2022: El año maldito

Otro evento positivo ha sido el habernos librado del gobierno mediocre de Pedro Castillo que terminó por caerse solo, sin ayuda de nadie, como lo habíamos advertido.

POR: JULIO FAILOC RIVAS   

Ha sido un maldito año, quien lo duda, tal vez uno de los peores de la historia republicana, alguien tiene que decirlo, aun cuando algunos nos acusen de pesimistas o de aves de mal agüero. No obstante, hacer un balance del año –sin sesgos– es un imperativo que nos asiste a todos los que de alguna manera hacemos política, razón por la cual hemos recurrido a la metodología del PNI (Positivo, Negativo e Interesante) de Edward de Bono, autor del best seller “Pensamiento Creativo” y de 50 libros más sobre creatividad.

Empero, siendo optimista, en el sentido de encontrar una oportunidad en la adversidad, podemos afirmar que positivo del año, han sido las movilizaciones como respuesta ciudadana frente a los atropellos del legislativo y el ejecutivo, que, debemos de reconocer, desencadenó el golpe fallido de Castillo, y que se resumiera en la consigna de las calles “que se vayan todos, pero de una vez”. Otro evento positivo ha sido el habernos librado del gobierno mediocre de Pedro Castillo que terminó por caerse solo, sin ayuda de nadie, como lo habíamos advertido.

Lo negativo de este año son tantas que nos obliga al esfuerzo de hacer un resumen ordenado de ellos. En principio lo más negativo son los 28 muertos que cínicamente nadie quiere asumir, que son de estricta responsabilidad directa del Congreso por negarse a aprobar en el momento más crítico y convulsionado del país, el adelanto de elecciones para el 2023, y cuya asustadísima presidenta Boluarte –a quien le corresponde la responsabilidad política– ordenó a las fuerzas militares salir a reprimir a la población movilizada.

Nos parece negativo que la presidenta Boluarte no haya anunciado, cuando asumió el mando, la reforma adelanto de elecciones que tenía preparada para el 2023, de haberlo hecho nos hubiera ahorrado todas muertes que ahora todos lamentamos.

Negativo es que la presidenta se haya convertido en la marioneta y el pararrayos de la derecha golpistas, que haya accedido a la militarización y al terruqueo de todo lo que mueve en este país con la finalidad de intentar quedarse junto con los congresistas hasta el 2024.

También es negativo que el Congreso viva en un mundo paralelo, que legisle a su antojo como si no pasara nada e intente capturar los organismos electorales para ponerlo a su servicio y asegurar la reelección indefinida de los actuales congresistas con la aprobación de bicameralidad, en momentos en que las calles organizan la segunda versión de los cuatro suyos, y con una agenda separatista, preparan sus tambores de guerra para embestir en contra del legislativo y el ejecutivo.

Sin embargo, lo interesante del año y de todo esto, y en perspectiva es que lograr, con una dirección adecuada y con voluntad política, la posibilidad de impulsar liderazgos políticos responsables capaces de conducir esta lucha hacia un derrotero con reformas políticas y electorales que garanticen no solo una mejor oferta electoral para el 2023, con nuevos rostros, sino también una plataforma de objetivos mínimos comunes de unidad nacional camino hacia la construcción de la nación que anhelaban los grandes pensadores del Perú como José Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre, Víctor Andrés Belaunde y Jorge Basadre Grohmann.

Todo ello será posible si las personas de bien estén dispuestas a poner la política al servicio del bien común. Ha llegado el momento de dejar el año malo y continuar con el año nuevo, que con el esfuerzo de todos será bueno. Es la acción finalmente la que determina nuestra posición. Somos lo que hacemos, el resto es solo puro rollo.

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