POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA
Recientemente, en entrevista concedida a un medio de comunicación radial, Francisco Sagasti afirmó que “estamos viendo alianzas entre políticos de extrema derecha y de extrema izquierda para ir en contra del país”. Casi en simultáneo -aunque en esta ocasión vía redes sociales- Mirtha Vásquez retuiteó a la mandataria recogiendo palabras de luchar contra la corrupción, señalando textualmente que “ya esto es patológico. Ha cruzado largamente la línea de la cordura”. Ambas declaraciones, a prima facie, no tendría nada de extraño tratándose de personajes contrarios a la línea del actual Ejecutivo, además de ser máximos exponentes de la caviarada.
Lo que sí, es que curiosamente ambos han sido gobierno. El primero, como presidente de la República ante la forzada renuncia del constitucionalmente Jefe de Estado, Manuel Merino; mientras que la restante como Premier del golpista y hoy preso Pedro Castillo. Los dos tuvieron la responsabilidad de tomar decisiones en procura del Perú. Y no lo hicieron. Corrección, actuaron contrariamente (Sagasti ni bien tomó el poder descabezó nuestra benemérita Policía Nacional pasando abusivamente al retiro a 18 Generales PNP, en tanto que Vásquez permitió el latrocinio del “prosor” firmando el ilegal Decreto de Urgencia 102-2021). Hoy, pontifican en cómo debe accionar Dina Boluarte.
Esto último es moneda corriente en nuestra sociedad. Callamos, o normalizamos, situaciones irregulares o presuntas ilegalidades, y cuando tenemos el poder de corregir, sencillamente lo pasamos por alto, o a lo mucho una solución a medias; es decir, un cambio cosmético. Sin embargo, cuando el/la sucesor/a le toca enfrentar (y arreglar) esa problemática (que nosotros mismos creamos o permitimos que aumente), criticamos, atacamos, con el agregado de la eterna y nunca desgastada frase “yo que tú”.
Boluarte Zegarra, mujer y madre, ante todo, lleva sobre sus hombros la enorme tarea de sacarnos adelante. Tras 17 meses de inercia e improvisación de su predecesor, aunado al letargo del propio Sagasti por nueve meses, y otros 19 de catástrofe política del genocida y rufián de Martín Vizcarra (claro, hoy “recién” estamos dándonos cuenta de las fechorías del “bebito fiu fiu”), logró hace pocos días cerrar con “broche de oro” el APEC 2024, evento internacional que contó con la participación de los líderes de las 21 economías de Asia-Pacífico, tomándose importantes acuerdos; amén de exponer favorablemente los intereses patrios a nivel mundial (Vg. Inauguración del megapuerto de Chancay traerá inversión de US$ 3,500 millones). Errores, también, como humanos somos proclives a cometerlos. Corrupción, quizá sí, o tal vez no. Usted amigo lector no mete las manos al fuego por mí, y viceversa, ¿verdad?
Si no somos la solución, o no nos consideramos estar en la capacidad de ser parte de la misma, tampoco lo seamos del problema. Déjenla trabajar.