POR: CESAR A. CARO JIMÉNEZ
A comienzos del presente mes escribí una nota que titulé: “Algo más que una cochera” y en la cual me refería al mal aspecto que daba el canchón –que desde muchos años atrás–, fungía de cochera a una cuadra de la Plaza Mayor de Moquegua, en la esquina de la calle del mismo nombre con la de nombre Arequipa.
Pues bien, adecuándose a esa costumbre de origen italiano a la cual muy bien se han adaptado muchos moqueguanos “de cambiar algo para que nada cambie”, donde tendrían que hacerse una “cirugía profunda”, el dueño con la aquiescencia por aprobación y/u omisión de los funcionarios ediles y el mismo alcalde provincial, han permitido que otras planchas de aspecto horrible reemplacen a las existían, (ver fotos), quizás por otra década más donde la fealdad, la burla a Moquegua y sus autoridades y el mal gusto primaran, atentando contra el ornato y por consiguiente con la promoción del turismo.
Y aquí me pregunto: tan difícil es entender o hay quizás otros motivos semioscuros que impiden que los funcionarios públicos comprendan que el ornato, entendido como el arte de embellecer y decorar espacios públicos, y el turismo, la llamada industria sin chimeneas deben ir de la mano en la búsqueda de atraer visitantes a los diversos destinos que podemos ofrecer en nuestra región.
Y en dicho propósito el ornato juega un papel fundamental en el turismo, ya que contribuye a la creación de entornos atractivos y acogedores para los visitantes. El cuidado y la atención prestada a los espacios públicos, como calles, plazas, parques y jardines…y cocheras, reflejan el nivel de compromiso de una comunidad con su patrimonio y su capacidad para recibir y deleitar a los turistas. Un entorno bien cuidado y adornado con elementos estéticamente agradables crea una primera impresión positiva, generando un impacto duradero en la percepción que los turistas tienen de un destino.
El ornato no solo se limita a la belleza visual, sino que también puede abarcar otros aspectos sensoriales. Por ejemplo, la incorporación de música ambiental, la instalación de fuentes de agua o la introducción de aromas agradables en espacios públicos pueden generar una experiencia multisensorial en los visitantes, despertando emociones y dejando una huella perdurable en su memoria.
Además de su impacto estético, el ornato también contribuye a la conservación y preservación del patrimonio cultural y natural de un destino. La creación de murales artísticos en las paredes de los edificios, la instalación de esculturas emblemáticas o la incorporación de elementos naturales en el diseño paisajístico son ejemplos de cómo el ornato puede realzar y poner en valor los recursos culturales y naturales de un lugar, convirtiéndolos en atractivos turísticos por derecho propio, meta contra la que conspiran establecimientos feos en extremo como la cochera citada. Y no solo es ella. Existen otras, además de diversos negocios que no se distinguen precisamente por ofrecer ni imágenes ni espacios agradables.
Asimismo, el uso estratégico del ornato en el turismo también puede ayudar a diferenciar un destino de sus competidores. En un mundo cada vez más globalizado y competitivo, los destinos turísticos deben buscar formas innovadoras de destacarse. Aquellos lugares que logran crear ambientes únicos y atractivos mediante el ornato tienen mayores posibilidades de atraer y retener a los turistas, generando un impacto positivo en la economía local y en la calidad de vida de sus habitantes.
Es importante destacar que el ornato en el turismo no se trata solo de aspectos superficiales o decorativos, sino de un enfoque integral que involucra a la comunidad local, las autoridades, los empresarios turísticos y los visitantes. La planificación y ejecución de proyectos de ornato deben realizarse de manera sostenible, respetando el equilibrio entre la conservación del entorno natural y la satisfacción de las necesidades turísticas.
En conclusión, el ornato y el turismo son dos elementos que se complementan mutuamente y que desempeñan un papel fundamental en la creación de experiencias turísticas excepcionales. El cuidado y la atención prestados al embellecimiento de espacios públicos contribuyen a la atracción de turistas, a la conservación del patrimonio cultural y natural, y al desarrollo económico de los destinos. Un destino que logra fusionar de manera armoniosa el ornato y el turismo tiene todas las herramientas para dejar una huella imborrable en la memoria de quienes lo visitan.