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22 noviembre, 2024 5:18 pm

De lagarto a pelícano

Vizcarra es enemigo de los apodos, aunque él diga que le gustan. Debo contarles que es mentira. En mi publicación anterior, les dije que les comentaría cuál era la historia de su chapa "pelícano".

POR KAREM ROCA LUQUE   

La breve historia de un pelícano. Desde niño, era astuto y no le gustaba perder. El niño consentido de mamá.

Han pasado varios años, y gracias a tus estrategias, lograste gobernar un país entero. ¿Recuerdas cuando, en la campaña electoral de 2016, todo el equipo de Juventud PPK volteó hacia tu lado? Pasé todos los días hablando de tu trayectoria como gobernador, pensando que querías un país diferente, resaltando todos tus logros dirigidos o con ayuda.

¿Recuerdas cuando te nombraron el «Amauta»?

¿Recuerdas cuando Abraham Cárdenas, siendo alcalde de San Antonio, te visitó en el despacho cuando eras gobernador de Moquegua?

Lo mandaste llamar para llenar la solicitud, uno de los requisitos para el nombramiento. Cuando fuiste a Lima y te condecoraron, por aquel entonces, el ex ministro de Educación Jaime Saavedra te reconoció como el gran Amauta. Ni siquiera le diste las gracias a Cárdenas, pero eso no le importó al alcalde, ya que lo que él quería era buscar conexiones para luego ser elegido alcalde de Moquegua.

En reconocimiento a tan trascendental designación, me enviaste la primera foto de tu condecoración. Sin embargo, sabes que no la merecías, al igual que muchas cosas que no has merecido. Siempre has buscado codearte con personas influyentes que puedan ayudarte a llegar a donde deseas.

Mercedes Aráoz cuenta cómo empezó la amistad con Vizcarra, se trataban como ‘hermanitos’ e incluso compartían el mismo plato a la hora de comer.

“Parábamos en mi casa. Almorzábamos juntos todos los días. Compartíamos hasta el plato porque yo comía menos que él y eso era parte del compartir diariamente. Celebré su cumpleaños con mis amigos llevándolo a una peña”, y es ahí donde pequé de inocente, luego después me di cuenta que solo buscó rodearse de gente que pueda servirlo. Nadie imaginaba lo que pretendía hacer.

Retrocediendo algunos años, recuerdo cuando el «pelícano» Vizcarra me comentó que Ollanta Humala le propuso ser su primer ministro, pero él no aceptó porque quería culminar su gobierno. En realidad, lo que quería, obviamente, ya todos saben qué. «No era amor al chancho».

Vizcarra ha sabido librarse muy bien de muchas situaciones. De las siete vidas que tiene un gato, solo le queda una vida, y esta va de la mano con todos los oportunistas que tiene a su lado. En su entorno, hay varios que están escondidos y escondidas, trabajando sin respirar para que no se sientan. Claro, si ya el esposo de una de ellas tiene un contrato administrativo de servicios (CAS) encima y alquila su casa a una entidad del Estado, vive bajo el amparo de este mismo.

Otras al mismo estilo de la Chilindrina: «we, we, we». Si grito, me dan lo que quiero; si hago bulla, nadie se mete conmigo. Pero una testigo clave ya no pudo callar más y se presentó voluntariamente en fiscalía. Solo que le tendieron una trampa, dio mucha información a quien no debía, pero afortunadamente se dio cuenta a tiempo y, gracias a gente sensata, pudo poner su declaración en privado.

Ayer me enviaron un mensaje: «Si tanto te gusta escribir, pues ahora tendrás que leer los panfletos que saldrán sobre ti». No tengo miedo; pueden hacerlo si gustan. No he tenido miedo antes para defenderme con la verdad, y menos lo tendré ahora. Somos un equipo de personas que buscamos justicia, y solo la tendremos cuando se desenmascare al ser más vil de la historia.

Vizcarra es enemigo de los apodos, aunque él diga que le gustan. Debo contarles que es mentira. En mi publicación anterior, les dije que les comentaría cuál era la historia de su chapa «pelícano».

Me cuentan que cuando era chico, se puso a jugar canicas con otros niños. Uno de ellos le dice: «Juguemos tú y yo y apostemos todas tus canicas». Este niño venía de Ilo y siempre llegaba con olor a pescado.

Entonces, va la apuesta y empezó a ganarle casi todas las canicas al «Fiu Fiu». En respuesta y con mucha rabia, el «Fiu Fiu» le grita a su colega caniquero: «¡Cochino!». El niño, con tanta furia por ser insultado, le contestó: «¡Calla, pelícano!».

El «Fiu Fiu» se puso a llorar, por la chapa y porque le ganaron todas las canicas. Todos se empezaron a reír porque la chapa lo describía muy bien; era igualito… desde ahí, todos los íntimos de la Alameda que recuerdan ese episodio le dicen «pelícano».

Ahora, si esta nueva chapa se hace viral, estoy segura de que el lagarto no dudará en sacar los peluches de un pelícano. Lo único que no puede sacar es su muñeca de la bebita Fiu Fiu, porque él no permite que nadie dude de su fidelidad, sobre todo hacia las mujeres, así como hacia su propia esposa.

Nunca le importará ser el hazme reír de todos, con tal de conseguir lo que desea. Por eso, ahora utiliza mucho su cuenta de Tik Tok. A través de este medio, le digo, señor Vizcarra, saque el Tik Tok de la bebita Fiu Fiu y de la Morales… tomando vino El Enemigo, los tres juntos. Seguro será la más vista en redes y traspasará fronteras.

Amables lectores nos vemos la próxima semana, porque la verdad se va abriendo camino.

“Ante tanta injusticia seguiré siendo una roca en tu zapato señor pelícano”.

Análisis & Opinión