los gobiernos regionales en el sur del Perú. Con dos gobernadores en la cárcel por corrupción (Arequipa y Puno) y la mayoría restante con gestiones entre malas y desastrosas, con obras paralizadas e innecesarias en medio de la pandemia. El caso de Tacna es el desastre más emblemático en la gestión regional: con dos hospitales –en plena pandemia– que no funcionan, con un proyecto mutilado (Vilavilani) en tres de sus componentes y paralizado desde hace más de dos años, además está la innecesaria construcción de una nueva sede del Gobierno Regional, cuyos recursos pudieron ser destinados al proceso de reactivación económica.

No obstante, el fracaso de la mayoría de los gobiernos regionales, por el contrario, nos debería obligar a repensar el proceso de la descentralización, contextualizarla en la nueva normalidad y relanzarla con una agenda específica y enmarcada dentro de la pandemia, respecto al proceso de reactivación económica y al retorno a las clases presenciales.  No es posible pretender lograr cosas distintas si seguimos haciendo lo mismo.

Un segundo aspecto es que la descentralización –y la propia regionalización– no puede ser forzada, ni impuesta desde Lima, por una iniciativa del gobierno central o por una ley del Congreso de la República. Más que un marco normativo la descentralización es un proceso que exige desarrollar acciones concretas que ayude a que los ciudadanos de a pie y los líderes o dirigentes de los territorios se encuentren y se enganchen en esta dinámica, que empiecen a generar espacios de integración funcionales al desarrollo de estos territorios. La experiencia de la macro región sur y norte son procesos que tienen que ser retomados e impulsados desde cada uno de los departamentos, desde abajo hacia arriba, con liderazgos concertadores y una visión común de desarrollo.

Como lo señala Víctor Zamora en su último artículo de la revista Apuntes a Lápiz, requerimos de una estrategia integral, actualizada y de mayor alcance. Una estrategia que identificara claramente los objetivos y las responsabilidades del gobierno nacional, regional y local. Una estrategia que reflejara, además, los valores que este gobierno encarna: la salud, la educación y el bienestar como derechos fundamentales.

La operativización de la estrategia integral para enfrentar la tercera ola podría ser la oportunidad para la acción concreta que aporte a la descentralización.  La reactivación económica desde cada región, así como las medidas para enfrentar la tercera ola y para generar condiciones seguras en el retorno a las clases presenciales, que respondan a las realidades y las dinámicas de cada una de las localidades, podría ser el gran reto que necesitamos para colocar en agenda de revisión el proceso de la descentralización fallida.

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